LA RELIGIÓN NO ES UNA ASIGNATURA
De vez en cuando, y en rigurosa y constitucional conformidad con los ciclos electorales en los respetivos niveles y circunscripciones, nacionales, autonómicos y municipales, sus aspirantes a adueñarse (sic) de sus escaños durante algunas legislaturas, se organizan en cabalgatas por esos pueblos de Dios, merecedoras todas ellas de atención y reflexión, en conformidad con criterios serios humanos y cristianos.
. En el organigrama de mítines, concentraciones, declaraciones, mesas redondas o cuadradas, “exclusivas” o “coloquiadas”, ni puede caber, ni cabe, todo o casi todo.. Tampoco cabe cuanto pretenda colar, o hacer creer, la bien remunerada imaginación del guionista o el enfervorizado tono de voz y los gestos del protagonista de turno, convertido en un “mandado” o comisionista.
. Tanto personal como colectivamente, el pueblo-pueblo es acreedor a toda clase de respeto. Ni se le puede engañar ni hacer comulgar con intragables ruedas de molino.. Engañar al pueblo es engañarse a sí mismo, previa la dimisión impertérrita de sus propios valores y de los que enseña, muestra o predica. Las promesas, con inclusión prioritaria para las electorales, son sagradas de por sí. Mentir, tergiversar la verdad, alicantinear y embaucar al pueblo, equivale a convertirlo y tratarlo como objeto y sujeto de histrionismo y de risas festivaleras, arrebatándole su dignidad, como obra principal de la creación.
. Las promesas que se le hagan al pueblo, aunque se les note con facilidad a sus “fautores” la falsía e incapacitación para el cumplimiento de las mismas, los deslegitiman, ofenden y humillan, por el hecho añadido de que una de las acepciones más frecuentes del término “política” sea académicamente el de “hacer uso de malas artes”, lo que proclama la fetidez de los procedimientos, de manera particular los empleados en la cúspide morfinómana y apoteósica de los mítines.
. En España es referencia obligada al hecho de que, durante los tiempos electorales, grupos de sus representantes políticos intensifiquen su dedicación al juego adolescente del “corro de la patata” con sentimientos religiosos, recursos al santoral, procesiones, peregrinaciones y actualización de amenazas de castigos eternos de del infierno, mientras que otros grupos se sirven de los mismos exactamente en su contra. En proporciones similares se hacen presentes gestos, eslóganes, gritos y símbolos tradicionalmente “religiosos”, que los que puedan resonar, y blandirse, en los aledaños de las calderas de Pedro Botero.
. Es precisamente alrededor de la aceptación o rechazo, con sus respectivas valoraciones académicas y “curriculares” de la asignatura de la religión, en los que se libran las batallas más singulares, en ocasiones, hasta con emblemas de cruzadas. ¿Pero es que la religión puede ser, y es, nada más y nada menos que una asignatura, o “cada uno de los tratados que se enseñan en un establecimiento docente”? ¿Es que la religión como tal, es una enseñanza, regulada además por concordatos o tratados?¿Enseñanza solo católica, o cristiana, y además impartida en conformidad con los criterios de los obispos de las diócesis que, con o sin oposición académica, sino solo o fundamentalmente porque “estos profesores son de su cuerda”, aunque no lo sean de la del papa Francisco, sino todo lo contrario?.
. La identificación con religiosidades, ateísmos, agnosticismos y laicismos de la política y de los políticos, conduce irremisiblemente al enfrentamiento radical entre los pueblos. La historia así lo testifica y demuestra en capítulos muy sangrientos, perversos e inhumanos.
. Al menos en teoría, tanto política como eclesiástica, en unos y otros idearios se salvaguardan principios humanos y evangélicos tales como la igualdad, el respeto, la integración de la mujer en las responsabilidades cívicas, la atención a los débiles y necesitados, educación y sanidad para todos…
. ¿Religión como asignatura obligada en todos los centros? ¿Llegó ya la hora de revisar tal aseveración, sin rehuir, por ejemplo, analizar el dato de que la mayoría de los dirigentes políticos, declarados corruptos en sus diversos grados y calificaciones judiciales, fueron educados en colegios religiosos, o de religiosos, tal y como consta en sus actas y en las fotos que se exhiben en sus claustros, como modelos y ejemplos de vida cristiana?
. La religión como asignatura precisa de una revisión profunda y urgente. Los tiempos concordatarios y constitucionales están ya a punto de pasar. La traducción de que “así entraremos en tiempos irreductiblemente ateos, arrojando a Dios de las escuelas”, es afirmación absurda y sectaria. Reducir la religión a una asignatura, conformarse con eso o luchar con denuedo y argumentos canónicos por mantener el estatus actual, ni tiene futuro ni es evangélico.
. En el organigrama de mítines, concentraciones, declaraciones, mesas redondas o cuadradas, “exclusivas” o “coloquiadas”, ni puede caber, ni cabe, todo o casi todo.. Tampoco cabe cuanto pretenda colar, o hacer creer, la bien remunerada imaginación del guionista o el enfervorizado tono de voz y los gestos del protagonista de turno, convertido en un “mandado” o comisionista.
. Tanto personal como colectivamente, el pueblo-pueblo es acreedor a toda clase de respeto. Ni se le puede engañar ni hacer comulgar con intragables ruedas de molino.. Engañar al pueblo es engañarse a sí mismo, previa la dimisión impertérrita de sus propios valores y de los que enseña, muestra o predica. Las promesas, con inclusión prioritaria para las electorales, son sagradas de por sí. Mentir, tergiversar la verdad, alicantinear y embaucar al pueblo, equivale a convertirlo y tratarlo como objeto y sujeto de histrionismo y de risas festivaleras, arrebatándole su dignidad, como obra principal de la creación.
. Las promesas que se le hagan al pueblo, aunque se les note con facilidad a sus “fautores” la falsía e incapacitación para el cumplimiento de las mismas, los deslegitiman, ofenden y humillan, por el hecho añadido de que una de las acepciones más frecuentes del término “política” sea académicamente el de “hacer uso de malas artes”, lo que proclama la fetidez de los procedimientos, de manera particular los empleados en la cúspide morfinómana y apoteósica de los mítines.
. En España es referencia obligada al hecho de que, durante los tiempos electorales, grupos de sus representantes políticos intensifiquen su dedicación al juego adolescente del “corro de la patata” con sentimientos religiosos, recursos al santoral, procesiones, peregrinaciones y actualización de amenazas de castigos eternos de del infierno, mientras que otros grupos se sirven de los mismos exactamente en su contra. En proporciones similares se hacen presentes gestos, eslóganes, gritos y símbolos tradicionalmente “religiosos”, que los que puedan resonar, y blandirse, en los aledaños de las calderas de Pedro Botero.
. Es precisamente alrededor de la aceptación o rechazo, con sus respectivas valoraciones académicas y “curriculares” de la asignatura de la religión, en los que se libran las batallas más singulares, en ocasiones, hasta con emblemas de cruzadas. ¿Pero es que la religión puede ser, y es, nada más y nada menos que una asignatura, o “cada uno de los tratados que se enseñan en un establecimiento docente”? ¿Es que la religión como tal, es una enseñanza, regulada además por concordatos o tratados?¿Enseñanza solo católica, o cristiana, y además impartida en conformidad con los criterios de los obispos de las diócesis que, con o sin oposición académica, sino solo o fundamentalmente porque “estos profesores son de su cuerda”, aunque no lo sean de la del papa Francisco, sino todo lo contrario?.
. La identificación con religiosidades, ateísmos, agnosticismos y laicismos de la política y de los políticos, conduce irremisiblemente al enfrentamiento radical entre los pueblos. La historia así lo testifica y demuestra en capítulos muy sangrientos, perversos e inhumanos.
. Al menos en teoría, tanto política como eclesiástica, en unos y otros idearios se salvaguardan principios humanos y evangélicos tales como la igualdad, el respeto, la integración de la mujer en las responsabilidades cívicas, la atención a los débiles y necesitados, educación y sanidad para todos…
. ¿Religión como asignatura obligada en todos los centros? ¿Llegó ya la hora de revisar tal aseveración, sin rehuir, por ejemplo, analizar el dato de que la mayoría de los dirigentes políticos, declarados corruptos en sus diversos grados y calificaciones judiciales, fueron educados en colegios religiosos, o de religiosos, tal y como consta en sus actas y en las fotos que se exhiben en sus claustros, como modelos y ejemplos de vida cristiana?
. La religión como asignatura precisa de una revisión profunda y urgente. Los tiempos concordatarios y constitucionales están ya a punto de pasar. La traducción de que “así entraremos en tiempos irreductiblemente ateos, arrojando a Dios de las escuelas”, es afirmación absurda y sectaria. Reducir la religión a una asignatura, conformarse con eso o luchar con denuedo y argumentos canónicos por mantener el estatus actual, ni tiene futuro ni es evangélico.