“RETIROS DE EMAÚS”
A unos 30 kilómetros de distancia de Jerusalén, en la comarca de Sefalá, o “terreno bajo”, se encontraba la aldea de Emaús, lugar en el que Judas Macabeo venció a Nicanor y Gorgias, General de los ejércitos de Antioco IV Epifanes, “el Firme” o “El Ilustre”. Tristes y desesperanzados por la crucifixión y muerte de Jesús, a dos de sus discípulos en su camino hacia tal aldea, como informa san Lucas (cap.24, 13-35,) se les apareció por primera vez, ya resucitado. La escena, con todo lujo de datos y detalles la narra el evangelista recordando que fue precisamente “al partir el pan” cuando y como lo reconocieron.
Con esta “denominación de origen” –“Retiros de Emaús”- inició un sacerdote hace 35 años unas jornadas espirituales en la parroquia de Saint Louis de Miami, (EE.UU.), en colaboración con Myrna Gallagher, laica y catequista responsable de la educación religiosa de la comunidad. En Madrid, y más concretamente en la parroquia de san Germán, se iniciaron en el año 2009, organizándose posteriormente en dos parroquias más y en otras dos de Barcelona.
La referencia aquí y ahora a estos retiros, es porque se hacen noticia a consecuencia de algunas características que enmarcan y definen estos “encuentros con el Señor en los que Jesús camina a nuestro lado, pero que en muchas veces no lo vemos”, destacándose en los mismos “como una de sus particularidades el factor sorpresa”, dado que “pocas cosas se saben con antelación sobre lo que acontece en las 72 horas que duran”.”Antes de su celebración, lo único que sabes es que solo se pueden hacer una vez en la vida, que no se puede contar absolutamente nada a nadie respecto a los mismos, y que es testimonial es decir, que todo te invita a no hacerlos”.
De entre lo que hemos podido colegir acerca de su “misteriosidad”, un tanto excéntrica y dudosamente religiosa, impropia de la claridad evangélica y evangelizadora, “de formato novedoso y “friki”, acentúo algunos datos y signos con sus respectivas citas: “La única publicidad que se hace de ellos es el boca a boca”; “Son geniales: hazlos porque nadie te cuenta ni te contará nada más”; “se organizan para hombres y para mujeres, aunque, es lógico, que separadamente”; “ los organizadores se denominan “servidores” y son laicos, aunque bajo la supervisión de un sacerdote”; “ la confidencialidad es total”; “ hay quien desnuda su alma y cuenta toda su vida a quienes están haciendo con él o con ella, el retiro, y no los conoce de nada”; “todo lo que se cuenta allí se recibe como un regalo y, como tal, no se va ofreciendo o contándolo a todos: un regalo se cuida y se valora”; “los han hecho y los hacen miembros del Opus Dei, de los Legionarios de Cristo Rey, jesuitas, del Camino Neocatecumenal… e incluso ateos y creyentes de otras religiones”; “mi vida sigue siendo igual, pero aprendí a lidiar con los mismos problemas de una manera distinta; es como si te cambiaras de gafas”. Aseguran contar con la correspondiente aprobación de la Iglesia. “El corazón arde en ascuas por Cristo, que te dice: tú eres mi amado”; “lo único que pretenden los retiros es que amemos a Cristo para así ser más felices y culminemos nuestra vida, viéndole cara a cara en el cielo”; “¡Haced Emaús…Solo perdereis, es decir, ganareis, un “fin de semana¡”
Se subraya que los citados retiros- caminos de Emaús, únicamente podrán hacerlos quienes hayan cumplido ya los 25 años de edad, con la reiterada prohibición de no poder volver a hacerlos más de una vez en la vida….
Y poco más de lo aquí referido es lo que por ahora me ha sido posible recapitular acerca de estos retiros, además de que no tienen “vinculación alguna con otros movimientos patrocinados por Órdenes o Congregaciones Religiosas de cualquier signo o condición”. Me crearía un problema de conciencia si dejara de subrayar mi sorpresa, admiración y desconcierto ante el hecho del arcano y misterio con que se siguen encubriendo en la religión cristiana elementos, métodos y sistemas de evangelización, similares a los aquí reseñados, cuando a la vez en el camino –los caminos- de ida y vuelta a Emaús se parte el pan con tanta sencillez, transparencia, generosidad y terneza.
En tiempos en los que todo se sabe, y además tarde o temprano debe saberse “por la gracia de Dios”, jugar al escondite, a los fantasmas y a las reticencias, traen a la memoria episodios sospechosos o infantiles, impropios del evangelio que identifica a Jesús y a la Iglesia con “el Camino, la Verdad y la Vida”.
Con esta “denominación de origen” –“Retiros de Emaús”- inició un sacerdote hace 35 años unas jornadas espirituales en la parroquia de Saint Louis de Miami, (EE.UU.), en colaboración con Myrna Gallagher, laica y catequista responsable de la educación religiosa de la comunidad. En Madrid, y más concretamente en la parroquia de san Germán, se iniciaron en el año 2009, organizándose posteriormente en dos parroquias más y en otras dos de Barcelona.
La referencia aquí y ahora a estos retiros, es porque se hacen noticia a consecuencia de algunas características que enmarcan y definen estos “encuentros con el Señor en los que Jesús camina a nuestro lado, pero que en muchas veces no lo vemos”, destacándose en los mismos “como una de sus particularidades el factor sorpresa”, dado que “pocas cosas se saben con antelación sobre lo que acontece en las 72 horas que duran”.”Antes de su celebración, lo único que sabes es que solo se pueden hacer una vez en la vida, que no se puede contar absolutamente nada a nadie respecto a los mismos, y que es testimonial es decir, que todo te invita a no hacerlos”.
De entre lo que hemos podido colegir acerca de su “misteriosidad”, un tanto excéntrica y dudosamente religiosa, impropia de la claridad evangélica y evangelizadora, “de formato novedoso y “friki”, acentúo algunos datos y signos con sus respectivas citas: “La única publicidad que se hace de ellos es el boca a boca”; “Son geniales: hazlos porque nadie te cuenta ni te contará nada más”; “se organizan para hombres y para mujeres, aunque, es lógico, que separadamente”; “ los organizadores se denominan “servidores” y son laicos, aunque bajo la supervisión de un sacerdote”; “ la confidencialidad es total”; “ hay quien desnuda su alma y cuenta toda su vida a quienes están haciendo con él o con ella, el retiro, y no los conoce de nada”; “todo lo que se cuenta allí se recibe como un regalo y, como tal, no se va ofreciendo o contándolo a todos: un regalo se cuida y se valora”; “los han hecho y los hacen miembros del Opus Dei, de los Legionarios de Cristo Rey, jesuitas, del Camino Neocatecumenal… e incluso ateos y creyentes de otras religiones”; “mi vida sigue siendo igual, pero aprendí a lidiar con los mismos problemas de una manera distinta; es como si te cambiaras de gafas”. Aseguran contar con la correspondiente aprobación de la Iglesia. “El corazón arde en ascuas por Cristo, que te dice: tú eres mi amado”; “lo único que pretenden los retiros es que amemos a Cristo para así ser más felices y culminemos nuestra vida, viéndole cara a cara en el cielo”; “¡Haced Emaús…Solo perdereis, es decir, ganareis, un “fin de semana¡”
Se subraya que los citados retiros- caminos de Emaús, únicamente podrán hacerlos quienes hayan cumplido ya los 25 años de edad, con la reiterada prohibición de no poder volver a hacerlos más de una vez en la vida….
Y poco más de lo aquí referido es lo que por ahora me ha sido posible recapitular acerca de estos retiros, además de que no tienen “vinculación alguna con otros movimientos patrocinados por Órdenes o Congregaciones Religiosas de cualquier signo o condición”. Me crearía un problema de conciencia si dejara de subrayar mi sorpresa, admiración y desconcierto ante el hecho del arcano y misterio con que se siguen encubriendo en la religión cristiana elementos, métodos y sistemas de evangelización, similares a los aquí reseñados, cuando a la vez en el camino –los caminos- de ida y vuelta a Emaús se parte el pan con tanta sencillez, transparencia, generosidad y terneza.
En tiempos en los que todo se sabe, y además tarde o temprano debe saberse “por la gracia de Dios”, jugar al escondite, a los fantasmas y a las reticencias, traen a la memoria episodios sospechosos o infantiles, impropios del evangelio que identifica a Jesús y a la Iglesia con “el Camino, la Verdad y la Vida”.