SANTOS BURÓCRATAS
A “la influencia excesiva de los empleados públicos en el Gobierno del Estado”, y a “la clase social que la forman”, el diccionario le aplica la definición de “burocracia”, con todas sus bendiciones académicas, sustentadas además, y con autoridad, en los términos, uno de procedencia francesa, y otro, griega, con lo que ideas tales como las de “empleo, ocupación y oficio” quedan impolutamente amparadas, y con cuantas garantías gramaticales exigen las normas y leyes. Desde estas esferas, la palabra “burocracia” extendió su nomenclatura, concepción y procedimientos a otros ámbitos, con inclusión del eclesiástico, sin que los político- sociales sufrieran deterioro alguno, sino al contrario, enriquecidos con los privilegios y prerrogativas propias de cada grupo, salvándose siempre, y por encima de todo, las características que definieran de por vida al “burócrata” como tal, con sus ventajas y exenciones ante sí mismos y ante el resto de la comunidad laboral o profesional.
Sin expresa, ni insinuada, descalificación o desatavío para los burócratas, ni para los trabajos, procedimientos y usos adjetivados como tales, sino con el previo reconocimiento para unos y otros, por lo que se refiere concretamente al contexto eclesiástico que especifica, cataloga y define a determinados grupos de la clerecía, es indispensable tener en cuenta puntos de referencias como estos:
. Todo cuanto entrañe, sea y se comporte, como estructura organizada, con procedimientos regularizados, división de responsabilidades y aprovechamiento de los estudios y características de quienes estén al frente de las secciones y trabajos encomendados, puede ser, y es, beneficioso para el bien común, que es de lo que se trata, y más en ámbitos cabalmente religiosos.
. Peo, a la vez, la experiencia y el sentir del pueblo de Dios, están convencidos, y así lo manifiestan, que en la propia Iglesia sobra burocracia. Documentos, gestiones, visitas y plazos de tiempo…, obstaculizan con frecuencia la acción pastoral, aún con el aplauso de determinados artículos del Código de Derecho Canónico y de las normas y tradiciones de la “Santa Madre Iglesia”.
. A no pocos responsables de la actividad burocrática en la Iglesia –sacerdotes, “ministros de Dios” y ejecutores de la pastoral evangélica -, les sobran gestos, sellos y timbres, firmas e informes, y les faltan palabras de aceptación, entendimiento, comprensión, caridad, con invocación a veces, de aranceles, tasas, “la voluntad” o “limosnas”. Los comportamientos dentro de la Iglesia que no pasen con facilidad y elocuencia el examen, por piadoso que sea, de la burocracia y traspasen sus linderos y barreras, jamás recibirán copia autorizada de partida de bautismo, por habérsele caducado la fecha.
. Una ingente porción de burócratas pueblan las curias diocesanas, y más, la romana, en las que los mismos obispos resultan ser los mayores burócratas, en detrimento de la actividad pastoral, en unos tiempos como los actuales en los que la carencia de vocaciones pudiera paliarse, al menos por ahora, con mayor y más activa participación de los seglares, responsables de tantas actividades y gestiones que las “fábricas”, es decir, iglesias y obras religiosas, precisan y demandan. Para no pocas actividades “eclesiásticas” los seglares están dotados de carismas y de dosis de gracia de Dios, y de la otra, tanto o más que lo están los sacerdotes y los obispos.
. Me quedaría insatisfecho si, pese a todo, no manifestara mi extrañeza al comprobar que burócratas que “ascendieron al honor de los altares”, previos los procesos de beatificación y canonización, superan en número y proporción al de otros sacerdotes que se dedicaron al ministerio pastoral más directamente y ante la opinión pública con más riesgos en todo orden de cosas, y con menores privilegios. El dato de que, por ejemplo, el número de papas canonizados, o en camino de serlo, de los últimos tiempos, sea tan sorprendentemente superior al correspondiente al de siglos anteriores, y al de sacerdotes y obispos “no fundadores”, merecería alguna explicación por parte de quienes son los responsables últimos de estas decisiones, y a las que el pueblo les confiere tan sagrada y misteriosa importancia.
. La intervención hoy de los santos burócratas no es tan invocada y reclamada como ejemplos de vida cristiana, con ornamentos sagrados, títulos y liturgia y revestidos “de raro”. Resultan incomparablemente más ejemplares los dedicados al servicio de la colectividad, y encarnados en ella, con nómina o sin nómina..Burocracia, autoridad y ortodoxia configuran un trío “carrerista”, con frecuentes y pingües resultados irreligiosos, ausentando “ipso facto” al mismísimo Espíritu Santo.
Sin expresa, ni insinuada, descalificación o desatavío para los burócratas, ni para los trabajos, procedimientos y usos adjetivados como tales, sino con el previo reconocimiento para unos y otros, por lo que se refiere concretamente al contexto eclesiástico que especifica, cataloga y define a determinados grupos de la clerecía, es indispensable tener en cuenta puntos de referencias como estos:
. Todo cuanto entrañe, sea y se comporte, como estructura organizada, con procedimientos regularizados, división de responsabilidades y aprovechamiento de los estudios y características de quienes estén al frente de las secciones y trabajos encomendados, puede ser, y es, beneficioso para el bien común, que es de lo que se trata, y más en ámbitos cabalmente religiosos.
. Peo, a la vez, la experiencia y el sentir del pueblo de Dios, están convencidos, y así lo manifiestan, que en la propia Iglesia sobra burocracia. Documentos, gestiones, visitas y plazos de tiempo…, obstaculizan con frecuencia la acción pastoral, aún con el aplauso de determinados artículos del Código de Derecho Canónico y de las normas y tradiciones de la “Santa Madre Iglesia”.
. A no pocos responsables de la actividad burocrática en la Iglesia –sacerdotes, “ministros de Dios” y ejecutores de la pastoral evangélica -, les sobran gestos, sellos y timbres, firmas e informes, y les faltan palabras de aceptación, entendimiento, comprensión, caridad, con invocación a veces, de aranceles, tasas, “la voluntad” o “limosnas”. Los comportamientos dentro de la Iglesia que no pasen con facilidad y elocuencia el examen, por piadoso que sea, de la burocracia y traspasen sus linderos y barreras, jamás recibirán copia autorizada de partida de bautismo, por habérsele caducado la fecha.
. Una ingente porción de burócratas pueblan las curias diocesanas, y más, la romana, en las que los mismos obispos resultan ser los mayores burócratas, en detrimento de la actividad pastoral, en unos tiempos como los actuales en los que la carencia de vocaciones pudiera paliarse, al menos por ahora, con mayor y más activa participación de los seglares, responsables de tantas actividades y gestiones que las “fábricas”, es decir, iglesias y obras religiosas, precisan y demandan. Para no pocas actividades “eclesiásticas” los seglares están dotados de carismas y de dosis de gracia de Dios, y de la otra, tanto o más que lo están los sacerdotes y los obispos.
. Me quedaría insatisfecho si, pese a todo, no manifestara mi extrañeza al comprobar que burócratas que “ascendieron al honor de los altares”, previos los procesos de beatificación y canonización, superan en número y proporción al de otros sacerdotes que se dedicaron al ministerio pastoral más directamente y ante la opinión pública con más riesgos en todo orden de cosas, y con menores privilegios. El dato de que, por ejemplo, el número de papas canonizados, o en camino de serlo, de los últimos tiempos, sea tan sorprendentemente superior al correspondiente al de siglos anteriores, y al de sacerdotes y obispos “no fundadores”, merecería alguna explicación por parte de quienes son los responsables últimos de estas decisiones, y a las que el pueblo les confiere tan sagrada y misteriosa importancia.
. La intervención hoy de los santos burócratas no es tan invocada y reclamada como ejemplos de vida cristiana, con ornamentos sagrados, títulos y liturgia y revestidos “de raro”. Resultan incomparablemente más ejemplares los dedicados al servicio de la colectividad, y encarnados en ella, con nómina o sin nómina..Burocracia, autoridad y ortodoxia configuran un trío “carrerista”, con frecuentes y pingües resultados irreligiosos, ausentando “ipso facto” al mismísimo Espíritu Santo.