SANTOS CARÍSIMOS
“Caro”, en adjetivo superlativo “carísimo”, significa académicamente “que excede mucho del valor o estimación regular” y “precio elevado”, a la vez que “amado, querido”, o “sentimiento de afecto, inclinación y entrega a alguien o algo”. “Carísimo- queridísimo” es el amigo, a la vez que carísimo” es, o puede ser, cualquier objeto, acción o gestión que lleve consigo un alto precio, consignado en dinero contante y sonante. Esta referencia-oración- meditación a los santos no se centra ni solo ni fundamentalmente en el amor reverencial y devoto que sus ejemplos de vida susciten, sino también a los gastos que la beatificación- canonización de los mismos hayan podido generarles a quienes de alguna manera y proporción hayan sido sus patrocinadores.
El Papa Francisco, con reduplicativos apremios, acaba de darle el “Visto Bueno” a un comunicado “a favor del refuerzo de los controles de financiación en los procesos de beatificación- canonización”, con expresa mención para “el fondo de solidaridad” que justifica parte de las tasas y los emolumentos, lo que le confiere actualidad a nuestro comentario, que por otra parte no lo necesita, por la contundente y contumaz razón de que la “vox pópuli” ha clamado y clama por tal revisión canónica, urgente, audaz y profunda.
. En los últimos tiempos de la historia de la Iglesia , sobre todo en los pontificados de San Juan Pablo II y de Benedicto XVI, la nómina y letanía de beatos y santos creció de modo tan notorio -1338 beatos y 442 santos-, que llegó a equipararse, y aún a superar, a la de los siglos anteriores. Con aviesa desconsideración algunos se atrevieron a calificar la Curia Romana de “fábrica de santos”, título y denominación no exenta de rentabilidades, no solamente sobrenaturales sino también terrenales.
. Con sumo y religioso cuidado, por tratarse de temas y de cuentas tan benditas y sacramentales, evitando comentarios y detalles “non sanctos”, aunque demostrables judicialmente la mayoría de ellos, a título de ejemplo-desejemplo, se conoce y se ha publicado, que costó –sí, costó- ,332,000 euros concederle el título y tratamiento de beato a cierto predicador norteamericano, destacando el hecho de los 750,000 euros “invertidos” en la canonización de Antonio Rosmini, conde italiano del siglo XIX, una y otra siendo y ejerciendo de Papa Benedicto XVI.
. El mismo respeto y santos temor de Dios, y la prudencia elemental, me ahorran insertar otras citas. Sin necesidad de quebrantar secretos reservados, el bloqueo de las 460 cuentas corrientes, con un montante de 40 millones de euros, adscritos en el Banco Vaticano en el apartado popular de “fábrica de santos”, fue noticia hecha pública a su tiempo, surgida de fuentes pontificias “franciscanas”, con certeras e indeclinables referencias a determinados “purpurados” romanos.
. En estos casos, de modo similar a tantos otros, llegar a la conclusión de que los ricos por ricos -como personas o como instituciones-, juegan también con la ventaja canónica de tener más cercana la consecución del reino de los cielos por su condición de beatos o santos, genera el lógico escándalo, de no ser por el convencimiento generalizado que se tiene de que todos somos pecadores, sin exclusión de los miembros de las Curias, abogados, prelados y monseñores, aunque estén en disposición de acatar de aquí en adelante la disciplina renovadora encarnada en el Papa Francisco.
. Ni los beatos ni los santos se compran o se venden, ni siquiera con las más beatas, devotas y rutinarias intenciones. La historia pasada y presente de la Iglesia proporciona capítulos frecuentes de simoníacas operaciones. Por supuesto que constituiría un atrevimiento insensato e injusto, y una grave falta de formación- información religiosa, la simple duda de que en estas cuestiones estuviera comprometido el dogma de infalibilidad pontificia. Beatos y santos lo son solo en función del reconocimiento “oficial” por parte de la Iglesia de que se les pueda rendir culto público, sin más consideraciones dimanantes de la coronación de los respectivos procesos canónicos, como las relativas a ser poseedores de la visión beatífica para toda la eternidad.
. Los santos-santos, y los beatos- beatos, jamás serán objetos – sujetos de compraventas –“adquirir algo mediante dinero”-, con la recua de sinónimos que esta operación comporta, como son las de comercio, permuta, comisión, regateo, simonía, demanda, liquidación, corrupción o soborno. º
El Papa Francisco, con reduplicativos apremios, acaba de darle el “Visto Bueno” a un comunicado “a favor del refuerzo de los controles de financiación en los procesos de beatificación- canonización”, con expresa mención para “el fondo de solidaridad” que justifica parte de las tasas y los emolumentos, lo que le confiere actualidad a nuestro comentario, que por otra parte no lo necesita, por la contundente y contumaz razón de que la “vox pópuli” ha clamado y clama por tal revisión canónica, urgente, audaz y profunda.
. En los últimos tiempos de la historia de la Iglesia , sobre todo en los pontificados de San Juan Pablo II y de Benedicto XVI, la nómina y letanía de beatos y santos creció de modo tan notorio -1338 beatos y 442 santos-, que llegó a equipararse, y aún a superar, a la de los siglos anteriores. Con aviesa desconsideración algunos se atrevieron a calificar la Curia Romana de “fábrica de santos”, título y denominación no exenta de rentabilidades, no solamente sobrenaturales sino también terrenales.
. Con sumo y religioso cuidado, por tratarse de temas y de cuentas tan benditas y sacramentales, evitando comentarios y detalles “non sanctos”, aunque demostrables judicialmente la mayoría de ellos, a título de ejemplo-desejemplo, se conoce y se ha publicado, que costó –sí, costó- ,332,000 euros concederle el título y tratamiento de beato a cierto predicador norteamericano, destacando el hecho de los 750,000 euros “invertidos” en la canonización de Antonio Rosmini, conde italiano del siglo XIX, una y otra siendo y ejerciendo de Papa Benedicto XVI.
. El mismo respeto y santos temor de Dios, y la prudencia elemental, me ahorran insertar otras citas. Sin necesidad de quebrantar secretos reservados, el bloqueo de las 460 cuentas corrientes, con un montante de 40 millones de euros, adscritos en el Banco Vaticano en el apartado popular de “fábrica de santos”, fue noticia hecha pública a su tiempo, surgida de fuentes pontificias “franciscanas”, con certeras e indeclinables referencias a determinados “purpurados” romanos.
. En estos casos, de modo similar a tantos otros, llegar a la conclusión de que los ricos por ricos -como personas o como instituciones-, juegan también con la ventaja canónica de tener más cercana la consecución del reino de los cielos por su condición de beatos o santos, genera el lógico escándalo, de no ser por el convencimiento generalizado que se tiene de que todos somos pecadores, sin exclusión de los miembros de las Curias, abogados, prelados y monseñores, aunque estén en disposición de acatar de aquí en adelante la disciplina renovadora encarnada en el Papa Francisco.
. Ni los beatos ni los santos se compran o se venden, ni siquiera con las más beatas, devotas y rutinarias intenciones. La historia pasada y presente de la Iglesia proporciona capítulos frecuentes de simoníacas operaciones. Por supuesto que constituiría un atrevimiento insensato e injusto, y una grave falta de formación- información religiosa, la simple duda de que en estas cuestiones estuviera comprometido el dogma de infalibilidad pontificia. Beatos y santos lo son solo en función del reconocimiento “oficial” por parte de la Iglesia de que se les pueda rendir culto público, sin más consideraciones dimanantes de la coronación de los respectivos procesos canónicos, como las relativas a ser poseedores de la visión beatífica para toda la eternidad.
. Los santos-santos, y los beatos- beatos, jamás serán objetos – sujetos de compraventas –“adquirir algo mediante dinero”-, con la recua de sinónimos que esta operación comporta, como son las de comercio, permuta, comisión, regateo, simonía, demanda, liquidación, corrupción o soborno. º