Santos "Conseguidores"
El Santoral –Año Cristiano- es –debe ser- manual de teología. Catecismo. Síntesis de doctrina cristiana. Saber y sabor de principios de fe, esperanza y caridad, cuya enseñanza y práctica configuran artículos y mandamientos con sacrosantas referencias al evangelio, motivo y fundamento de la Iglesia. Antes, y ahora también, la escasez de cultura religiosa tiene abiertos en el Santoral capítulos importantes de la educación religiosa para ser y ejercer de verdaderos cristianos. El Santoral es meritoriamente objeto y sujeto de reflexiones teológico- pastorales, algunas de las cuales aquí y ahora hacemos presentes con rigor.
. Ni es exagerado, ni blasfemo, aseverar que el Santoral ha sido, y es, en muchas ocasiones, un “coladero”. Tal opinión está avalada por historiadores y hagiógrafos, que lo testifican con cuantos “detalles dogmáticos” se precisen para confirmar su veracidad. Intereses espirituales, y no tanto, movilizaron multitud de recursos hasta facilitarles a los santos/as su acceso al “honor de los altares”.
. Aunque quede siempre, o casi siempre, a salvo, la razón de hacer oficialmente público el reconocimiento de la santidad de algunos, mientras que la de otros quede inédita, por no haber podido contribuir pueblos, ciudades u Órdenes religiosas, habrá de quedar académicamente bien claro que entre las diversas acepciones de la palabra “contribuir” se encuentra también la de “donaciones y cuotas”.
. La razón catequética de las canonizaciones- beatificaciones responde a la mediación- intercesión ejercidas por los santos ante Dios y la ejemplaridad de sus vidas para el pueblo cristiano. Una y otra motivación justifican cumplidamente los esfuerzos “invertidos” en los procesos que se terminan con todos los requisitos rituales, con la coronación, en presencia de las “más altas autoridades civiles y eclesiásticas”.
. Tradiciones y costumbres piadosas les asignaron a los santos a lo largo de la historia labores de “especialistas” en determinadas actividades, necesidades y enfermedades del alma y del cuerpo, tanto para sí como para familiares y amigos y, en circunstancias excepcionales, para el resto del mundo.
. Aunque la especialidad de ser “conseguidotes” de bienes naturales o sobrenaturales para los devotos no sea la única tarea a la que los moradores “oficiales” del cielo dediquen la eternidad de su adoración-contemplación divinales, la atención como “especialistas” habrá de suponerles gran parte de su oficio-ministerio a ellos encomendados de modo singular por parte del pueblo- pueblo de Dios.
. No obstante, preocupación pastoral de los responsables de la Iglesia en la reeducación de la fe, y en el capítulo de la actividad y misteriosa presencia de los santos, no se habrá de centrar en averiguar y difundir la capacidad de “conseguidotes” de los moradores de la corte celestial, sino en profundizar en las raíces de la santidad.
. Los santos son santos y como tales fueron y son reconocidos oficialmente por la Iglesia, sin que por eso Dios deje de ser tratado como Dios, absoluto merecedor de la adoración, que solamente a Él le corresponde. Dios es Dios y los demás, aunque sean ya moradores del cielo, no aspirarán jamás a sustituirlo.
. A santos, especialistas, patronos y “conseguidotes” les son asignadas tareas tan plurales como el dolor de muelas, el lumbago, el rayo, el reuma, el muermo de los caballos, los celos, los calambres, el flujo de sangre de la orina, enfermedades intestinales, la apoplejía, las cosas perdidas, las plagas de piojos, los picores, los sepultureros, los funcionarios judiciales, los queseros, los solterones, los vendedores de piel, los tratantes de caballos, el derrumbamiento de los puentes, el delirio del baile de san Vito, el “reposo” laboral, el nerviosismo, la mala conciencia, los fabricantes de cinturones, los faroleros, la maduración de las manzanas…
. Para atender cualquier necesidad, y ejercer su patronazgo a favor de colectivos o gremios, la piedad popular asignó a santos y a santas. La identificación de santos con “conseguidores”, no es del todo cristiano. Irrumpir así en los manuales de patología y contribuir a acrecentar el pánico entre los profesionales del ramo, es. – sería- poco serio y poco, o nada, santificante.
. Ni es exagerado, ni blasfemo, aseverar que el Santoral ha sido, y es, en muchas ocasiones, un “coladero”. Tal opinión está avalada por historiadores y hagiógrafos, que lo testifican con cuantos “detalles dogmáticos” se precisen para confirmar su veracidad. Intereses espirituales, y no tanto, movilizaron multitud de recursos hasta facilitarles a los santos/as su acceso al “honor de los altares”.
. Aunque quede siempre, o casi siempre, a salvo, la razón de hacer oficialmente público el reconocimiento de la santidad de algunos, mientras que la de otros quede inédita, por no haber podido contribuir pueblos, ciudades u Órdenes religiosas, habrá de quedar académicamente bien claro que entre las diversas acepciones de la palabra “contribuir” se encuentra también la de “donaciones y cuotas”.
. La razón catequética de las canonizaciones- beatificaciones responde a la mediación- intercesión ejercidas por los santos ante Dios y la ejemplaridad de sus vidas para el pueblo cristiano. Una y otra motivación justifican cumplidamente los esfuerzos “invertidos” en los procesos que se terminan con todos los requisitos rituales, con la coronación, en presencia de las “más altas autoridades civiles y eclesiásticas”.
. Tradiciones y costumbres piadosas les asignaron a los santos a lo largo de la historia labores de “especialistas” en determinadas actividades, necesidades y enfermedades del alma y del cuerpo, tanto para sí como para familiares y amigos y, en circunstancias excepcionales, para el resto del mundo.
. Aunque la especialidad de ser “conseguidotes” de bienes naturales o sobrenaturales para los devotos no sea la única tarea a la que los moradores “oficiales” del cielo dediquen la eternidad de su adoración-contemplación divinales, la atención como “especialistas” habrá de suponerles gran parte de su oficio-ministerio a ellos encomendados de modo singular por parte del pueblo- pueblo de Dios.
. No obstante, preocupación pastoral de los responsables de la Iglesia en la reeducación de la fe, y en el capítulo de la actividad y misteriosa presencia de los santos, no se habrá de centrar en averiguar y difundir la capacidad de “conseguidotes” de los moradores de la corte celestial, sino en profundizar en las raíces de la santidad.
. Los santos son santos y como tales fueron y son reconocidos oficialmente por la Iglesia, sin que por eso Dios deje de ser tratado como Dios, absoluto merecedor de la adoración, que solamente a Él le corresponde. Dios es Dios y los demás, aunque sean ya moradores del cielo, no aspirarán jamás a sustituirlo.
. A santos, especialistas, patronos y “conseguidotes” les son asignadas tareas tan plurales como el dolor de muelas, el lumbago, el rayo, el reuma, el muermo de los caballos, los celos, los calambres, el flujo de sangre de la orina, enfermedades intestinales, la apoplejía, las cosas perdidas, las plagas de piojos, los picores, los sepultureros, los funcionarios judiciales, los queseros, los solterones, los vendedores de piel, los tratantes de caballos, el derrumbamiento de los puentes, el delirio del baile de san Vito, el “reposo” laboral, el nerviosismo, la mala conciencia, los fabricantes de cinturones, los faroleros, la maduración de las manzanas…
. Para atender cualquier necesidad, y ejercer su patronazgo a favor de colectivos o gremios, la piedad popular asignó a santos y a santas. La identificación de santos con “conseguidores”, no es del todo cristiano. Irrumpir así en los manuales de patología y contribuir a acrecentar el pánico entre los profesionales del ramo, es. – sería- poco serio y poco, o nada, santificante.