Costumbres medievales II

En mi anterior entrada en el blog dejé en el aire la respuesta del grado de felicidad que tuvo Santa Isabel de Hungría en el hogar del malgrave de Turinghia con cuyo hijo mayor estaba prometida. La verdad es que entre los dos jóvenes se fue desarrollando un afecto entrañable en un reino en el que florecían las leyendas, los trovadores, los caballeros y sus historias de amor

Pero vayamos despacio. Desprovista de los afectos familiares la niña de cuatro años se integró pronto con los habitantes del castillo de Wartburg, edificado en lo alto de una roca y rodeado de bosques, que presidía la ciudad de Eisenach. Era una residencia muy visitada por caballeros, obispos y cantidad de nobles que venían a discutir con el margrave de política. Para una niña pequeña estas visitas por sus torneos, justas y trovadores eran fascinantes pues su suegro Hermann era conocido por su generosa hospitalidad que comportaba grandes banquetes regados con los mejores vinos. Estaban de moda las canciones que los juglares y trovadores llevaban, de ciudad en ciudad, en las que ponían de relieve las heroicas hazañas de sus héroes que fascinaban a los niños del castillo

Los niños vivían en el kemenate, un cuarto con una gran chimenea, reservado para ellos. La casa la presidía la segunda mujer del margrave, Sofía, con el que tenía seis hijos cuatro varones y dos niñas, una de ellas, Agnes, de la misma edad de Isabel con lo que fue su constante compañera. En la casa retumbaban las risas y los juegos infantiles

Aprendió a coser y bordar, a cultivar hierbas para convertirlas en medicamentos y pociones ya que destinada a ser la señora de una gran casa debía preocuparse por el buen estado de salud de todos los convivientes. También aprendió las costumbres de los banquetes, los distintos alimentos que se ofrecían, la música y los bailes que llevaban aparejados. Tuvo lecciones sobre poesía, el arte de la conversación y otras más físicas como la cetrería y el montar a caballo

Los dos sacerdotes húngaros que la acompañaron fueron encargados de que no olvidara sus costumbres religiosas, aprendiera a leer y conociera la historia y la lengua de su pueblo natal. El castillo tenía una capilla privada y Sofía era una mujer muy piadosa lo que influyó en Isabel. Se le asignaron dos personas de compañía, Guda, una mujer alemana e Ysentrude una joven viuda que, años después, comentaron que desde muy pequeña las prácticas religiosas fueron ocupando más y más espacio en su vida acompañadas de la preocupación por las pobres

Su infancia fue feliz, aunque empañada por el asesinato de su madre, por la muerte prematura de un hermano de Louis y de su futuro suegro que falleció de pena ante la desaparición de su hijo. Tuvo que asumir el rol de la señora de la casa cuando sólo tenía 10 años. Pero como todavía no se había celebrado el matrimonio llegaron otras propuestas para que el nuevo margrave hiciera una unión más ventajosa ya que la corona húngara había perdido influencia en Europa. Hubo presiones para que Isabel volviera a Hungría o entrara en un convento, pero Louis no quiso saber nada ya que estaba determinado a llevar a cabo la boda con su novia

La historia de Santa Isabel de Hungría es muy desconocida en nuestro país con lo que le dedicaré un par de entradas

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