Dios ama como una madre

Benedicto XVI, en su libro sobre Jesús de Nazaret, defendió una visión tradicional de la teología según la cual el título de madre para Dios era equivocado. Según el papa dimisionado sólo se le puede aplicar el de padre ya que el evangelio utiliza esta expresión. Con sus palabras, que siguen muchas personas, alejaba este arquetipo femenino, con todas sus connotaciones, de la figura divina.

En cambio el nuevo papa Francisco en la oración del Angelus de hace unos días, ante más de 100.00 personas ha expresado que “Dios nos tiene compasión, como la madre la tiene con sus hijos”, una manera de hablar en la que el pontífice equipara el amor de Dios al materno. Su imagen de Dios antepone la misericordia de la compasión (considerada materna) a la severidad del juicio (vista como paterna). La compasión que Dios muestra hacia la miseria humana se puede poner en parangón con “la relación de una madre ante los dolores de sus hijos”. Así “ama Dios” con un sentimiento que es fuerza que da vida, que resucita a la persona humana.

Bergoglio con su manera de hablar afable y cercana nos ha hecho ver a Dios desde la perspectiva de una compasión hacia los seres humanos que “reclama vísceras maternas” según el término bíblico.

Sus palabras son una apertura hacia la teología feminista que inició tímidamente Juan Pablo I el 10 de septiembre de 1978, durante otro Angelus, cuando dijo que “Dios más que padre es madre”. Juan Pablo II también en múltiples ocasiones habló de la paternidad de Dios que resumió “con las características que generalmente atribuimos al amor materno” (20 de enero de 1999).

Indudablemente muchos varones pueden sentir esa compasión que atribuimos a las madres y que muchas mujeres ni la sienten, ni la practican pero me gusta esta forma de hablar que añade a Dios unas características que le hacen más cercano y que nos permite valorar a las mujeres: nosotras también servimos para enriquecer a Dios con nuestros modelos.
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