Señor, te bendigo por no haberme hecho mujer
Todas las mañanas una parte del pueblo judío pronuncia, en su despertar, una bendición controvertida. Los hombres dicen: bendito seas, Señor, por no haberme hecho mujer y las mujeres recitan: bendito seas, Señor, de haberme hecho según tu voluntad. Una revista judía Tenu’a, ha querido partir de estas bendiciones para demostrar la igualdad entre los hombres y mujeres en el judaísmo. Para ello ha pedido a muchas personalidades del mundo rabínico, literario o universitario para que ofrezcan sus ideas
Gabriel Abensour, cofundador de Beit Hamidrash, reflexiona sobre la fórmula negativa “no haberme hecho esclavo, mujer y no judío” para cambiarla “por haberme hecho judío” que figura en manuscritos antiguos del Talmud. Es la única que le deja con la conciencia tranquila porque no afirma su identidad contra la negación de otros, no rompe con la tradición y no inventa fórmulas nuevas apologéticas que rehúsan asumir los fallos de la tradición milenaria judía.
Hervé élie Bokobza, talmudista, considera que la fórmula es difícil de entender porque respecto a los gentiles y a las mujeres, el alma de los judíos y la de los varones aparece como superior. Él defiende que la identidad no es con la que se nace sino la que se construye a lo largo de la vida. La calidad de los seres humanos, varones o mujeres, se define por sus actos y no por su naturaleza
Haim Nisenbaum, rabino. Defiende que la asamblea de la creación está construida sobre un perfecto equilibrio que comprende altos grados de espiritualidad, pero también al mundo material. Se debe entender como la unión entre un principio masculino y uno femenino que existieron desde el principio de la creación. Se apoya en las palabras de Salomón, en el Cantar de los Cantares, que escoge deliberadamente la alegoría del bien amado y de la bien amada para hablar de Dios y de Israel. El Talmud describe la función social del hombre y de la mujer, al primero le asigna la aportación de la recolección y a la mujer el trabajo para convertirla en harina capaz de alimentar a la casa familiar. La casa es también un símbolo del edificio espiritual que debemos construir entre los hombres y las mujeres
Marc – Alain Quaknin, rabino. La plegaria judía matinal con sus bendiciones birkot hashahar no son las mismas en las distintas tradiciones sefarditas, askenazis o hasiditas, pero el espíritu permanece el mismo. El lado discriminatorio y despreciativo o como menos condescendiente, de algunas de estas bendiciones han empujado a los rabinos a buscar alternativas.El lado positivo es que nos sensibilizan ante las diferencias de naturaleza: hombre – mujer; de cultura: judíos y gentiles y de situación: libres y esclavos y que polemizan con las palabras de Pablo: no hay ni judío ni griego, ni amo ni esclavo, ni hombre ni mujer pues todos somos uno en Jesucristo. Y otro aspecto positivo es que enfrentan al hombre, temprano por la mañana, a la palabra no sin la que no se puede vivir en sociedad
Yeshaya Dalsace, rabino. Reconoce la felicidad de haber sido concebido como ser humano, masculino y sensible a los encantos de las mujeres, pero celoso de su capacidad de ser madres. Pero renuncia a definirse en contraposición a otros colectivos pues considera falta de humildad respecto a los esclavos víctimas de la opresión social y a las mujeres víctimas de la opresión masculina y sus prejuicios patriarcales. Me parece, nos dice, que los seres humanos somos capaces de alcanzar un nivel de inteligencia para distinguir lo que es válido de lo que ha dejado de serlo como esta bendición, más cercana a las sombras de la religión judía que a sus luces
Eliette Abécassis, escritora. Ella entiende la bendición como una manera de resaltar que las mujeres soportan el peso del mundo, llevan a sus hijos durante nueve meses en sus vientres, dan a luz con frecuencia en condiciones difíciles, amamantan y se ocupan de sus hijos de forma que son testigos constantes de la vida que nace y muere. Todo está contra ella: tener hijos o ser estéril, el trabajo, la edad y la sociedad que no deja de someterlas. Se venden sus cuerpos, se compra su espíritu, incluso hoy día se comercia con su útero, son esclavas que se compran y se venden. Esta bendición le recuerdan al varón todos los días que debe proteger a las mujeres, a su esposa, a su hija a su hermana… Pues las mujeres están siempre en una situación de debilidad
Philippe Haddad, rabino. Pertenecer a una tradición, nos dice, no significa aceptar obligatoriamente todos sus componentes. Leer, por ejemplo, que Elías degolló a 450 profetas de Baal no debe regocijar a un hombre moderno, pero hay que asumir la herencia interpretando y contextualizando los pasajes moralmente discutibles como hizo el Talmud que supo comprender la Torah, como un escrito que no estaba en el cielo ¿Supone traicionar al judaísmo evitar esta bendición que no está en conexión con un lugar y un tiempo específico? ¿No ha llegado la hora de comprender nuestro futuro en términos de colaboración puesto que “varón y mujeres?