Los amish crecen en número
A muchos occidentales nos parece mentira que una secta, los Amish, vean incrementados sus números cuando se muestran reacios a casi todo lo moderno. Se calcula que son 310.000 un número que se incrementa en un 150% frente al de hace 25 años cuando se pensaba que estaban en vías de extinción. Es una cifra enorme si pensamos en su método de vida.
Es frecuente verlos por las carreteras en coches tirados por caballos, sus casas no cuentan con televisión ni frigorífico mientras que su vestimenta nos hace pensar que estamos en el siglo XIX pero son familias unidas, con matrimonios tempranos que cuentan con numerosos hijos (la media es de 7). Su educación termina pronto pues los jóvenes aprenden un oficio de sus padres.
Pero la vida cambia para todos y cuando antes sus tierras estaban rodeadas de un ambiente rural ahora se encuentran con fábricas y pueblos cercanos. Muchos han tenido que abandonar la agricultura para seguir otros caminos más productivos. Concretamente una de sus comunidades se ha hecho famosa por la construcción de cenadores y pérgolas para jardines lo que les ha obligado a utilizar ordenadores y teléfonos para contestar a los pedidos. Otros negocios que han emprendido son supermercados, panaderías o catering para las empresas. Se calcula que hay más de 2000 empresarios con éxito, algunos millonarios, en la zona de Lancaster.
De esta forma internet está entrando gradualmente en sus comunidades ya sea mediante tarjetas de crédito, teléfonos celulares o servicio de taxis. Los jóvenes no están autorizados a utilizar sus teléfonos en las actividades eclesiales o en sus casas, simplemente pueden recibir mensajes pues hay una línea muy definida entre el trabajo y el hogar. Pero los límites no están siempre claros ya que conectar una casa a la electricidad pública está prohibido pero muchas están electrificadas mediante generadores o paneles solares. Incluso han montado una empresa de taxis con conductores, que no son amish, para no violar la norma de no tener coche propio.
Algunos están preocupados por estos cambios que les llevan al no cumplimiento de muchas leyes previas. Ven a los hijos obsesionados por el teléfono pues les alejan de la comunidad y viven individualmente. Llego a la conclusión de que en todas partes cuecen habas pero a la vez me admiro de que algunas personas sean fieles a sus creencias a pesar de que se vean enfrentadas a los signos de los tiempos.
Es frecuente verlos por las carreteras en coches tirados por caballos, sus casas no cuentan con televisión ni frigorífico mientras que su vestimenta nos hace pensar que estamos en el siglo XIX pero son familias unidas, con matrimonios tempranos que cuentan con numerosos hijos (la media es de 7). Su educación termina pronto pues los jóvenes aprenden un oficio de sus padres.
Pero la vida cambia para todos y cuando antes sus tierras estaban rodeadas de un ambiente rural ahora se encuentran con fábricas y pueblos cercanos. Muchos han tenido que abandonar la agricultura para seguir otros caminos más productivos. Concretamente una de sus comunidades se ha hecho famosa por la construcción de cenadores y pérgolas para jardines lo que les ha obligado a utilizar ordenadores y teléfonos para contestar a los pedidos. Otros negocios que han emprendido son supermercados, panaderías o catering para las empresas. Se calcula que hay más de 2000 empresarios con éxito, algunos millonarios, en la zona de Lancaster.
De esta forma internet está entrando gradualmente en sus comunidades ya sea mediante tarjetas de crédito, teléfonos celulares o servicio de taxis. Los jóvenes no están autorizados a utilizar sus teléfonos en las actividades eclesiales o en sus casas, simplemente pueden recibir mensajes pues hay una línea muy definida entre el trabajo y el hogar. Pero los límites no están siempre claros ya que conectar una casa a la electricidad pública está prohibido pero muchas están electrificadas mediante generadores o paneles solares. Incluso han montado una empresa de taxis con conductores, que no son amish, para no violar la norma de no tener coche propio.
Algunos están preocupados por estos cambios que les llevan al no cumplimiento de muchas leyes previas. Ven a los hijos obsesionados por el teléfono pues les alejan de la comunidad y viven individualmente. Llego a la conclusión de que en todas partes cuecen habas pero a la vez me admiro de que algunas personas sean fieles a sus creencias a pesar de que se vean enfrentadas a los signos de los tiempos.