La caída de las hojas y el Adviento

Tenemos la suerte de que nos ha llegado un otoño retardado y en el inicio del Adviento nos encontramos con una lluvia de hojas que caen a nuestro lado. En la ciudad se nota menos aunque siempre tenemos cerca de nuestras casas un parque con árboles.

Piensa, si cae una hoja delante de ti, que es una manera que tiene Dios para hacerse presente en tu vida. Si es roja, sinónimo del amor, nos da conocer que nos quiere. Si es amarilla, símbolo de la luz, nos hace comprender que es un faro en nuestra vida. Si todavía es verde nos llena de esperanza en un futuro mejor. Si es marrón nos advierte de que no tomemos senderos equivocados que pueden terminar en un camino sin final. Recógelas cuando salgas a pasear y mételas en una fuente en tu casa, al final del Adviento el conjunto formará un arco iris que anuncia el fin de la oscuridad, de la lluvia, de la falta de luz y del frío. A lo mejor te inspiran otras ideas, déjalas que se desarrollen sin interferencias.

Es un buen ejercicio para el inicio de este tiempo litúrgico pues Jesucristo, como arco iris encarnado en un recién nacido, supone una gran esperanza para la humanidad. Esa esperanza que plasmamos en los belenes y en los villancicos navideños pero que debemos hacer realidad en nuestras vidas e intentar que los que participan de nuestra comunidad pueden tener las mismas ilusiones que nosotros.

Los árboles mueren aparentemente en invierno y renacen de nuevo en primavera. Nuestras vidas no son distintas de la naturaleza pues aunque no estemos sujetos a un ciclo de estaciones todos hemos pasado por momentos de muerte y de renacimiento. Que nos sirvan estas hojas para prepararnos mentalmente para la llegada del niño de Belén cargado de parabienes.
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