Un ejemplo impresionante
Como prometió antes de su elección, el presidente de Uruguay, José Mújica, está viviendo en su pequeña casa en Rincón del Cerro, situada en una zona de clase media en los alrededores de Montevideo. La morada no puede ser más modesta lo que le convierte en el presidente más pobre del mundo. A sus 77 años no ha cambiado de ropas, de vida o de amigos con la llegada al poder y confiesa que espera concluir su mandato para descansar en su casa. Algo semejante hizo su antecesor Tabaré Vazquez.
Su salario, por estar al frente del país, es de 12.500 dólares mensuales, pero dona el 90% con lo que vive con 1250 euros (para nosotros es un mileurista). Confiesa que esa cantidad le basta y le tiene que bastar, ya que muchos uruguayos viven con menos. Su esposa, la senadora Lucía Topolansky también dona la mayor parte de su salario. Además de su casa tiene como único patrimonio un viejo Volkswagen azul pálido, valorado en poco más de mil dólares. Utiliza como transporte oficial un Chevrolet Corsa.
Con este planteamiento no nos puede sorprender que haya ofrecido su residencia oficial de Suarez y Reyes, donde sólo se celebran reuniones de gobierno, para abrigar a los sin techo el próximo invierno, si faltan plazas en los albergues dispuestos. A la vez ha pedido que se haga un listado de edificios públicos disponibles para estas personas y cuando conozca el resultado poder actuar. Todas estas medidas se han tomado desde que el invierno pasado murieron 5 personas de frío en la calle. Desde el 24 de mayo una mujer sin techo y su hijo fueron instalados por sugerencia suya en el Ministerio de Asuntos Sociales hasta que encuentren otro alojamiento.
En julio del año pasado, Mújica puso en venta la residencia veraniega del presidente, situada en Punta del Este, principal balneario turístico del país. La operación se saldó con casi tres millones de dólares, una cifra que se destinará a diversos usos, entre ellos la creación de una escuela agraria en la región, donde jóvenes de rentas bajas puedan tener acceso a cursos técnicos.
El discurso que pronunció en la reunión de Río + 20, a pesar de ser el presidente de un pequeño país sudamericano, está dando que hablar. Aconsejó un cambio en la forma de vida porque venimos al mundo para ser felices pero en la sociedad actual, no hacemos más que trabajar para consumir más: motos, coches, casas… para lo que pedimos préstamos que tenemos que devolver y dejamos de lado la felicidad. ¿Es ese el destino de la vida humana? Se pregunta. Sus palabras terminaron alentando a luchar por la conservación del medio ambiente porque según él, “es el primer elemento que contribuye a la felicidad humana”. Feliz o infelizmente la felicidad nos llega asociada a la sociedad del consumo. Nadie mejor que Mújica, que dona el 90% de su salario para decirnos: que tenemos que revertir nuestra forma de vida.
Me da vergüenza leer el comportamiento de este hombre, que parece tan poco contaminado por el dinero y el poder. No sé si está influenciado por el mensaje de Cristo pero a los que nos declaramos discípulos del Nazareno, nos tiene que dar que pensar.
Su salario, por estar al frente del país, es de 12.500 dólares mensuales, pero dona el 90% con lo que vive con 1250 euros (para nosotros es un mileurista). Confiesa que esa cantidad le basta y le tiene que bastar, ya que muchos uruguayos viven con menos. Su esposa, la senadora Lucía Topolansky también dona la mayor parte de su salario. Además de su casa tiene como único patrimonio un viejo Volkswagen azul pálido, valorado en poco más de mil dólares. Utiliza como transporte oficial un Chevrolet Corsa.
Con este planteamiento no nos puede sorprender que haya ofrecido su residencia oficial de Suarez y Reyes, donde sólo se celebran reuniones de gobierno, para abrigar a los sin techo el próximo invierno, si faltan plazas en los albergues dispuestos. A la vez ha pedido que se haga un listado de edificios públicos disponibles para estas personas y cuando conozca el resultado poder actuar. Todas estas medidas se han tomado desde que el invierno pasado murieron 5 personas de frío en la calle. Desde el 24 de mayo una mujer sin techo y su hijo fueron instalados por sugerencia suya en el Ministerio de Asuntos Sociales hasta que encuentren otro alojamiento.
En julio del año pasado, Mújica puso en venta la residencia veraniega del presidente, situada en Punta del Este, principal balneario turístico del país. La operación se saldó con casi tres millones de dólares, una cifra que se destinará a diversos usos, entre ellos la creación de una escuela agraria en la región, donde jóvenes de rentas bajas puedan tener acceso a cursos técnicos.
El discurso que pronunció en la reunión de Río + 20, a pesar de ser el presidente de un pequeño país sudamericano, está dando que hablar. Aconsejó un cambio en la forma de vida porque venimos al mundo para ser felices pero en la sociedad actual, no hacemos más que trabajar para consumir más: motos, coches, casas… para lo que pedimos préstamos que tenemos que devolver y dejamos de lado la felicidad. ¿Es ese el destino de la vida humana? Se pregunta. Sus palabras terminaron alentando a luchar por la conservación del medio ambiente porque según él, “es el primer elemento que contribuye a la felicidad humana”. Feliz o infelizmente la felicidad nos llega asociada a la sociedad del consumo. Nadie mejor que Mújica, que dona el 90% de su salario para decirnos: que tenemos que revertir nuestra forma de vida.
Me da vergüenza leer el comportamiento de este hombre, que parece tan poco contaminado por el dinero y el poder. No sé si está influenciado por el mensaje de Cristo pero a los que nos declaramos discípulos del Nazareno, nos tiene que dar que pensar.