Los exvotos
La primera vez que fui a Lourdes, no tendría más de que 7 u 8 años, quedé asombrada del surtido de muletas que colgaban en la gruta. Eran muy feas, de una madera barata desgastada por los años al aire libre. Mi impresión no fue buena, pero es que yo entonces no conocía la fealdad que suele acompañar a la vejez y a la enfermedad. El surtido, que pendía de la cueva de María, era en agradecimiento por los favores conseguidos
Mucho más bonitas son las cadenas que cuelgan en la puerta de la iglesia de San Juan de los Reyes en Toledo. Son las que dejaron los prisioneros de los musulmanes al conseguir el rescate y la prueba de su agradecimiento a Dios, era su exhibición
Visitando la zona femenina del muro de las Lamentaciones en Jerusalén no pude resistir a la tentación de leer algunos papelitos que dejaron las mujeres que habían orado antes que yo entre las piedras. Los volví a colocar de inmediato en sus lugares originales lo que me hacía pensar que era más leve mi infracción. En ellos pedían a Dios los favores que querían les fueran concedidos. El mayor número giraba en torno al matrimonio, a la forma de conseguir un buen marido, había otros solicitando buenas notas en próximos exámenes y la curación de una enfermedad personal o de una persona querida
Estos recuerdos me han venido a la memoria por un artículo de una revista inglesa que hablaba de un santuario dedicado a María, desde el siglo XVI, en la cima de un monte cercano a Bombay, en el suburbio de Bandra. Hasta allí subían, especialmente en el mes de septiembre, además de católicos personas de otras religiones como hindús o parsis para pedir favores a nuestra Madonna, una cifra que muchos días alcanzaba las 100.000 personas.
Como en Lourdes, tanto en la Iglesia como en las calles cercanas, se podían comprar exvotos fabricados en cera que respondían a las necesidades de los individuos que se acercaban a la Virgen para pedir favores. No hay muchos rosarios ni botellas para el agua bendita como en Lourdes. Allí, se encontraban casitas de todos los órdenes y colores, niños y niñas rodeados de sus familias, bicicletas, motocicletas, coches e incluso aviones. Entre todos estos objetos también se podían encontrar ojos, pies, corazones, brazos y otros órganos del cuerpo humano
Lo más curioso ha sido que en la medida que la India se ha hecho más próspera han cambiado los exvotos. Las casas que ofrecen los tenderos son mejores, algunas incluso tienen dos pisos y llevan por título “casa de ensueño” o “bungalow” como imitación de las metrópolis occidentales. Los edificios se amplían a clínicas, colegios, bares o restaurantes. Hay réplicas de monedas de curso legal, fotos de visados a lugares famosos y tablillas de cera con nombres escritos: negocios, carrera, éxito, artista de cine… Otros me han gustado más como los que ofrecen las palabras paz, perdón y gracias. En Bombay las casas están carísimas y en el santuario todo el mundo puede pagarse un sueño
Me pregunto, dado que todos los seres humanos somos iguales, si han cambiado con la prosperidad los exvotos en nuestro mundo secularizado donde sólo acudimos a Dios o a Santa Bárbara cuando truena. Posiblemente ya no crezca el número de muletas en el santuario de Lourdes ya que los enfermos tienen dolencias más complicadas tampoco se exhiben nuevas cadenas en la Iglesia San Juan de los Reyes porque las cadenas ya no son las que nos colocan los infieles ya que nos las colocamos nosotros mismos ¿Qué piden ahora nuestros contemporáneos? Lo de siempre: curarnos de nuestras dolencias y ayuda en momentos puntuales de nuestra vida, pero también algo nuevo: los europeos pedimos la paz en Ucrania pues la guerra amenaza de cerca nuestras cabezas. Para soñar tenemos la lotería