El famoso velo femenino
Para la celebración de nuestras bodas de oro fuimos con la familia a los Emiratos Árabes, una zona del mundo que no conocíamos y nos picaba la curiosidad. Hay mucha diferencia entre unas ciudades y otras siendo la más internacional Dubai, donde el lujo de la moda femenina comparte las calles con sombras negras, que no lucen más que los ojos y los zapatos, ambos necesarios para no caerse y romperse la crisma.
Me fascinó la nueva mezquita de Abu Dhabi que es un nuevo Taj Mahal en el que han trabajado los marmolistas mejores del mundo. Nuestro guía iba con unos vaqueros repugnantes pero a las mujeres, antes de entrar, nos obligaron a colocarnos unas túnicas negras y unos velos en la cabeza (que advertidas habíamos traído de casa). De repente se me acercaron unos policías que vociferaban en árabe y una persona tradujo sus palabras, había entrado con una abaya que, por mi alta estatura, no tapaba mis tobillos lo que era una indecencia manifiesta. Me echaron para atrás y rebuscaron entre las prendas hasta encontrar una a mi medida. Por un lado me hizo ilusión, pues a mis 70 años que una parte de mi cuerpo causara impresión era un piropo pero, por otra, me llené de indignación ¿Cómo era posible que en un mundo civilizado las mujeres siguiéramos teniendo tantas cortapisas?
Entre los problemas de Irán - me gusta más decir Persia - y los de Siria junto a los contactos comerciales con Arabia Saudita, hemos tenido a muchas mujeres que, por razón de su cargo, han viajado a estos países. La primera que me viene a la memoria es la Alta Representante de Seguridad Común de la UE, Catherine Ashton, que fue en visita oficial de la UE a Teherán y lo hizo cubierta con el manteau preceptivo y un velo negro en la cabeza. Ni siquiera se le resbaló, coqueta e intencionadamente pelo abajo, como hizo Ana Pastor en su entrevista a Ahmadineyad ¿Es necesario que, una política europea, vista de una manera con tanta carga simbólica? No veo a los enviados de los países árabes a Europa preocupados por cambiar su vestimenta.
En cambio le doy un sobresaliente a la otra Ana Pastor, se ve que la valentía tiene que ver con este nombre y a Esther Koplowitch, dos mujeres que formaron parte del grupo de personas que acompañaron recientemente al rey a Arabia Saudita y a los Emiratos. Vistieron dignamente pero de la misma forma que lo hubieran hecho en España y eso ¡Qué íbamos a vender! Una posición siempre más débil que la del comprador en tiempos de crisis.
No nos engañemos el velo o el pelo recogido que deben obligatoriamente llevar las mujeres son signos externos de sujeción. La expresión popular ¡Se soltó el pelo! Es muy expresiva y significa que la mujer que lo ha hecho ha decidido saltarse los cauces por los que su vida debería de haber ido, unos cauces reglamentados por los varones de su cultura pero sin su aprobación. Nuestras dos Anas Pastor se lo soltaron y son dignas de mi aplauso.
Me fascinó la nueva mezquita de Abu Dhabi que es un nuevo Taj Mahal en el que han trabajado los marmolistas mejores del mundo. Nuestro guía iba con unos vaqueros repugnantes pero a las mujeres, antes de entrar, nos obligaron a colocarnos unas túnicas negras y unos velos en la cabeza (que advertidas habíamos traído de casa). De repente se me acercaron unos policías que vociferaban en árabe y una persona tradujo sus palabras, había entrado con una abaya que, por mi alta estatura, no tapaba mis tobillos lo que era una indecencia manifiesta. Me echaron para atrás y rebuscaron entre las prendas hasta encontrar una a mi medida. Por un lado me hizo ilusión, pues a mis 70 años que una parte de mi cuerpo causara impresión era un piropo pero, por otra, me llené de indignación ¿Cómo era posible que en un mundo civilizado las mujeres siguiéramos teniendo tantas cortapisas?
Entre los problemas de Irán - me gusta más decir Persia - y los de Siria junto a los contactos comerciales con Arabia Saudita, hemos tenido a muchas mujeres que, por razón de su cargo, han viajado a estos países. La primera que me viene a la memoria es la Alta Representante de Seguridad Común de la UE, Catherine Ashton, que fue en visita oficial de la UE a Teherán y lo hizo cubierta con el manteau preceptivo y un velo negro en la cabeza. Ni siquiera se le resbaló, coqueta e intencionadamente pelo abajo, como hizo Ana Pastor en su entrevista a Ahmadineyad ¿Es necesario que, una política europea, vista de una manera con tanta carga simbólica? No veo a los enviados de los países árabes a Europa preocupados por cambiar su vestimenta.
En cambio le doy un sobresaliente a la otra Ana Pastor, se ve que la valentía tiene que ver con este nombre y a Esther Koplowitch, dos mujeres que formaron parte del grupo de personas que acompañaron recientemente al rey a Arabia Saudita y a los Emiratos. Vistieron dignamente pero de la misma forma que lo hubieran hecho en España y eso ¡Qué íbamos a vender! Una posición siempre más débil que la del comprador en tiempos de crisis.
No nos engañemos el velo o el pelo recogido que deben obligatoriamente llevar las mujeres son signos externos de sujeción. La expresión popular ¡Se soltó el pelo! Es muy expresiva y significa que la mujer que lo ha hecho ha decidido saltarse los cauces por los que su vida debería de haber ido, unos cauces reglamentados por los varones de su cultura pero sin su aprobación. Nuestras dos Anas Pastor se lo soltaron y son dignas de mi aplauso.