A lo mejor tiene razón
Un amigo respondió a mi último blog sobre el espectacular avance de los evangélicos en Brasil diciéndome algunas cosas interesantes. Había trabajado en muchos proyectos en América del Sur promovidos por una ONG y me advertía que mi noticia sobre Brasil se podía extender a muchos otros países de América Latina. Aseguraba que algunos problemas venían porque los pastores protestantes estaban involucrados con el pueblo al que pertenecían, tenían esposa e hijos y podían hablar en primera persona de los problemas de la educación, los efectos de la droga en los adolescentes, los embarazos prematuros de las jóvenes y otras vicisitudes por las que atraviesan las comunidades. No era que el sacerdote católico estuviera apartado de estos temas, pero se consideraba que los vivía más de lejos pues con frecuencia había llegado catapultado de otras tierras y al cabo de un tiempo lo mandaban a otro lugar
Los vecinos lo miraban con deferencia, pero no lo consideraban uno de ellos. Al pairo de esta reflexión recuerdo que un canon del Derecho Canónico habla de que los sacerdotes tienen otra esencia que el resto de los fieles. Comentando en broma este tema, le dije a un amigo sacerdote que mi esencia era Chanel número 5 y le preguntaba cuál era la suya. Se rió porque no consideraba que fueran distintas pero el canon dejaba claro que la esencia de los clérigos era mejor, más valiosa. Si a esto unimos que muchas ordenaciones sacerdotales marcaban el hecho de que el ordenando se debía apartar del mundo nos coloca en una situación distante y superior del sacerdote frente al pueblo que tiene que pastorear.
Esta situación la trató de arreglar el concilio Vaticano II hablando del pueblo de Dios y dando más valor al laicado, pero no se trabajó el tema del sacerdocio, con la consecuencia del abandono de los hábitos por muchos clérigos desconcertados. Unos años más tarde se produjo la involución que muchos conocemos y que nos ha colocado en esta situación. No es menos cierto que en los países pobres los chicos jóvenes entran en el seminario para conseguir estudios al mismo tiempo que subir en la escala social. Sin ir más lejos este hecho lo vivimos en nuestro país no hace muchas décadas. Los obispos y las órdenes religiosas tienen que separar el trigo de la paja, al que quiere mandar del que quiere servir, una labor nada fácil y que se dificulta por la ausencia de sacerdotes para cubrir la demanda, con la consecuencia de que la criba tiene los cedazos con agujeros más grandes de lo deseado
El nuevo sínodo creo que abordará estos problemas y que los diáconos permanentes y una futura ordenación femenina serán de gran ayuda si queremos que vuelvan a la Iglesia Católica muchos fieles que se han ido a otras denominaciones protestantes. Siempre con la idea de que a nosotros nos parece mejor nuestra religión, pero lo importante es seguir a Dios, estés donde estés