Un nuevo musical: 33
Tuve la suerte de asistir ayer en el colegio de los jesuitas de Chamartín a la puesta en marcha de un nuevo musical sobre Jesucristo escrito por un sacerdote madrileño Toño Casado. La obra que dura tres horas es capaz de mezclar todos los estilos musicales e introduce en escena a decenas de participantes que se mueven con soltura, bailan y cantan. Los espectadores que asistimos a esta función en concierto, sin disfraces ni escenarios, quedamos prendidos por la fuerza que desprenden los distintos actos ¡Qué no será cuando se pueda poner en un teatro con orquesta y bambalinas¡
Toño como se llama el autor ha conseguido lo inimaginable. Ha hecho posible que 100 voluntarios se involucren, ha encontrado cantantes amateur y profesionales que han dado su tiempo por amor al arte… algunos por amor al evangelio. Técnicos de luz y de sonido, acomodadores, administrativos y muchos más profesionales aportaron sus conocimientos con entusiasmo para que todo saliera redondo y lo consiguieron.
Todo esto supone miles de horas de trabajo del autor componiendo, dirigiendo, imaginando, ensayando en el sótano de la parroquia en la que está destinado que no es mejor lugar del mundo para este tipo de evento.
La gran pregunta que nos hicimos todos es ¿Será posible que algún día podamos ver 33 en un gran local de la Gran Vía madrileña? Se lo merece y hay pocas maneras mejores de evangelizar con lo que hay que echarle una mano, muchas manos, porque un euro no hace granero pero muchos euros, uno a uno, pueden alcanzar la cifra mítica que permita un día levantar el telón. Si alguno tiene sugerencias serán bien recibidas.
Toño como se llama el autor ha conseguido lo inimaginable. Ha hecho posible que 100 voluntarios se involucren, ha encontrado cantantes amateur y profesionales que han dado su tiempo por amor al arte… algunos por amor al evangelio. Técnicos de luz y de sonido, acomodadores, administrativos y muchos más profesionales aportaron sus conocimientos con entusiasmo para que todo saliera redondo y lo consiguieron.
Todo esto supone miles de horas de trabajo del autor componiendo, dirigiendo, imaginando, ensayando en el sótano de la parroquia en la que está destinado que no es mejor lugar del mundo para este tipo de evento.
La gran pregunta que nos hicimos todos es ¿Será posible que algún día podamos ver 33 en un gran local de la Gran Vía madrileña? Se lo merece y hay pocas maneras mejores de evangelizar con lo que hay que echarle una mano, muchas manos, porque un euro no hace granero pero muchos euros, uno a uno, pueden alcanzar la cifra mítica que permita un día levantar el telón. Si alguno tiene sugerencias serán bien recibidas.