Ni periferia, ni diálogo
Raro es el día que no escuchamos al papa pedir a la Iglesia que salga a la periferia y entable un diálogo con los que no piensan igual pues de todo el mundo podemos aprender. Una petición que a muchos sectores eclesiales le cuesta aceptar.
Voy a hacer referencia a una conferencia que habían organizado los representantes de la pastoral francesa en Paris como educación. El lema de la jornada era “Ocuparse del otro, una llamada para todos” y se había pedido la colaboración de la filósofa Fabienne Brugère para que el 19 de marzo hablara de “la dimensión social del cuidado del otro”.
Quince días antes del evento anunciado los organizadores vieron con sorpresa que un blog de extrema derecha Le Salon Beige, con autor anónimo, consideraba que la persona elegida suponía “una puñalada por la espalda” pues la profesora Brugère era discípula de la teoría del género de Judith Butler con lo que pedía firmas para anular la convocatoria. El tema no tenía nada que ver con las ideas de Butler sino que giraba en torno al “care”, al cuidado del otro, en lo que esta mujer se ha especializado, pero daba igual había que parar como fuera su presencia.
Se consiguieron 1100 firmas, entre ellas las de algún obispo, con lo que finalmente el obispo del Havre, Jean Luc Brunin, presidente del Consejo de Familia y Sociedad, se avino a la suspensión con el argumento de que “las condiciones para el diálogo no se daban, dada la crispación y las tensiones que amenazaban la comunión eclesial” pues “todos los cristianos no están preparados para la ética del encuentro y el diálogo que recomienda el papa Francisco”. Para él era, de momento, preferible escoger la paciencia antes que la confrontación.
El episcopado francés está dividido pues algunos resienten que la influencia de un pequeño grupo de extrema derecha haya conseguido su propósito y haya entorpecido el diálogo con los representantes del pensamiento contemporáneo que forma parte de la evangelización. Me temo que se repetirán estas protestas ya que la primera vez ha dado resultado y muchos cristianos no tienen la menor intención de prepararse para salir al encuentro del otro. Esos encuentros pueden dar que pensar y no sirven para nada para los que se encuentran en posesión de la verdad.
Voy a hacer referencia a una conferencia que habían organizado los representantes de la pastoral francesa en Paris como educación. El lema de la jornada era “Ocuparse del otro, una llamada para todos” y se había pedido la colaboración de la filósofa Fabienne Brugère para que el 19 de marzo hablara de “la dimensión social del cuidado del otro”.
Quince días antes del evento anunciado los organizadores vieron con sorpresa que un blog de extrema derecha Le Salon Beige, con autor anónimo, consideraba que la persona elegida suponía “una puñalada por la espalda” pues la profesora Brugère era discípula de la teoría del género de Judith Butler con lo que pedía firmas para anular la convocatoria. El tema no tenía nada que ver con las ideas de Butler sino que giraba en torno al “care”, al cuidado del otro, en lo que esta mujer se ha especializado, pero daba igual había que parar como fuera su presencia.
Se consiguieron 1100 firmas, entre ellas las de algún obispo, con lo que finalmente el obispo del Havre, Jean Luc Brunin, presidente del Consejo de Familia y Sociedad, se avino a la suspensión con el argumento de que “las condiciones para el diálogo no se daban, dada la crispación y las tensiones que amenazaban la comunión eclesial” pues “todos los cristianos no están preparados para la ética del encuentro y el diálogo que recomienda el papa Francisco”. Para él era, de momento, preferible escoger la paciencia antes que la confrontación.
El episcopado francés está dividido pues algunos resienten que la influencia de un pequeño grupo de extrema derecha haya conseguido su propósito y haya entorpecido el diálogo con los representantes del pensamiento contemporáneo que forma parte de la evangelización. Me temo que se repetirán estas protestas ya que la primera vez ha dado resultado y muchos cristianos no tienen la menor intención de prepararse para salir al encuentro del otro. Esos encuentros pueden dar que pensar y no sirven para nada para los que se encuentran en posesión de la verdad.