Nunca es tarde si la dicha es buena
Al fin, tras cinco años de sufrimiento, angustia y confrontación entre el Vaticano y las congregaciones religiosas norteamericanas se ha hecho la luz y se han levantado las espadas que estaban en alto. Tengo la impresión de que la figura del papa Francisco y los nuevos nombramientos al frente de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada, el cardenal Joao Braz de Aviz (que nunca se mostró a favor de la forma en la que se había llevado la visitación) y el secretario Rodriguez Carballo, han tenido influencia en los nuevos modos. Los tres siguen la línea que marcó el Concilio Vaticano II y que es radicalmente distinta de la de su predecesor en el cargo, el cardenal Rodé, muy restauracionista.
El hecho de que el informe sobre la visitación se haya hecho con seis personas, tres hombres y tres mujeres, tras la mesa presidencialt, ya dice mucho. Sobre todo porque dos de las mujeres eran Sharon Holland, representante de la LCWR, un grupo de religiosas que suma el 80% del total y Agnes Mary Donovan, presidenta de CMSWR que supone el otro 20%, en su mayoría contemplativas. La tercera era aún más significativa pues era la religiosa Clare Millea a la que Roma había encargado que llevara a cabo la famosa visitación. Cuando le tocó hablar, en un momento dado, se le quebró la voz y casi se echó a llorar, una demostración de lo duro que había sido para su persona el cargo que había asumido por obediencia.
A parte de la emoción esta mujer tuvo la valentía de defender a las religiosasy órdenes que se habían opuesto a la investigación. Hace falta mucho valor, dijo, para resistirse a un poder omnímodo que te puede cambiar la vida pero es un camino necesario que hay que seguir si es el que te pide tu conciencia.
La idea inicial era que las monjas no conocieran el resultado de la investigación, una práctica horrible que ha seguido el Vaticano con frecuencia pero que, en este caso, ha marcado un antes y un después ya que cada congregación podrá tener acceso al documento.
Ya no se mencionan las condenas de que las religiosas habían caído en el “feminismo radical”, un cajón de sastre que sirve para condenar las legítimas demandas de las mujeres y en el “secularismo”, posiblemente porque a Roma le parecía mal que algunas monjas se unieran a las protestas contra la guerra, el trato a los emigrantes… Se ha pasado de puntillas sobre dos palabras muy favorecidas por los documentos vaticanos, el tema de la “complementariedad sexual” y el “genio de las mujeres” porque, al fin y al cabo, nos colocaba como el “otro”, inferior frente al varón que es la norma. Los dos sexos tenemos la misma dignidad que nos ha sido conferida por el bautismo, y los diferentes dones o carismas que ostentamos en la Iglesia nos son dados por el Espíritu y no por patrones de sexo o raza.
Empezaba el título de esta entrada con “Nunca es tarde si la dicha es buena”. Es cierto que ha cesado el clima de confrontación lo que es positivo, pero el dolor queda y los responsables tienen que darse muchos golpes de pecho por el daño infringido. Si esta triste historia vale para que se instaure un auténtico espíritu de colegialidad, fraternidad y cooperación en la evangelización entre todos los cristianos, algún fruto se habrá conseguido. Serán los consabidos renglones torcidos de Dios.
El hecho de que el informe sobre la visitación se haya hecho con seis personas, tres hombres y tres mujeres, tras la mesa presidencialt, ya dice mucho. Sobre todo porque dos de las mujeres eran Sharon Holland, representante de la LCWR, un grupo de religiosas que suma el 80% del total y Agnes Mary Donovan, presidenta de CMSWR que supone el otro 20%, en su mayoría contemplativas. La tercera era aún más significativa pues era la religiosa Clare Millea a la que Roma había encargado que llevara a cabo la famosa visitación. Cuando le tocó hablar, en un momento dado, se le quebró la voz y casi se echó a llorar, una demostración de lo duro que había sido para su persona el cargo que había asumido por obediencia.
A parte de la emoción esta mujer tuvo la valentía de defender a las religiosasy órdenes que se habían opuesto a la investigación. Hace falta mucho valor, dijo, para resistirse a un poder omnímodo que te puede cambiar la vida pero es un camino necesario que hay que seguir si es el que te pide tu conciencia.
La idea inicial era que las monjas no conocieran el resultado de la investigación, una práctica horrible que ha seguido el Vaticano con frecuencia pero que, en este caso, ha marcado un antes y un después ya que cada congregación podrá tener acceso al documento.
Ya no se mencionan las condenas de que las religiosas habían caído en el “feminismo radical”, un cajón de sastre que sirve para condenar las legítimas demandas de las mujeres y en el “secularismo”, posiblemente porque a Roma le parecía mal que algunas monjas se unieran a las protestas contra la guerra, el trato a los emigrantes… Se ha pasado de puntillas sobre dos palabras muy favorecidas por los documentos vaticanos, el tema de la “complementariedad sexual” y el “genio de las mujeres” porque, al fin y al cabo, nos colocaba como el “otro”, inferior frente al varón que es la norma. Los dos sexos tenemos la misma dignidad que nos ha sido conferida por el bautismo, y los diferentes dones o carismas que ostentamos en la Iglesia nos son dados por el Espíritu y no por patrones de sexo o raza.
Empezaba el título de esta entrada con “Nunca es tarde si la dicha es buena”. Es cierto que ha cesado el clima de confrontación lo que es positivo, pero el dolor queda y los responsables tienen que darse muchos golpes de pecho por el daño infringido. Si esta triste historia vale para que se instaure un auténtico espíritu de colegialidad, fraternidad y cooperación en la evangelización entre todos los cristianos, algún fruto se habrá conseguido. Serán los consabidos renglones torcidos de Dios.