Cada 3 de octubre la Iglesia celebra la fiesta de San Francisco de Borja, duque de Gandia, marqués de Llombai, virrey de Cataluña y tercer General de la Compañía de Jesús. Y el próximo 3 de octubre se inaugurará el Año Jubilar que la Santa Sede ha concedido a la diócesis de València, para celebrar los 350 años de la canonización del santo duque de Gandia por parte del papa Clemente X. Este Año Jubilar que comenzará el domingo, se clausurará el 3 de octubre de 2.022, fecha del 450 aniversario de la muerte de San Francisco de Borja.

El duque de Gandia, que nació en la capital de la Safor el 28 de octubre de 1.510, era hijo de Joan II Borja y de Joana de Aragón. Francisco era “un niño afable a todos y agradable, afficionándose a su virtud”, según la Història de la vida del P. Francisco de Borja, escrita por el jesuita Dionisio Vázquez. Por eso “desde su niñez se hecharon de ver efficaces indiciosde las buenas inclinaciones y natural de que Dios le havía dotado para, sobre tan firme çimiento, armar el spiritual edificio que havía su sabiduría trazado”, como escribió el P. Dionisio Vázquez.

Con 15 años, Francisco estudió lógica y filosofía y cuando cumplió los 17, fue enviado a la Corte del emperador Carlos V. A pesar del ambiente mundano, el joven Francisco, aunque “era tan moço y medio extrangero de Castilla, no se hundió entre tanta grandeza”.

Francisco se casó con la marquesa Leonor de Castro, con la cual tuvo ocho hijos. Cuando muró la reina Isabel, su marido, el emperador Carlos pidió a Francisco que, desde Toledo, “lleve a Granada el cuerpo de la emperatriz”. Cuando la comitiva con el féretro llegó a la ciudad andaluza, en ver la descomposición del cadáver de la reina, Francisco sufrió un gran impacto. Por eso pidió al emperador dejar la corte, para “que comiençe a buscar y servir un Señor, el qual viva siempre para mi y yo pueda nunca morir a Él”. Pero el emperador Carlos, no accedió a la petición del duque de Gandia y Francisco “se huvo de quedar en la corte algunos meses”.
Por eso Carlos V “parecíale que sería bien ocuparle en algún cargo y afficion”, y promovió “al marquès de digna y honesta ocupación y el Principado de Catalunya de un valerosa virrey y prudente governador”, instalándose en Barcelona.

En 1.542, el jesuita Antonio de Araoz le habló de la Compañía de Jesús, quedando Francisco, gratamente impresionado.

Un año después, cuando murió el padre de Francisco y confirmado por el emperador como nuvo duque de Gandia, Borja volvió a la ciudad ducal, donde fue “recibido con señales de mucho amor, assí de la clerezía como de los seglares”. En Gandia reparó la muralla y construyó el hospital, “para que se recogiessen a él los peregrinos y se curasen los enfermos”.

Después de morir su esposa, Francisco protegió a la Compañía, construyendo en Gandia “la iglesia y collegio y escuelas” y a los 36 años decidió “dexar riquezas y renunciar su estado y ser pobre de Christo”, como jesuita. El Santo Duque, lleno de gozo “con la licencia de su príncipe, que le ponía en la entera libertad y colmo de sus deseos” para que entrase en la Compañía de Jesús, “prostrado en tierra ante un devoto crucifixo, con profunda humildad oró de esta manera: de oy más dispongo, con vuestro favor y gracia, de renunciar y desnudarme por vuestro amor y servicio de todas las cosas transitorias y bienes temporales, que en alguna manera me podrían ser estorvo para seguiros y para caminar con derechos pasos las sendas de los consejos de vuestro Santo Evangelio y para nunca más fiar en arrimo de criatura ni cosa perecedera”.

El 1 de septiembre de 1.550 Francisco se fue a Roma y de allí a Loyola y a Oñate, donde fue ordenado sacerdote. Construyó muchos colegios y de nuevo en Roma, fue Vicario General. Finalmente, el 2 de julio de 1.565, fue elegido Prepósito General de la Compañía deJesús. Así lo cuenta el P. Dionisio Vázques en la historia que escribió sobre San Francisco de Borja: “El mes de julio del año 1.565 se hallaron en Roma los padres que de las provincias de Europa vinieron, con todos los provinciales de ellas, para elegir por votos el general”.

Así, “el segundo día de julio, en amaneciendo comulgaron todos aquellos padres a la missa del Spítitu Sancto, que les dixo el mesmo padre Francisco vomo vicario general, y luego se encerraron en su capilla”. Después de cantar el himno Veni creator spiritus y “haviendo estado de rodillas todos una hora en oración mental”, votaron el nuevo General, “y salieron tan conformes al primer escrutinio, que pareció bien, que fue llamado a la electión el Spíritu Sancto y, con poco menos que universal acuerdo, fue electo el padre Francisco por General de la Compañia”.

De San Francisco de Borja el P. Dionisio Vázquez destaca su humildad y oración, así como también “las penitencias y mortificaciones”, la “charidad que usava con los que le eran contrarios”, la paciencia y la moderación, la prudencia en el gobierno de la Compañía y “su blandura, mansedumbre y benignidad”, así como también su “senzilleza y sancta simplicidad”.

En Roma, ya enfermo, Francisco de Borja “recibió los últimos sacramentos de la Sancta Iglesia y, con entrañables sospiros y devoción, respondió a la invocación de los sanctos y a las oraciones de la extremaunción”. Después de esto “se puso en oración y dio el spíritu al Señor que le crió”. El Santo Duque de Gandia y Tercer Prepósito General de la Compañía de Jesús “passó desta vida el último día de septiembre del año 1.572, aún no bien cumplidos los 62 años de su nacimiento”.

Según el texto del jesuita Dionisio Vázquez, San Francisco era “alto de cuerpo; de hermoso rostro, blanco y colorado; de agraciadas facciones, la frente ancha, la nariz algo larga y aguileña, los ojos grandes y zarcos, la boca pequeña y los labios de color de la fina grana, grueso de cuerpo y, creciendo la edad, se iva haciendo más corpulento”.

Que San Francisco de Borja sea ejemplo y guía para todos los cristianos de Gandia y de Llombai en este Año Jubilar que comenzará el domingo día 3.