Del 'baño de masas' de los 'Benedicto XVI boys' a la ausencia de jóvenes en los templos Diez años de la JMJ de Madrid: ¿qué queda de la fiesta de la juventud católica una década después?
La capital acogió más de 300 actos culturales, como musicales, exposiciones y proyecciones, y su conocido Parque del Buen Retiro se transformó en el 'Parque del Perdón', acogiendo una Feria Vocacional con cerca de 80 stands y 200 confesionarios donde prestaron servicio un millar de sacerdotes
Durante la estancia del Papa, que se prolongó desde el jueves 18 hasta el domingo 21 de agosto, participó en más de una docena de actos, como una ceremonia de bienvenida en Cibeles, el Via Crucis en el Paseo de Recoletos y la Vigilia y la Santa Misa 'de envío' en el aeródromo de Cuatro Vientos
| RD/Ep
Este lunes se cumplen 10 años de la XXVI Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) de Madrid, que trajo al Papa Benedicto XVI en su tercer viaje a España donde le esperaban más de un millón y medio de peregrinos unidos bajo el lema 'Arraigados y edificados en Cristo. Firmes en la fe'. Junto a ellos, hubo un despliegue de más de 30.000 voluntarios y unos 10.000 agentes de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado velaron por la seguridad durante la jornada.
Aunque Benedicto XVI no llegó hasta unos días después de comenzado el evento, el 16 de agosto se dio el pistoletazo de salida a la JMJ en una Misa que ofreció el entonces arzobispo de Madrid, el cardenal Antonio María Rouco Varela. A partir de entonces, la capital acogió más de 300 actos culturales, como musicales, exposiciones y proyecciones, y su conocido Parque del Buen Retiro se transformó en el 'Parque del Perdón', acogiendo una Feria Vocacional con cerca de 80 stands y 200 confesionarios donde prestaron servicio un millar de sacerdotes. Durante la estancia del Papa, que se prolongó desde el jueves 18 hasta el domingo 21 de agosto, participó en más de una docena de actos, como una ceremonia de bienvenida en Cibeles, el Via Crucis en el Paseo de Recoletos y la Vigilia y la Santa Misa 'de envío' en el aeródromo de Cuatro Vientos.
También mantuvo reuniones institucionales con representantes del Gobierno, la Realeza y la oposición, y encuentros con religiosas, profesores y seminaristas.
Empleo precario e inseguro
Nada más poner un pie en España, Benedicto XVI lanzó una petición concisa y directa a los jóvenes: "No os avergoncéis del Señor". Además, en la ceremonia de bienvenida en el aeropuerto de Barajas, ante autoridades españolas de todos los ámbitos, se acordó de muchos jóvenes, que "miran con preocupación el futuro ante la dificultad de encontrar un empleo digno, o bien por haberlo perdido o tenerlo muy precario e inseguro". Antes, en el vuelo papal que le trajo a Madrid, el Pontífice ya había pedido, en su diálogo con los periodistas, responsabilidad ante la crisis económica. "La economía no puede referirse a sí misma, sino que el hombre debe estar en el centro de la economía, que no representa sólo el beneficio sino la solidaridad", dijo.
Esa misma tarde, ante la primera multitud de jóvenes congregados en la Plaza de Cibeles, durante el discurso de bienvenida y tras cruzar a pie la Puerta de Alcalá, criticó a aquellos que "desearían decidir por sí solos lo que es verdad o no, lo que es bueno o malo, lo justo o lo injusto; decidir quién es digno de vivir o puede ser sacrificado en aras de otras preferencias".
En su segunda jornada en España, el Papa defendió la "radicalidad evangélica" de la vida consagrada frente al "relativismo y la mediocridad", durante su encuentro en el Patio de los Reyes del Monasterio de El Escorial con 1.664 religiosas jóvenes.
Visión "utilitarista" de la religión
Poco después, Benedicto XVI se dirigía a más de un millar de profesores, reunidos en la Basílica de El Escorial, a los que advertía de la visión "utilitarista" de la educación que cunde en la actualidad. Y por la tarde del viernes, el Papa dirigió a los jóvenes peregrinos otro de sus mensajes más directos: "No paséis de largo ante el sufrimiento humano".
En su tercera jornada, ante 4.000 seminaristas y en la Catedral de la Almudena, Joseph Ratzinger, pidió a los sacerdotes que fueran santos para no crear contradicciones y les animó a no dejarse intimidar "por un entorno que pretende excluir a Dios".
Por la tarde, se encaminó hacia el Instituto Fundación San José para explicar a las personas con discapacidad que "son los protagonistas de esta civilización" y defender la dignidad de "cada" vida. "Una sociedad que no logra aceptar a los que sufren y no es capaz de contribuir mediante la compasión a que el sufrimiento sea compartido y sobrellevado también interiormente, es una sociedad cruel e inhumana", aseguró.
"Vuestra fuerza es mayor que la lluvia"
Uno de los momentos más esperados era la Vigilia en el aeródromo de Cuatro Vientos, donde un fuerte aguacero obligó al Papa a interrumpir su discurso durante 20 minutos. Al reanudarlo, regaló otro mensaje escueto y claro a los jóvenes: "Vuestra fuerza es mayor que la lluvia".
El fuerte aguacero comenzó tras la lectura del Evangelio y, mientras, los jóvenes siguieron coreando y cantando: "Esta es la juventud del Papa", un cántico que sonó por todos los rincones de la capital durante toda la semana. Debido a la tormenta, al menos siete personas resultaron heridas, aunque ninguna de gravedad, por la caída de varias carpas.
Por otro lado, cerca de 200.000 peregrinos no pudieron participar en la Vigilia de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) al no poder acceder a Cuatro Vientos, a pesar de que tenían un pase para asistir a la misma. Los afectados expresaron su "desolación" y "dolor de corazón" por no poder acceder al recinto.
De vuelta a Cuatro Vientos en la misa de envío de la JMJ, el Papa quiso saber cómo habían pasado la noche los jóvenes tras la tormenta y les dijo que había pensado mucho en ellos: "Esta madrugada habréis levantado los ojos al cielo más de una vez; y no sólo los ojos, sino también el corazón. Eso os habrá permitido rezar", señaló.
"El mundo necesita el testimonio de vuestra fe"
Más tarde, en la homilía, Benedicto XVI lanzó un último mensaje a la multitud de más de un millón y medio de jóvenes de todo el mundo. "Seguir a Jesús en la fe es caminar con Él en la comunión de la Iglesia", les dijo, al tiempo que añadió: "El mundo necesita el testimonio de vuestra fe".
Finalmente, cuando ya le quedaba poco más de una hora para el regreso, el Pontífice quiso agradecer en persona el trabajo de 12.000 de los voluntarios que habían participado en las jornadas: "Habéis dado a la JMJ el rostro de la amabilidad, la simpatía y la entrega". Al final de su viaje, pocos minutos antes de volver a Roma y en el aeropuerto, Benedicto XVI se refirió a España como "una gran nación, que en una convivencia sanamente abierta, plural y respetuosa, sabe y puede progresar sin renunciar a su alma profundamente religiosa y católica".