Les insta a "construir puentes en lugar de muros y obstáculos" para despertar "la confianza en el mundo" Medio millón de personas asisten en Copacabana a la inauguración de la JMJ de Río

"Sois la esperanza para una sociedad que espera que su crisis de valores tenga una solución". Ante medio millón de jóvenes, el arzobispo de Río de Janeiro, Orani Joao Tempesta, abrió desde la playa de Copacabana la Jornada Mundial de la Juventud, que este miércoles contará con la presencia de Francisco.

En este sentido, ha llamado a los jóvenes a "contagiar" a todos con "la alegría y la paz" de Cristo que es "siempre actual, sobre todo para los que buscan la verdad, la justicia y la paz", a transmitir su palabra "de un modo accesible y comprensible", y a comprometerse para crear "un mundo nuevo, a la luz del plan de Dios". Además, nada más comenzar la misa, ha pedido por los jóvenes sin familia y por aquellos que sufren por su fe.

La JMJ, según ha precisado, se enmarca en el Año de la Fe que invita a "vivir profundamente la fe en medio de un tiempo plural y de tantos cuestionamientos", en este "cambio de época", aunque eso sí, "con entusiasmo y coherencia".

En esta línea, les ha advertido de que hay "muchas barreras e injusticias que superar" y les ha instado a "construir puentes en lugar de muros y obstáculos" para así poder despertar "la confianza y la esperanza" en el mundo.

Esta semana, según ha añadido Tempesta, Río de Janeiro se convierte en "el centro de la Iglesia, viva y joven" y acoge "con gran responsabilidad" la elección de Benedicto XVI, hoy Papa Emérito, de la sede para la celebración de la XXVIII JMJ, que anunció en Madrid, en agosto de 2011. "Le agradecemos su elección, sus orientaciones, el tema de la JMJ y su aliento", ha remarcado.

En cuanto al lema de la Jornada --'Id y haced discípulos a los pueblos'--, el arzobispo de Río ha apuntado que la playa y el mar en el que se encuentran recuerda los barcos abandonados en la playa por aquellos que fueron llamados por Jesús para seguirlo. Y, en este sentido, ha subrayado que el camino misionero exige "discernimiento, utopía, sueño" pero también "auxilio de alguien que esté al lado, que ayude a la persona a reconocer la voz de Dios".

Más de 500.000 jóvenes de todo el mundo asistieron hoy en Río de Janeiro a la misa de apertura de la XXVIII Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), en la que se recordaron las palabras de Juan Pablo II "América, sé tú misma, fiel a Cristo" y resiste "ante quienes quieren ahogar tu vocación de esperanza".

Veintiséis años después de la JMJ de Buenos Aires, de 1987, el encuentro mundial de los jóvenes católicos regresó a América Latina, en esta ocasión a la ciudad carioca, donde cientos de miles de muchachos, en su inmensa mayoría latinoamericanos, esperan ya el momento de dar la bienvenida oficial al papa Francisco, lo que ocurrirá el próximo jueves.

Hoy, el cardenal Stanislaw Rylko, presidente del Consejo Pontificio para los Laicos, de cuyo dicasterio dependen las JMJ, y el arzobispo de Río de Janeiro, Orami Joao Tempesta, abrieron la cita mundial con una misa multitudinaria en la playa de Copacabana.

La tarde desapacible, lluviosa y con viento, sin embargo no desalentó a los ciento de miles de muchachos que han convertido a la ciudad en el centro mundial de la Iglesia católica.

La ceremonia, a la que asistieron entre 500.000 y 600.000 jóvenes, según el portavoz vaticano, Federico Lombardi, comenzó con la entrada de la "Cruz de los Jóvenes" portada a hombros, así como un icono de la Madre de Dios, también llevado a hombros, en procesión.

La conocida como "Cruz de los Jóvenes" es de madera, de casi 4 metros de altura, cuyos brazos miden 1,75 metros y pesa 31 kilos. Fue entregada por Juan Pablo II a los jóvenes en 1984, cuando creó estas jornadas, y desde entonces ha sido llevada por todos los rincones del mundo y presidido todas las JMJ.

La cruz fue colocada en un costado del palco, levantado en un lateral de Copacabana, que está inspirado en las líneas irregulares de las montañas de Río de Janeiro, tiene una capacidad para 4.000 personas y lo preside una inmensa cruz en el centro.

A la ceremonia asistió más de un centenar de obispos, de los 250 previstos, que se cubrían las casullas con capas de plástico transparente, y varios centenares de sacerdotes.

"Esta es una JMJ particular. Después de 26 años vuelve a América Latina, un continente joven, un continente de la esperanza", afirmó Rylko, que recordó las palabras de Juan Pablo II en la cita de Buenos Aires, cuando dijo que tenía puestas sus esperanza en América Latina.

"Sois la esperanza del papa, sois la esperanza de la Iglesia. América Latina, sé tú misma, fiel a Cristo, resiste ante todos aquellos que quieren ahogar tu vocación de esperanza", dijo Juan Pablo II en aquella ocasión.

Rylko resaltó que esta JMJ es muy "particular", ya que la preparó Benedicto XVI, que tenía previsto asistir, pero renunció antes al papado, y la preside Francisco, el primer papa latinoamericano. "Los caminos del Señor son inescrutables", precisó.

El cardenal destacó que la JMJ se desarrolla a los pies de la famosa estatua del Cristo Redentor del Corcovado, "con sus brazos abiertos, preparados para acoger a todos los seres humanos".

Rylko, en la misma línea que el papa Francisco -que dedicó la jornada de hoy a actividades privadas-, pidió a los jóvenes que se dejen abrazar por Cristo, le confíen sus deseos, sus proyectos de futuro, las alegrías más íntimas, las decisiones más difíciles, los miedos y las inquietudes.

"Quien elige a Cristo no pierde nada, más, al contrario, gana todo, encuentra la felicidad verdadera y la vida plena", subrayó.

Rylko añadió -tomando unas palabras de Francisco- que Cristo llama a los jóvenes a abandonar la vida cómoda y "derribar los muros del egoísmos e ir con valentía a las periferias geográfica del mundo llevando a Dios".

"Cristo os necesita, jóvenes. Necesita vuestra fe joven, llena de alegría y de entusiasmo misionero. Cristo cuenta con cada uno de vosotros", destacó el cardenal.

(Rd/Agencias)

Volver arriba