(J.M.Vidal, Rio).- Ceremonia protocolaria, pero sin protocolo, porque el Papa lo rompe continnuamente. Francisco fue recibido en el palacio de Rio de Janeiro, donde le entregaron las llaves de la Ciudad, al tiempo que bendecía las banderas olímpicas. Al comentario del alcalde sobre el mal tiempo (en Rio lleva tres días lloviendo sin parar de día y noche), el Papa respondió con una de sus bromas-serias: "Tienen que llevarle una docena de huevos a las Clarisas".
Tras la bendición de las banderas, el Papa dijo: "Buen dia a todos, gracias por estar aquí y mi bendición a ustedes y a sus familias, a todos".
Y, como siempre, al terminar todo el acto, volvió a repetir uno de sus mantras favoritos: "Recen por mí".
Y del palacio de la ciudad al palacio de los pobres: la favela Rocinha, espera al Papa de los pobres, que no rechaza a los ricos, pero se siente más a gusto con los suyos, con sus pobres.
Suena, de fondo, la canción "Abenzoa a iste pobo que ti ama", mientras se dirige a la favela en su pequeño utilitario.