"Con la cruz, Jesús se une al silencio de las víctimas de la violencia que ya no pueden gritar" Via crucis en Copacabana: "Jesús con su cruz recorre nuestras calles y carga con nuestros miedos"
(José Manuel Vidal, Rio de Janeiro).- Tras un paseo de más de una hora ante el delirio de la multitud congregada en Copacabana, Francisco llegó al estrado, para presidir el Via crucis. La cruz de Cristo en la playa del hedonismo. La cruz a los pies de los grandes hoteles de Rio. La pasión y la vía dolorosa, que preside a lo lejos el gran Cristo de Rio, el Corcovado. Porque no hay cristianismo sin cruz. Los creyentes siguen a un Rey crucificado.
En un escenario pop y moderno, con luces de neón, para el espectáculo de la fe. Con cantos modernos y cantantes que entonces sus cánticos a Dios y a Cristo.
Tras saludar a algunos cardenales presentes, entre ellos al de Madrid, Rouco Varela, el Papa radiante se transforma y se concentra en la oración. Y su rostro se torna orante.
Y los propiso fieles responden al recogimiento del papa. Ya no hay gritos, comienza el via Crucis.
UNgrupo de jóvenes, con cintas blanca sy amarillas (colores del Vaticano, cogen la cruz de la JMJ y comienza la procesión. Precedida por decenas de monaguillos con sus incensarios. Por detrás 36 oficiales de la Marina brasileña. El Papa, concentrado, sigue la cruz con la mirada.
Primera estación: Pilatos, en su palacio se lava las manos.
Segunda estación, en un palco en forma de pavimento del palacio de Pilato, con el letrero: "Ecce Homo".Personas con pequeñas cruces. "Quiero completar tu sacrificio en mi vida. Llevaré tus palabras en mi corazón".
Tercera estación: En el escenario, un elevador trae un Cristo que cae por primera vez. Un Cristo que parece una estatua, pero es humano.Denuncian a los caídos en la dependencia del crack. "Enséñanos a ser buenos samaritanos y a levantar a los caídos a la vera del camimo".
Cuarta estación: Jesús encuentra a su madre, entre un grupo de 10 mujeres con sus hijos en brazos. Una actriz representa a María. La defensa de la vida y del amor de las madres.
Quinta estación: El Cirineo, en un escenario en form ade relicario, rodeado de niños vestidos de ángeles. UN seminarista relata su vocación: "Sígueme". "Enséñame a ser un buen pastor".
Sexta estación: La Verónica. Enu n altar con un candelabro de 7 brazos judío, entran 25 mujeres que representan otras tantas Verónicas. Una consagrada denuncia las "víctimas de la cultura de la muerte: parados, excluidos, minorías...Haznos enjugar sus lágrimas".
Séptima estación: Segunda caída, representada por uns trabajadores que abren un contenedor. que desvela un Cristo que cae por segunda vez. Una pareja joven: Piden un amor auténtico.
Octava estación: Jesús consuela a las mujeres de Jerusalén, escenificada por un grupo de mujeres de diversas rofesiones actuales, cada una de ellas con una planta.
Novena estación: Tercera caída. Entre varios discapacitados en sillas de ruedas. "Fuerzas para no volver a caer"
Décima estación: Jesús es despojado de sus vestiduras. Con un actor que representa a Jesús cpon el torso ensangrentado. Alertan de los peligros de las redes sociales y de Internet y evangelizar el continente digital.
Undécima estación: Jesús clavado en la cruz. Un Cristo surge ante una quincena de hombres encorvatados."Tu cruz unió el cielo y la tierra"
Duodécima estación: Jesús muere en la cruz, entre un grupo de 20 enfermeros con sillas de ruedas y camillas.
Decimotercera estación: El descendimiento. Escenificado ocn grande sgotas de sangre y, en medio, una imagen de La Piedad. "Enséñame a descrucificar a mis hermanos, que mi testimonio sea un silencioso grito de amor y de solidaridad"
Decimocuarta estación: Jesús es sepultado. El cortejo sube por la rampa de acceso, formando un panel humano al lado del Papa.
UN grupo de jóvenes realiza diversas peticiones en diferentes lenguas. Entre otras, que pase la secularización, que se supere la injusticia y la violencia.
La conclusión del Papa
Con una oración y con un discurso:
"El via crucis, momento fuerte de la JMJ"
"La cruz recorrió todos los continentes"
"Tres preguntas: ¿Qué han dejado en la cruz? ¿Qué dejó la cruz en cada uno de ustedes? ¿Qué nos enseña esta cruz para la vida?"
"Jesús con su cruz recorre nuestras calles y carga con nuestros miedos"
"Con la cruz, Jesús se une al silencio de las víctimas de la violencia que ya no pueden gritar"
"El caso de los 242 jóvenes víctimas del incendio en Santa María a principios de este año"
"Jesús se une a todos los que sufren hambre en un mundo que tira cada día toneladas de alimentos"
"Jesús está junto a tantas madres y padres que sufren al ver a sus hijos en la drogas"
"Jesús se une a quine es perseguido por su religión, por sus ideas o por el color de su piel"
"Junto a tantos jóvenes que han perdido su confianza en las instituciones politicas, en la Iglesia e incluso en Dios por la incoherencia de los ministros del Evangelio"
¿Qué ha dejado la cruz en cada uno de nosotros?
"Deja el bien de la certeza del amor fiel de Dios por nosotros"
"En la cruz de Cristo está todo el amor de Dios y su inmensa misericordia"
"Fiémonos de Jesús, confiemos en él, porque Él nunca defrauda a nadie"
"Transformó la Cruz en símbolo de victoria"
"El primer nombre de Brasil fue Tierra de Santa Cruz"
"La cruz nos invita a salir de nosotros mismos y tenderles las manos"
"¿Cómo quién quieres ser? ¿Como Pilatos que se lava las manos? ¿Sos de los que se lavan as manos? ¿O sos como el Cireneo, que ayuda a Jesús?"
Vía Crucis con los jóvenes en el paseo marítimo de Copacabana (Río de Janeiro, 26 de julio de 2013)
Texto íntegro
Queridísimos jóvenes
Hemos venido hoy aquí para acompañar a Jesús a lo largo de su camino de dolor y de amor, el camino de la Cruz, que es uno de los momentos fuertes de la Jornada Mundial de la Juventud.
Al concluir el Año Santo de la Redención, el beato Juan Pablo II quiso confiarles a ustedes, jóvenes, la Cruz diciéndoles: "Llévenla por el mundo como signo del amor de Jesús a la humanidad, y anuncien a todos que sólo en Cristo muerto y resucitado hay salvación y redención" (Palabras al entregar la cruz del Año Santo a los jóvenes, 22 de abril de 1984: Insegnamenti VII,1 (1984), 1105). Desde entonces, la Cruz ha recorrido todos los continentes y ha atravesado los más variados mundos de la existencia humana, quedando como impregnada de las situaciones vitales de tantos jóvenes que la han visto y la han llevado. Nadie puede tocar la Cruz de Jesús sin dejar en ella algo de sí mismo y sin llevar consigo algo de la cruz de Jesús a la propia vida. Esta tarde, acompañando al Señor, me gustaría que resonasen en sus corazones tres preguntas: ¿Qué han dejado ustedes en la Cruz, queridos jóvenes de Brasil, en estos dos años en los que ha recorrido su inmenso país? Y ¿qué ha dejado la Cruz en cada uno de ustedes? Y, finalmente, ¿qué nos enseña para nuestra vida esta Cruz?
1. Una antigua tradición de la Iglesia de Roma cuenta que el apóstol Pedro, saliendo de la ciudad para huir de la persecución de Nerón, vio que Jesús caminaba en dirección contraria y enseguida le preguntó: "Señor, ¿adónde vas?". La respuesta de Jesús fue: "Voy a Roma para ser crucificado de nuevo". En aquel momento, Pedro comprendió que tenía que seguir al Señor con valentía, hasta el final, pero entendió sobre todo que nunca estaba solo en el camino; con él estaba siempre aquel Jesús que lo había amado hasta morir en la Cruz. Miren, Jesús con su Cruz recorre nuestras calles para cargar con nuestros miedos, nuestros problemas, nuestros sufrimientos, también los más profundos. Con la Cruz, Jesús se une al silencio de las víctimas de la violencia, que no pueden ya gritar, sobre todo los inocentes y los indefensos; con ella, Jesús se une a las familias que se encuentran en dificultad, que lloran la pérdida de sus hijos, o que sufren al verlos víctimas de paraísos artificiales como la droga; con ella, Jesús se une a todas las personas que sufren hambre en un mundo que cada día tira toneladas de alimentos; con ella, Jesús se une a quien es perseguido por su religión, por sus ideas, o simplemente por el color de su piel; en ella, Jesús se une a tantos jóvenes que han perdido su confianza en las instituciones políticas porque ven egoísmo y corrupción, o que han perdido su fe en la Iglesia, e incluso en Dios, por la incoherencia de los cristianos y de los ministros del Evangelio. En la Cruz de Cristo está el sufrimiento, el pecado del hombre, también el nuestro, y Él acoge todo con los brazos abiertos, carga sobre su espalda nuestras cruces y nos dice: ¡Ánimo! No la llevas tú solo. Yo la llevo contigo y yo he vencido a la muerte y he venido a darte esperanza, a darte vida (cf. Jn 3,16).
2. Y así podemos responder a la segunda pregunta: ¿Qué ha dejado la Cruz en los que la han visto, en los que la han tocado? ¿Qué deja en cada uno de nosotros? Deja un bien que nadie más nos puede dar: la certeza del amor indefectible de Dios por nosotros. Un amor tan grande que entra en nuestro pecado y lo perdona, entra en nuestro sufrimiento y nos da fuerza para sobrellevarlo, entra también en la muerte para vencerla y salvarnos. En la Cruz de Cristo está todo el amor de Dios, su inmensa misericordia. Y es un amor del que podemos fiarnos, en el que podemos creer. Queridos jóvenes, fiémonos de Jesús, confiemos totalmente en Él (cf. Lumen fidei, 16). Sólo en Cristo muerto y resucitado encontramos salvación y redención. Con Él, el mal, el sufrimiento y la muerte no tienen la última palabra, porque Él nos da esperanza y vida: ha transformado la Cruz de instrumento de odio, de derrota, de muerte, en signo de amor, de victoria y de vida.
El primer nombre de Brasil fue precisamente "Terra de Santa Cruz". La Cruz de Cristo fue plantada no sólo en la playa hace más de cinco siglos, sino también en la historia, en el corazón y en la vida del pueblo brasileño, y en muchos otros. A Cristo que sufre lo sentimos cercano, uno de nosotros que comparte nuestro camino hasta el final. No hay en nuestra vida cruz, pequeña o grande, que el Señor no comparta con nosotros.
3. Pero la Cruz nos invita también a dejarnos contagiar por este amor, nos enseña así a mirar siempre al otro con misericordia y amor, sobre todo a quien sufre, a quien tiene necesidad de ayuda, a quien espera una palabra, un gesto, y a salir de nosotros mismos para ir a su encuentro y tenderles la mano. Muchos rostros han acompañado a Jesús en su camino al Calvario: Pilato, el Cireneo, María, las mujeres... También nosotros podemos ser para los demás como Pilato, que no tiene la valentía de ir contracorriente para salvar la vida de Jesús y se lava las manos.
Queridos amigos, la Cruz de Cristo nos enseña a ser como el Cireneo, que ayuda a Jesús a llevar aquel madero pesado, como María y las otras mujeres, que no tienen miedo de acompañar a Jesús hasta el final, con amor, con ternura. Y tú, ¿como quién eres? ¿Como Pilato, como el Cireneo, como María?
Queridos jóvenes, llevemos nuestras alegrías, nuestros sufrimientos, nuestros fracasos a la Cruz de Cristo; encontraremos un Corazón abierto que nos comprende, nos perdona, nos ama y nos pide llevar este mismo amor a nuestra vida, amar a cada hermano o hermana nuestra con ese mismo amor. Que así sea.