Crónicas desde la JMJ (VI) La lengua de las lenguas

(Javier Garrido).- Lo ví, sí, lo he visto contra todo pronóstico. Así son las cosas. Hoy cuando el Papa Francisco comenzaba a llegar al parque del Blonia veíamos como todos los peregrinos de mi sector empezaban a correr hacia uno de sus laterales. Sí, era el papa-móvil y yo era uno de los que corría como loco.

El recibimiento ha sido espectacular y las palabras del Papa un aliento impresionante. Pero no quiero hablaros de ellas, podemos leerlas en miles de sitios.

Estas líneas me pidieron que se escribieran para otra cosa, y me encanta. El momento que os contaba antes ha acabado de una forma espectacular. Cuando yo ya volvía hacia nuestro sitio, aparece de repente uno de los salesianos que nos acompaña con una sonrisa de oreja a oreja, una mirada desbordante de alegría, y el móvil en la mano yo creo que hasta temblando. Había estado a metros del Papa, en primera fila. Las palabras de este sacerdote amigo en ese momento me han llenado el corazón: "Lo he visto, al lado, ha pasado al lado. Ha sido impresionante".

Tenía en sus ojos la ilusión de un niño, de verdad. Ha sido precioso. Y es que realmente nunca debemos dejar de ser niños, siempre tiene que quedar en nosotros esa ilusión del día de Reyes en nuestro corazón para todos los regalos de la vida. En esta JMJ una de las mayores ilusiones que traemos es poder ver al Papa. Él lo había visto, y muy cerca. Ha sido precioso.

Hoy el día me ha ayudado también a acentuar algo que venía notando durante toda estas jornadas: los humanos hablamos lenguas universales. Sí, donde muchos quieren dividir, nosotros unimos y de qué manera.

Ayer mismo, por ejemplo, de vuelta a casa en el tranvía íbamos en el mismo vagón polacos y españoles. Os podéis imaginar quienes chillaban, cantaban y al fin y al cabo 'la liaban' más, ¿no? Sí, claro, has acertado, nosotros.

Pues bien, en mitad de nuestros cantos de repente los polacos alzaron sus voces y empezaron a cantar una melodía un tanto peculiar para más de uno de nosotros. Nuestras caras fueron un poema al darnos cuenta que era nuestro conocidísimo "Pescador de Hombres". La música nos une, he aquí un ejemplo. Podrá cantarse en polaco, español o cualquier otra lengua, pero la música es una lengua universal que ningún invento podrá dividir.

Uno de los buques insignia de los cánticos españoles es por supuesto "La Macarena". Aquí es cuando surge de la manera más divertida y absurda una nueva lengua universal: el baile. El baile nos une, y 'La Macarena' es el mejor ejemplo.

Pero más allá de esto hoy, por ejemplo -al acabar de cenar- nos hemos acercado al concierto que había en el altar. Éramos pocos los que estábamos allí, pero todos bailábamos, y todos a una. El baile nos une, y nada ni nadie podrá separar el baile entre dos personas amigas, amadas o qué más da, desconocidas también.

Ojalá pudierais estar aquí durante una eucaristía y poder vivir junto a nosotros el momento de la paz. Surge aquí, a simple vista, otra lengua universal: el abrazo, los besos, el dar la mano, el chocar los cinco... Da igual de qué país, raza, sexo o condición social seas, da igual.

Aquí vamos a otro rollo y ponemos de relieve que realmente hay lenguas universales más allá de las fronteras impuestas. Las muestras de cariño son universales, y llenan el corazón de cualquier persona sea de donde sea, y esté donde esté. Abrazar con cariño a alguien es de las cosas más bonitas que he experimentado en mi vida.

Ahora quiero que os imaginéis la siguiente situación: coged un billete de 5€, por ejemplo. Si está bien nuevo, mejor. Ahora arrugadlo, hacedlo una pelota, tiradlo por la habitación de la manera más cruel que se os ocurra. Cuando caiga al suelo, no lo cojáis, al contrario, pisoteadlo, pisoteadlo y mucho. ¿Quieres cogerlo ahora? Vale, cógelo, pero vuelve a repetir el proceso: arrúgalo, tíralo, y písalo.

Tras hacerlo varias veces, ¿seguirías cogiendo el billete y queriendo usarlo? ¿Tiene el billete acaso un valor diferente? Sé que todos cogeríamos ese billete, porque su valor no ha cambiado. Sólo su aspecto, antes estaba nuevo, y ahora está bien arrugado.

Esta ha sido una de las enseñanzas que Rvdo. Elías Rauda, obispo de El Salvador, nos ha dejado hoy en las catequesis que hemos recibido. Y no es más que la mayor lengua universal que tenemos los humanos: el amor de Dios, y su misericordia. Es esta lengua la que ha de ser lengua de lenguas, porque nada, ni nadie, ni fronteras ni barreras podrán con el amor de Dios y con su divina misericordia.

Cracovia esta siendo estos días un lugar de encuentro, donde la Iglesia está poniendo de manifiesto que no es algo de otro tiempo, sino que es algo que interesa hoy, que gusta, que enamora. Cracovia está siendo la capital de las lenguas universales, esas lenguas que por mucho que se empeñen muchos en intentar romper y dividir, son tan fuertes que nunca caerán.

Pero Cracovia ante todo está siendo la capital de la lengua de las lenguas: el amor y la misericordia de Dios. Nosotros somos instrumentos de Dios, parte de su cuerpo.

Hablemos pues estas lenguas universales: cantemos con la garganta, bailemos con las piernas, abracemos con nuestros brazos; pero que la lengua que salga de nuestra boca y corazón sea únicamente la misericordia que solo puede brotar del amor que Dios nos tiene.

- Francisco Javier Garrido Hernández, peregrino de Cracovia 2016.@MJS_es

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