Última Cena, ¿solo estaban presentes Jesús y los Doce?
En el anterior artículo abordaba, en el marco del Jueves Santo, el lavatorio de pies. Al final de aquel artículo nos quedaba aún pendiente el tema sobre el que hoy nos preguntamos: ¿Solo participaron en la Última Cena Jesús y los Doce?
No es la primera vez que escribo sobre el tema. Ya lo hice en la monografía María Magdalena (Edimat, 2005) Permitidme que rescate de aquel libro las siguientes palabras:
“Presentes en la Cena”. ¿Eso no es decir mucho? Suzanne Tunc, en También las mujeres seguían a Jesús (Sal Terrae, 1999) lo desarrolla con un comentario que parece abrir nuevas expectativas. Ella sugiere que si tal como nos dice el Evangelio de Lucas en su relato de los discípulos de Emaús (Lc 24,13-35), que una vez que reconocieron a Jesús al partir el pan, regresaron a Jerusalén, donde encontraron a los Once reunidos (de los Doce falta Judas, que traicionó a Jesús y se suicidó). Pero esto nos lleva a algunas conclusiones lógicas: 1º. Si encontraron a los Once reunidos en Jerusalén, quiere decir que ninguno de los dos discípulos de Emaús era uno de los Once (uno era Cleofás, porque así lo dice el evangelista en el versículo 18); 2º. Pero dice que lo reconocieron al partir el pan, recordando la Cena, la Última Cena, y eso quiere decir que ellos estuvieron presentes, o sea, que participaron en la Última Cena; 3º. Las dos conclusiones anteriores nos dirigen a una tercera, tan lógica como las anteriores: no solo participaron de la Cena los Doce. Parece razonable pensar que los discípulos de Emaús lo hicieron.
Hasta aquí las conclusiones extraídas literalmente del fragmento de Lucas. Pero si seguimos discurriendo un poco, parece posible que si participaron de la Cena los discípulos de Emaús lo pudieron hacer algunos más, que pudieron ser mujeres. Incluso, puede que el segundo discípulo de Emaús, el que no es citado por su nombre, fuera mujer.
Así pues, en aquella ocasión, me acerqué al tema, desde la disciplina de la lógica, utilizando la figura del silogismo condicional. Es decir, hay circunstancias poco conocidas en el entorno de la vida y misión de Jesús, que podemos afirmar como ciertas porque se derivan, lógicamente, de aquellas otras circunstancias de las que explícitamente habla el Evangelio.
Pero hoy quisiera ir aún más allá de aquellos argumentos para aportar otra idea, tanto o más lógica, tanto o más sensata.
Dicen que si durante siglos se ha omitido, por no decir escondido, esta reflexión, es por el miedo que suscitaba el que alguien pudiera aprovechar esta posible teoría en pos del sacerdocio femenino. Es decir, si las mujeres estaban presentes en la Última Cena y, por otro lado, fue en ese momento en el que se instituyo el sacerdocio ministerial, pues…
Lo que no me explico es cómo me han permitido participar de celebraciones del sacramento del orden. Siguiendo la “lógica del miedo”, si estoy presente… quedo ordenado. Y lo mismo podría pasar en una celebración del matrimonio. Como he estado presente en más de una, seguramente en decenas… ¿me habrán casado tantas veces que soy hiper-polígamo?
Llegado a este punto, aún cobra más sentido y relevancia, el hablar de “sensatez”. Es decir, que cualquier persona sensata entiende que la asistencia, e incluso participación, en un acto no le hace protagonista de todo lo que en ese acto se cuece. Miles de barcelonistas asisten e, incluso participan animando, a su club sin por ello formar parte del once. Y tanto o más se puede decir de los que asisten y participan en actos como la entrega de los premios Nobel o los Oscar de Hollywood.
Ahora que hemos empezado el mes de mayo, tradicionalmente dedicado a María, cómo no pensar, dentro de la línea planteada, que la Madre de Jesús estuvo presente en la Cena Pascual. A fin de cuentas, no sé si los apóstoles serían muy “cocinitas” y alguien tuvo que cocinar para que hubiese cena.
Quique Fernández