El lema bíblico de la «JMJ Rio 2013»
El Papa Benedicto XVI propuso este fragmento del Evangelio de San Mateo como lema de la próxima Jornada Mundial de la Juventud que comienza mañana en Rio de Janeiro.
Permitid que amplíe un poco los versículos para comentarlos brevemente.
“Los once discípulos marcharon a Galilea, al monte donde Jesús los había citado.
Al verlo le adoraron; sin embargo, algunos todavía dudaron.
Acercándose, Jesús les dijo: "Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra.
Id, por tanto, y haced discípulos a todos los pueblos bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo lo que yo os he mandado”.
Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo". (Mt 28,16-20)
Quisiera comentarlos en el marco del Año de la Fe y, por tanto, fijarme especialmente en el llamamiento de fe que supone este fragmento.
La Fe sigue el buen Camino
“A donde los habían citado”
Los discípulos son dóciles a la llamada de Jesús, se fían de Él y acuden a donde Jesús les convoca.
Hoy Jesús nos sigue convocando a seguir sus huellas, a pisar en sus pisadas, a guiarnos por la brújula de sus valores y por el mapa del Evangelio, a hacer parada en el camino para celebrar la Eucaristía.
La Fe obedece a la Verdad
“Enseñándoles a cumplir”
Entre tantas propuestas y tantos mandatos que van surgiendo en el camino de la vida, la Fe nos muestra y destaca de entre los demás el de la Verdad. La Verdad no es una simple propuesta (como tampoco, nos recuerda bien el Papa Francisco, la Iglesia es una simple ONG) ni tampoco es un mandato del que manda por que ostenta fuerza o prepotencia.
Jesús hablaba con autoridad, con la autoridad de la Verdad y los discípulos lo reconocieron.
Hoy Jesús sigue hablándonos por medio de su Palabra y de sus profetas.
La Fe se inclina ante Jesús Vida
“Adoraron”
Y de entre las tantas propuestas, hoy aparecen como más sugerentes y cautivadoras las que asociamos al ocio y al placer.
No resulta demasiado difícil demostrar que en nuestra sociedad se “adora” desde el materialismo, el utilitarismo y el hedonismo a “dioses baratos” como el dinero, la bolsa, el “cargo” profesional, la pornografía…
Pero en esa “adoración” tan solo se busca el “yo”, únicamente el propio beneficio. Y, por lo tanto, como esos “dioses baratos” se gastan rápidamente, acaba quedando tan solo insatisfacción.
Pues bien, de todo eso también había en tiempos de la Palestina de Jesús, con la variante que, además, también la solución “religiosa” era barata y se gastaba. ¿Por qué? Sólo Jesús tiene palabras de Vida Eterna.
Tan sólo en Jesús la adoración me saca de mí mismo y se convierte en un acto de amor.
La Fe se mueve, es activa
“Id”
De la fe hemos hecho muchas veces un sustantivo cercano al conformismo, la resignación o la pusilanimidad.
El tantas veces repetido “ten fe” se le ha dicho incluso a mujeres víctimas del maltrato marital. Y, desde luego, que hay que tener fe… pero cuando la fe no se convierte en verbo de acción, cuando no acciona la esperanza y el amor, cuando no me mueve y conmueve… entonces no es fe, tan solo es ideología, tradición con minúscula o búsqueda de falsas seguridades.
La fe, cuando es de verdad fe, me mueve siempre hacia el hermano, a defender al más débil y sus derechos: la vida, la persona, la libertad, la libertad de fe, la felicidad aquí y ahora.
La Fe sabe que no está sola
“Yo estoy con vosotros”
Todo lo dicho es una quimera sin Jesús. Demasiadas veces hemos construido una fe sin Jesús, más cercana a la ideología o a la costumbre que a la vivencia y experiencia del Resucitado.
Los Primeros Discípulos experimentaron a Jesús y transmitieron esa vivencia. Pudieron ser misioneros porque antes fueron cristianos. No cristianos de nombre sino cristianos de Cristo y de su Espíritu.
Con el tiempo “conseguimos” crear la Navidad sin Jesús, la Semana Santa sin Jesús, la catequesis de valores sin Jesús, las escuelas cristianas con la mejor enseñanza pero sin Jesús e, incluso, los políticos cristianos que eran antes políticos que cristianos, hasta llegar a dictaduras que se llamaban cristianas. ¡Qué horror!
Peo solo en Cristo y su Espíritu, solo con Él, hay de verdad fe, hay verdadera evangelización.
Quique Fernández