Ni el mal ni la muerte tienen la última palabra


Conmemoración de los fieles difuntos
Mc 15,33-39.16,1-6


Después de la festividad de todos los santos conmemoramos la de todos los fieles difuntos. Todos hemos pasado por la experiencia de la muerte de seres queridos, familiares y amigos. Hoy los queremos recordar de una manera especial, queremos unirnos en oración eclesial por ellos.

Seguramente con la celebración del día anterior ya les hemos recordado: me resisto a pensar que las personas que quiero y ya no están entre nosotros no estén disfrutando de la plenitud del amor de Dios, en el cielo. Pero hoy toda la Iglesia se une en plegaria solidaria por todos aquellos que un día formaron parte de nuestras vidas. Es una forma de vivir la «comunión de los santos», en la que nos unimos, por medio de la oración, los que aún estamos aquí y los que ya han pasado la frontera de la muerte.

El evangelio que hoy nos propone la liturgia narra los últimos momentos de Jesús en la cruz y su muerte. El evangelio de Marcos nos presenta a Jesús rezando el salmo 22(21), una plegaria de profundo dolor, de soledad, de oscuridad pero, al mismo tiempo de esperanza en Dios. Jesús será reconocido como el «Hijo de Dios», precisamente en su muerte en la cruz.

El mensaje de hoy es que ni el mal ni la muerte tienen la última palabra. La última palabra es la acción amorosa de Dios, que siempre está presente, aunque a veces parezca escondido o ausente.

Javier Velasco-Arias
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