Empezamos a tener obispos. Ya era hora.

Estábamos tan acostumbrados a no encontrarnos con nuestros obispos y a ver a las ovejas perdidas y comida de los lobos que se nos hace hasta raro verles cuidando de su rebaño. Pero nunca es tarde si la dicha es buena. Hablábamos hace unos días de los obispos catalanes desautorizando al Instituto Borja de Bioética por su apoyo al aborto. Y ayer del obispo de Vich prohibiendo una conferencia en su diócesis de una importante directiva de ese Instituto.

Hoy es noticia que el obispo auxiliar de Bilbao, monseñor Iceta, ha pedido a los dirigentes del PNV que reconsideren su actitud de avalar la nueva ley del aborto que propone el Gobierno señalando su incompatibilidad con la doctrina de la Iglesia y con las raíces mismas del Partido Nacionalista Vasco.

Don Francisco José Pérez, arzobispo de Pamplona ha declarado la incompatibilidad de ser concejal socialista, partido que quiere ampliar todavía más los abortos en España, y que, además, oficia encantada bodas civiles en su ayuntamiento con prestar servicios en la Iglesia. Que no es lo mismo que asistir a misa cosa que no se le ha negado a nadie.

Y Don Antonio Ceballos, obispo de Cádiz, ha estado particularmente claro y valiente en un escrito en el que reclama a los médicos la objeción de conciencia ante el aborto, dice a los políticos que las convicciones morales y la conciencia personal deben primar sobre la disciplina de partido, critica abiertamente al Gobierno por ese "crimen execrable"y llama a la oposición al mismo por "todos los medios legales y pacíficos a nuestro alcance".

Pues bendito sea Dios si nuestros pastores comienzan a serlo.

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