Monseñor Catalá: Debería hacer usted algo para quitarse el sambenito.
Y curiosamente en todos se le critica. Lo que casi es una suerte para el obispo. Porque si hubiera Blogs que salieran en su defensa por su oposición al Motu Proprio de Benedicto XVI su situación en lugar de mejorar empeoraría mucho. Lo que le faltaba. Que se convirtiera en un héroe de los enemigos del Papa y de la Iglesia.
Todo es un sin sentido. Porque monseñor Catalá es un buen obispo. Lento, concienzudo, introvertido, seguramente poco simpático, pero un buen obispo. Lo fue en Alcalá de Henares y estoy seguro de que lo va a ser en Málaga. Él, que no se precipita nunca, que es mucho más tortuga que liebre, en esta ocasión se ha precipitado. Curiosamente sus pasos tortugosos van siempre en la buena dirección con lo que en tiempo largo y poco a poco todo va mejorando bajo su báculo. Hasta que insólitamente se ha precipitado, motu propio o influido por otros, por un camino contrario al acostumbrado en él. Que siempre había sido de absoluta fidelidad a Juan Pablo II y Benedicto XVI.
Internet, lo está comprobando, señor obispo, es muy puñetero. Y no olvida. Periódicamente le van a estar recordando su negativa, injusta y dictatorial, a secundar los deseos del Papa sobre el modo extraordinario. No se le pedía apenas nada. Una única misa, no recuerdo si semanal o mensual, en su diócesis. Nada más. Pues ni eso. No llegó a decirlo pero sonaba demasiado a que se jo...roben esos chalados. Y ya ve la que se ha armado. Y la que va a seguir.
Hubo un obispo español que tampoco simpatizaba con el modo extraordinario y que se pronunció críticamente sobre él. Inmediatamente se dio cuenta del charco en el que se había metido y donde había dicho digo dijo diego. No nos lo creímos nadie pero salvó la cara. Otro obispo también español se empeñó en no dar unas explicaciones obligadas y pasó un verdadero calvario. Hasta el punto de que tras más de un año de estar sometido al pim, pam, pum ha tenido que intentar lo que de haberlo hecho en su momento le hubiera ahorrado el ser lapidado un día sí y otro también.
Arregle esto, monseñor, cuanto antes. Es usted inteligente y seguro que encuentra algún modo en el que, al tiempo, se salven su dignidad y los derechos de los fieles que solicitaban al padre el modo extraordinario. Va a encontrar en esos hijos, que estaban ilusionadísimos con su llegada, toda clase de facilidades para cualquier arreglo. Hasta hay uno muy sencillo. Que entendió usted que apenas eran doce personas las que solicitaban esa misa y que con la escasez de sacerdotes no le pareció oportuno distraer uno para tan escasos demandantes pero que una vez se enteró de que esos doce eran sólo representantes de un grupo más amplio pues accede paternalmente a su petición. O cualquiera otra que se le ocurra. Pero deshaga cuanto antes este entuerto.
Estoy absolutamente convencido de que es usted uno de los obispos más fieles a Benedicto XVI y no me cabe duda de que está sorprendidísimo y disgustadísimo de que le presenten como bandera de la oposición al Papa. Pero eso es lo que hay. Y lo que va a seguir. De no concluirse de una vez y cuanto antes este desdichado asunto.
Que el Señor le ilumine, Don Jesús, para bien de la Iglesia de Málaga, de la española y para el suyo personal.