Pagola, el CET y el cardenal de Sevilla.

El Centro de Estudios Teológicos de Sevilla lleva mucho tiempo cuestionado. No pocos de sus profesores resultan para muchos bastante sospechosos. Y el nombre de alguno era habitual en los escritos de protesta contra la Iglesia.

Hace unos días unos cuantos miembros de ese Centro firmaron, con otros sevillanos, poquitos, una declaración penosa sobre la gran concentración católica del pasado 30 de diciembre en Madrid.

Y para pasado mañana, 31 de enero, se anuncia la presentación del libro de Pagola sobre Jesús en el CET.

Dicho libro es, por lo menos, cuestionado. Incluso un obispo y varios teólogos lo han considerado peligroso, inexacto o erróneo. Cierto que ha habido otros teólogos que han salido en su defensa. Pero curiosamente son autores censurados, advertidos o denunciados. Más una carmelita descalza de la que ya hemos hablado y no vamos a insistir ahora.

Pienso, y por eso lo digo, que un libro que está bajo sospecha no debería presentarse en un organismo diocesano. Al menos hasta que la Iglesia declarara que está libre de toda sospecha y que es absolutamente conforme con la fe.

Porque, cómo iba a quedar el obispo diocesano cuyo Centro de Estudios Teológicos se dedicara a hacer propaganda de un libro que expresara doctrinas contrarias a las de la Iglesia. Pues todavía peor que la hermana Virtudes.

Puedo entender que sorprendan a un Centro de Estudios Teológicos. Y al obispo del que depende. Que incluso puede no haberse enterado de la presentación de ese libro.

Pero el caso del CET sevillano es ya redundante. Y sorprendente. Escandaliza. Y las salpicaduras del escándalo manchan.

En este caso sólo a una persona. Lo siento y siento decirlo. Pero como sigamos ya en la pendiente de este mes de enero van a gritar hasta las piedras.

No pueden unos sacerdotes manifestarse contra la práctica unanimidad del episcopado español para una vez que actúa con decisión y valentía. Y menos si esos sacerdotes son la docencia de una diócesis. Porque, ¡vaya docencia! Y si parece que es amparada por su cardenal, peor.
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