Pagola, ¿rehabilitado?, ¿asustado?, ¿arrepentido?, ¿empecinado?

Me parece que vamos a tener Pagola para rato. Mucho más que Uriarte. Que tiene los días contados. Aunque quiera, siguiendo su trayectoria, morir haciendo daño a la Iglesia.

El que fuera vicario general de Setién, lo que ya es una recomendación, ha escrito un libro de éxito cierto y doctrina dudosa. Y ambas cosas son la pura verdad. La primera la atestiguan los ejemplares vendidos. La segunda el hecho de haber tenido que corregir el libro. No se corrige lo que no tiene problemas.

Sobre ello ha incidido un nihil obstat de su obispo en lo que parece evidente una maniobra para detener una nota ya redactada de la Comisión episcopal para la Doctrina de la Fe contraria al texto. A ver si se atreven mis hermanos a desautorizarme, habrá pensado Uriarte. Y así salvo a mi amigo. Parece que en un principio Uriarte, que no es tonto, aunque sea otras cosas, algo ha logrado. La nota ha quedado pospuesta hasta un momento "oportuno".

Los obispos se han tragado el primer trágala. Aunque con más que notable enfado de algunos de ellos. Y me dice el cardenal Re que el arzobispo Amato está que fuma en pipa.

¿Ha supuesto la declaración de Uriarte alguna rehabilitación de Pagola? Ninguna. Más bien una desautorización. El texto no era bueno y había que corregirlo. ¿Eso se hizo? Sí, aunque no sabemos si las correcciones son suficientes. El obispo de San Sebastián cree, o dice creer, que sí. Pues ya se verá. En España o en Roma.

Que se asustó Pagola es evidente. Y por eso corrigió, aclaró, precisó, puntualizó o lo que se quiera, lo más chirriante. ¿Por miedo o porque se convenció de que en el libro había errores o por lo menos pasajes confusos que no respondían a la fe de la Iglesia? No lo sabemos. Yo, tratándose de Pagola, tiendo a inclinarme por lo peor. Pero habrá que esperar al nuevo texto. En el que también puede ocurrir que siga empecinado en sus ideas, aunque las haya disimulado un poco.

La maniobra dilatoria de Uriarte de momento ha tenido éxito. Y ha paralizado, hasta que se considere "oportuno", una crítica cierta, no sabemos si severa, al texto inicial. Eso no lo rehabilita nadie. Si todo el follón que se ha armado ha servido para que la nueva redacción del libro lo haga expresión de la fe de la Iglesia pues bendito sea todo lo que se ha montado. Si sigue siendo impresentable el obispo y el exvicario se van a tragar el nihil obstat. Y Uriarte quedará a los pies de los caballos. Todavía más.

Uriarte ha sido una desgracia para la Iglesia de España. Y para la de San Sebastián. Si en esto ha obrado bien no legitima por ello todo su pasado. Y si mal, no se debería tener con él la más mínima consideración.

Es de suma urgencia la aceptación de su renuncia. Bien nombrando ya el nuevo obispo de San Sebastián o, si eso tuviera grandes dificultades, encomendando la administración apostólica de la diócesis a su metropolitano, el arzobispo de Pamplona hasta que se encuentre el obispo idóneo que pueda hacerse cargo del obispado.
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