El Séptimo de Caballería se reserva el derecho de admisión.

No son sólo pocos y viejos sino que además riñen entre ellos. Parece ser que hay notable disgusto entre las filas de la contestación porque con unos no se ha contado y a otros se les rechazó.

Los que por fin montaron en sus caballos y cargaron contra la nota episcopal pensaron, con buen acuerdo, que incorporar a sus filas lo más friki del progresismo les desacreditaba a ellos y a la causa que querían defender. Y fueron selectivos. Tú no que comprometes mucho. Tú mejor que en esta ocasión tampoco... Lo que levantó un más que notable cabreo.

Personajillos que han hecho de la protesta eclesial la razón de su existencia se han encontrado ahora con que fueron a los suyos y los suyos no les recibieron. ¿Qué hacemos pues en la vida? se habrán preguntado. Empiezan a notar que ya no sirven a nadie y para nada. Su presencia es contraproducente. Empieza a ocurrirles lo que a esos pesados de las fietas. Que corro al que se aproximan se disuelve solo. Es llegar y los demás irse.

Rechazamos a los que más anticuerpos generan y así damos una imagen de una cierta solvencia. Pero el tiro les salió por la culata. Porque frikilandia no se resignó a la marginación y acudió ella también en apoyo de Pagola. Y los que se querían presentables, sobre lo que también habría mucho que decir, se han encontrado con lo que querían evitar. Todos juntos y revueltos. Escaso favor le han hecho a Pagola.
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