¿Va a ir a Murcia el cardenal Cañizares?

Yo tengo buen concepto del cardenal Cañizares. No es que sea un Gomá o un Don Marcelo pero, para lo que hay, es muy aceptable. Y por eso le voy a dar un consejo de amigo aunque él piense que no lo soy. Y por supuesto acepto cualquier otra embajada que quiera enviarme. Siempre muy gratas por el embajador.

Don Antonio está demasiado implicado en el caso murciano. Seguramente el que más después del cardenal Mendoza. Sólo con ello el rojo del cardenalato tiene un aspecto marrón bastante impresentable. Pues, no lo acentúe más.

Todos sabemos que el ferragosto es duro en Roma donde, además, dicen que Su Eminencia se aburre mucho. Pero hay otros muchos sitios a los que ir con buena temperatura. Mucho mejor que la de Murcia. Más respaldo a la mendozada le va a retratar demasiado. Y como eso estalle, que puede estallar, va a quedar usted demasiado tocado. Puedo entender que Murcia bien valga una misa pero un cochecito discreto y alguna otra dadivilla más no es para que el día uno esté Su Eminencia en Murcia. La púrpura no se debe vender. Y menos por cuatro chavos.

Entiendo que en Murcia esté el metropolitano, a quien nadie le puede reprochar nada en este hirsuto affaire. O sólo alabanzas. O el metropolitano de Valencia por su proximidad. Y hasta el de Zaragoza, por serlo hasta ahora del que ha sido trasladado a Murcia. Y que es el más listo de todos pues apenas sale en los papeles aun estando algo empapelado. Se comprenderá sin el menor problema la presencia de los obispos vecinos de Orihuela, Albacete y Almería. Y hasta la de los demás sufragáneos de Granada. Y la del Gil Hellín, por murciano. Y por supuesto la de amigos personales del nuevo obispo de Cartagena. Pero su presencia, Don Antonio, va a cantar mucho. Y desafinadamente. Ya no es usted un obispo español. Pues retírese cuanto antes de esa Murcia que no le va a aportar nada y le puede quitar mucho.

¿Qué le cae muy simpático el señor del gran poder? Pues en Roma le invita usted a comer discretamente y no nos enteramos nadie. O le invita él. Pero no se implique más. Que ya lo está usted hasta las cejas.

Y un día de estos hablamos de Caravaca. Es que si Lorca monta un circo hasta le crecen los enanos.
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