"Brilló por los abusos físicos y sexuales, con la consecuente crisis reputacional para los negocios de Baertl" El Sodalicio de Baertl, una copia 'chifa' de la economía del Opus Dei: El Vaticano, advertido

"En los próximos días, se firmará el decreto de supresión del Sodalicio. Pero, ¿cuántos bienes quedarán a disposición del Comisario Pontificio liquidador, para cumplir la misión principal que le ha encomendado el Santo Padre: reparar en lo posible el daño sufrido por las víctimas?"
"El prestigioso abogado José Carlos Ugaz advierte implícitamente del peligro que supone que en el futuro, un gobierno denuncie el actual Concordato de 1980 del Perú"
"Las ventajas del 'modelo Opus' serviría al Sodalicio para construir una estructura financiera que, en caso de llegar a los 1000 miembros, como insistía Figari una y otra vez, les permitiría conquistar el mundo. No pasaron de unos 150"
"El padre Baertl, asistido por una pequeña élite de sodálites y adherentes, cuando empezó al final de la última década del siglo pasado el negocio de los cementerios privados, no fue lo suficientemente hábil en su copia “chifa” de la estructura económica del Opus Dei"
"Las ventajas del 'modelo Opus' serviría al Sodalicio para construir una estructura financiera que, en caso de llegar a los 1000 miembros, como insistía Figari una y otra vez, les permitiría conquistar el mundo. No pasaron de unos 150"
"El padre Baertl, asistido por una pequeña élite de sodálites y adherentes, cuando empezó al final de la última década del siglo pasado el negocio de los cementerios privados, no fue lo suficientemente hábil en su copia “chifa” de la estructura económica del Opus Dei"
A lo largo de los siglos, las instituciones de la Iglesia utilizaron diferentes modos de dar soporte económico y jurídico a sus actividades de apostolado. Normalmente, se sirvieron de “bienes eclesiásticos”, es decir, bienes de titularidad de la Iglesia universal, la Sede apostólica o de una persona jurídica canónica pública.
Quedaban fuera los pertenecientes a personas jurídicas canónicas privadas que, al menos de modo explícito, no obran en nombre de la Iglesia y, por tanto, no están sujetos a la vigilancia del Ordinario y, aún menos, a la rendición de cuentas anual al Ordinario del lugar.
En los próximos días, se firmará el decreto de supresión del Sodalicio. Pero, ¿cuántos bienes quedarán a disposición del Comisario Pontificio liquidador, para cumplir la misión principal que le ha encomendado el Santo Padre: reparar en lo posible el daño sufrido por las víctimas? Además, eso solo lo podrá hacer con ‘bienes eclesiásticos’, distintos de los privados.

Apostolado “en nombre de la Obra”
Uno de los primeros en darse cuenta de esta distinción fue el Opus Dei. Como institución, evitó siempre ser propietaria de bienes civiles o eclesiásticos, como dice un estudio publicado por ellos mismos, “para no comprometer a la Iglesia o al mismo Opus en las gestiones económicas y profesionales”.
Desde el principio, el joven José María Escrivá Albás se tomó en serio este descubrimiento y solo promovió la fundación de entidades meramente civiles como la Academia Cicuéndez o la DYA (1934-1936).
La justificó “para enfatizar el protagonismo de los laicos en su capacidad de crear proyectos en la sociedad civil con espíritu cristiano y para evitar la incautación de bienes eclesiásticos, como ocurrió durante la Segunda República española”.
"El primer objetivo, calla interesadamente el Opus Dei, ya lo había garantizado Leon XIII cuando, durante la ‘cuestión romana’, reconoció al movimiento popular católico italiano su legítima autonomía fundamental de las esferas profanas. El segundo, en la España de Franco, era un futurible con posibilidades muy peregrinas’’, me explica un obispo buen conocedor del problema.
Según el método acierto-error, como puede leerse en diversos artículos publicados en la Red, los miembros del Opus Dei inventaron obras corporativas (con comisarios ideológicos puestos por la Obra, para controlar a sus responsables jurídicos y económicos en residencias de estudiantes, en el tristemente famoso Colegio Gaztelueta o en las Universidad de Navarra y de Piura), obras comunes (iniciativas empresariales en el ámbito de la comunicación y el entretenimiento, suprimidas en 1966 por las tensiones que provocaban en ellas los directores de la Obra), sociedades auxiliares (plenamente mercantiles, suprimidas también en 1969 (“para no dar la impresión de que la Obra las administraba”) y labores personales (aportando solo capellanes o los acompañantes espirituales a los colegios de la Sociedad Fomento de Enseñanza).

El Opus Dei, reconocido por todos como “grupo católico”, siempre ha evitado en España ser identificado con la Iglesia Católica. Ninguna de sus propiedades sería bien eclesiástico o “de la Iglesia”. Ninguna de sus iniciativas podía ser hecha “en nombre de la Iglesia”: siempre camuflados y mimetizados con el paisaje, en caso de que sus miembros tuvieran que dar una explicación, sus actividades serían “de la Obra”. Ningún apostolado sería “de la Iglesia” en primer lugar, sino “del Opus Dei”, lo que ha conducido a una relación a menudo conflictiva con muchos obispos, sucesores de los Apóstoles. El último conflicto lo hemos visto con el obispo de Barbastro-Monzón.
"La estructura económica querida por 'El Padre' llevaba a sus miembros, quizás sin darse cuenta, a considerarse la verdadera Iglesia Católica o, lo que es lo mismo, otra iglesia’’, concluye el mencionado obispo español.
El Padre siempre insistió en haber descubierto la vocación laical en la Iglesia, “llamados a la santidad por un camino específico”: los laicos debían insertarse en el mundo con total autonomía. Sin embargo, un elemento distorsionaba este principio, pues los sacerdotes de la Prelatura ejercerían siempre la alta dirección de todas las actividades. Bajo la apariencia de total autonomía, ellos asegurarían un férreo control ideológico de todas y cada una de las actividades de la Obra.
Una carta-bomba del Sodalicio llega al Vaticano
“En mi condición de abogado de un grupo de víctimas del Sodalicio… sabemos que la mayor parte de sus bienes están en sociedades privadas, dirigidas a título personal por miembros del entorno de confianza de sus líderes y sus apoderados. A través de un sistema de testaferros y prestanombres, no aparecen formalmente a nombre de la organización y sus verdaderos propietarios”.

Con estas palabras, el prestigioso abogado pro bono de algunas víctimas del Sodalicio, José Carlos Ugaz, Procurador ad hoc en el pasado para casos de corrupción, en particular, el de Montesinos-Fujimori (2000-2002), ha encabezado el 24 de marzo de 2025 una carta dirigida a los más altos jerarcas de la Iglesia Católica para advertirles que "aparece múltiple evidencia de que, mediante dichas sociedades civiles privadas, sacerdotes y laicos dirigentes del Sodalicio han incurrido en diversos delitos de defraudación tributaria y lavado de activos, particularmente en las sociedades civiles ‘Cementerios Parques del Recuerdo’".
Por otra parte, este jurista advierte implícitamente del peligro que supone que en el futuro, un gobierno denuncie el actual Concordato de 1980 del Perú, “usado para que el negocio de cementerios sea viable”, ayudado de “cuatro empresas offshore, algunas como sociedad civil y canónica”, también del Sodalicio.
El negocio de los cementerios del Sodalicio
El 19 de abril de 2016, el periódico peruano La República publicó un artículo que causó furor: “Al Sodalicio la muerte le sienta bien”. Con él se destapaba el escándalo de la estructura económica de este potente grupo eclesial peruano, acusado ya entonces de haber albergado en su seno abusos sexuales, de poder y de conciencia no solo cometidos por la camarilla fundacional, sin excluir al Fundador, sino por otros muchos miembros.
El Sodalitium Christianae Vitae había sido fundado en 1971 por el laico peruano Luis Fernando Figari Rodrigo. Le seguirían otras tres fundaciones: la Fraternidad Mariana de la Reconciliación, las Siervas del Plan de Dios y el Movimiento de vida Cristiana.

A diferencia del Opus Dei y su pretensión de ser laicos y sacerdotes de una especie de diócesis de ámbito universal bajo un Prelado, sin sujeción a la jurisdicción del resto de obispos, el Sodalicio no estaba conformado por simples laicos comprometidos con la causa sino con miembros consagrados en una sociedad de vida apostólica.
Algunos de estos consagrados eran también sacerdotes, primero incardinados en sus diócesis de origen pero finalmente adscritos al propio Sodalicio: sorprendentemente, la Curia Romana de Juan Pablo II les había autorizado a no obedecer a un obispo sino a un laico, su Superior General. Lo cual era una forma muy sutil de invitarles a hacer siempre lo que les diera la gana.
No obstante ser miembros de una sociedad de vida apostólica, es decir, de una persona jurídica pública que obra “en nombre de la Iglesia”, muy pronto descubrieron las ventajas del “modelo Opus” aquellos jóvenes peruanos blancos, hijos de familias acomodadas aunque desestructuradas muchas de ellas, llamados a ser una nueva milicia “mitad monjes mitad soldados”.
Dicho modelo serviría para construir una estructura financiera que, en caso de llegar a los 1000 miembros, como insistía Figari una y otra vez, les permitiría conquistar el mundo. No pasaron de unos 150.
Una copia chifa del Opus
Otro fundador, esta vez Jack Ma, el del gigante chino del comercio electrónico Alibaba, dijo en 2016 que "muchos de los productos falsificados de fabricación china son de mejor calidad que los artículos genuinos’". Las empresas chinas copian más que innovan por ser un tema cultural: tienen hasta una palabra para ello, Shanzhai. “El mimetismo es visto como una muestra de habilidad creativa y, por lo tanto, no sólo no está mal visto sino que en China es incentivado”, afirmó en su momento Ben Goodger, experto en propiedad intelectual.

El padre Baertl, asistido por una pequeña élite de sodálites y adherentes, cuando empezó al final de la última década del siglo pasado el negocio de los cementerios privados, no fue lo suficientemente hábil en su copia “chifa” de la estructura económica del Opus Dei.
Hijo de familia minera y acomplejado por ser un “Baertl” fracasado tras varios negocios ruinosos emprendidos como joven consagrado sodálite, entró de casualidad en el negocio de los cementerios privados: dado que en los camposantos católicos llevados por consagrados se ejercita una obra de misericordia, enterrar a los muertos y es una actividad de apostolado, aquello debería ser realizado “en nombre de la Iglesia” mediante bienes eclesiásticos.
Pero esta lógica no servía, si se trataba de escaquearse del pago de impuestos: aquellos cementerios eran propiedad inicialmente de una sociedad civil del Sodalicio; ésta los regalaba a diócesis peruanas que habían erigido una “misión católica”, reservándose la administración, con lo que aquellos negocios antes privados pasaban a ser bienes eclesiásticos puestos bajo el paraguas del Concordato de 1980. Quedaban exentos de impuestos por no tener finalidad lucrativa.
Finalmente, el “sueño húmedo” de todo empresario: lograr ser considerado por el Estado Peruano corrupto como “islas tributarias”, por lo que ni tan siquiera tengas que rendir cuentas. San Alan García, ora pro nobis.
En un estado peruano con el 80% de economía sumergida (“informal” la llaman allí), la tentación de defraudar al fisco peruano o de blanquear dinero era demasiado grande, invencible dirían los moralistas clásicos. Lo demás es ya historia que, por la denuncia de José Ugaz al Vaticano, tiene todos los visos de acabar ante un Tribunal Federal de Estados Unidos.

La mayor parte de los negocios del Sodalicio, realizados inicialmente en sociedades eclesiásticas peruanas, "misión-cementerio” de propiedad diocesana y sin ánimo de lucro, por medio de un poco de ingeniería financiera baertleiana (las misiones se han prestado entre ellas millones de dólares para condonarse luego las deudas generadas por los préstamos; han realizado donaciones a sociedades offshore “controladas” por comisiones mixtas en las que los directores de la misión son los mismos que dirigen la offshore; el dinero ha regresado a Perú para fines no controlados, muy ajenos a los inicialmente espirituales o sociales) llegaron a generar pingües beneficios que, en una estimación aproximada, serían de unos mil millones de dólares.
Busque las siete diferencias y gane
El Sodalicio generó sus negocios no en España, un país con un estado de derecho un poco más evolucionado, sino en Perú, con menores estándares de calidad democrática: a nadie sorprendió que en la Operación Valkiria se descubriera que el abogado del Sodalicio Hauyón hubiera estado directamente implicado en la trama de corrupción de la ex Fiscal General del Estado, Patricia Benavides.
Además, el “núcleo duro” económico del Padre Baertl, a diferencia del Opus Dei, no solo no operó en un país con mayores estándares anti-corrupción como es España, sino que nunca estuvo controlado por los dirigentes “oficiales” del Sodalicio. Mantenidos por Baertl como querida de alta cuna y baja cama, como diría la canción, le rieron siempre las gracias a su generoso protector.
Nunca el vicioso Figari, el encubridor Regal, el evasivo Moroni o el superficial ex pandillero Correa se interesaron lo más mínimo por el origen de las riquezas que, sin pudor, acumulaba el P. Baertl cada vez con más codicia.
El verdadero poder en la sombra siempre ha sido este sacerdote, asistido por su corte de leguleyos apesebrados como Gonzalo Flores, Ary Alcántara, Percy García Cavero o Willy Ackermann y cubiertos mediáticamente por el periodista Alejandro Bermúdez.
Si el Opus Dei ha tenido un Fundador que ha podido ser elevado a los altares y entrar en el calendario entre otros santos católicos (su fiesta se celebra el 26 de junio), el Sodalicio no ha podido evitar que se sepa que su Fundador, su primer Vicario y otros muchos eran unos auténticos delincuentes cuyo único calendario donde subir era el porno.

La sacerdotal Prelatura del Opus Dei ha sido una eficaz “policía moral”, aunque a diferencia de los sacerdotes del Sodalicio, siempre se ha mantenido alejada del vil metal, que solo ensuciaba las manos de sus fieles numerarios y supernumerarios laicos.
Por contra, algunos sacerdotes del Sodalicio, como Mons. José Antonio Eguren, ex arzobispo de Piura, o los dos reverendos Len han estado metidos hasta las orejas en todas las decisiones financieras más importantes. Por contra, algunos de sus laicos eran los que, incluso chuponeando las comunicaciones de sus hermanos o familiares, como denunció Mons Kay Schmalhausen refiriéndose a Erwin Scheuch, ejercían en modo delictivo el control policial en la secta.
Por otro lado, si bien el Opus Dei está infestado de abusos de autoridad y de conciencia de todo tipo (‘El minuto heroico. Yo también dejé el Opus Dei’), el sistema de formación sodálite nunca cuidó las formas. San Bartolo, a diferencia de los centros formativos del Opus Dei, "era un simulacro cholo de Guantánamo`, como ha confirmado alguno de los ex sodálites que pasaron por allí.
Además de los abusos de autoridad, de conciencia y espirituales, entre ellos impedir la proyección intelectual de sus miembros (a diferencia del Opus Dei, que siempre la ha cuidado), el Sodalicio brilló por los abusos físicos y sexuales, con la consecuente crisis reputacional para los negocios de Baertl.
El Opus, temeroso de las incautaciones revolucionarias guerracivilistas, nunca quiso tener bienes eclesiales. No así el Sodalicio, que aunque temeroso de las incautaciones por parte de la jerarquía (motivo, entre otros, de la constitución del fideicomiso ‘Acres Investment’ en manos del Alcalde limeño del Opus Dei, Rafael López Aliaga) ha tenido bienes eclesiales para burlar el pago de los impuestos.
Finalmente, el Opus Dei, no obstante su proverbial soberbia y altanería, nunca se hubiera permitido desafiar frontalmente a la justicia vaticana, en concreto, al Santo Padre. De hecho, ahora sufre en silencio reverencial y con paciencia infinita los defectos del prójimo, es decir, de este Papa, rezando por una salud que no deja de mejorar.

Los estertores de un proceso en foto finish
(Añado a última hora este nuevo final a partir de la ulterior ‘noticia gravísima’ sobre Bertomeu aparecida en El Español. Se trata de una foto tomada después de que acabara la misión especial. Pero incluso si hubiera sido antes, durante su labor investigadora, la imparcialidad es un elemento propio del proceso justo, como sabe y debería enseñar el ilustre jurista García Cavero: Bertomeu no ha sido juez de nada ni de nadie, solo un investigador empático con los que sufren los abusos, al que las víctimas y gente de bien le estarán siempre agradecidos, junto a Mons. Scicluna).
El Sodalicio de Baertl no se ha privado de intentar desacreditar el proceso realizado por la ‘misión especial’ del Papa e incluso llevar a juicio a un enviado personal del Papa, al que atacan una y otra vez intentando lo imposible: revertir un proceso irreversible. Lo que no saben es que cuanto más lo atacan con polémicas artificiosas, más crece su talla como hombre de bien al que, quizás por desgracia para él, le han de caer otros muchos casos similares al Sodalicio.
Definitivamente, todos estos sodalovers (así les llama un buen amigo mío limeño) que atacan a Bertomeu viven en una realidad distópica, hecha de periodistas sicarios y fetos de goma en manos de barbies operadas que celebran nulidades express. Mientras el Sodalicio agoniza y con él los acólitos de la infamia e iniquidad, el padre Baertl, junto a su fiel Hadad, descansa sin paz.
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