El arzobispo que no excomulgó a una niña violada.

Se equivocan quienes creen que el ya arzobispo emérito de Olinda y Recife, monseñor Cardoso Sobrinho, excomulgó a una niña violada. Porque ni lo hizo ni podía hacerlo. Los niños no son sujeto de excomunión.

Todo es fruto de un desdichadísimo artículo del arzobispo italiano Fisichella, indigno presidente del Pontificia Academia para la Vida, que, como se ve, ha confundido al personal.

Monseñor Cardoso había presentado la renuncia de su archidiócesis el 30 de junio de 2008 y año y un día después se le ha aceptado. Tras una prórroga que no ha sido de las más largas ni de las más cortas. No estamos ante ningún caso excepcional sino muy corriente.

El arzobispo brasileño en el caso que tanta resonancia mediática tuvo no hizo otra cosa que cumplir escrupulosamente con la legislación canónica. Y por ello fue crucificado. Entre otros, indignamente, por Fisichella. Que en esta ocasión representó encantado el repugnante papel de sayón. Me da la impresión de que no se va a olvidar, hasta que acepten al italiano la renuncia, su vergonzosa actuación. Con esas cosas suele ocurrir como con el cura que pagaba abortos de Nostach. Que periódicamente se lo van a echar en cara. Y ésta, aunque sea de cemento armado, tal vez no sufra, que yo creo que sí, pero lo que es ciertísimo es que queda manchadísima.
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