Es un dogma que tenemos olvidadísimo y sin embargo es uno de los más consoladores de nuestra fe. Hoy os pedía oraciones por un sacerdote amigo y ha habido lectores que han incorporado a otros. Por mi parte ya están encomendados y seguro que otros muchos lo han hecho también.
Creemos en la comunión de los santos. En la Iglesia triunfante, en la purgante y en la que todavía está de paso en este valle de lágrimas. Todos podemos dar y recibir. Como hermanos, hijos del mismo Padre que nos ha prometido acogernos un día en sus brazos misericordiosos si no renegamos de esa filiación.
Cuando rezamos unos por otros pienso que somos más Iglesia. Y el hermano necesitado o el dolorido se encuentra que no está sólo sino que otros, desconocidos según la carne,le están encomendando a Dios en su necesidad. En una rueda maravillosa de todos para todos. Os animo a sentiros parte activa de esa rueda.