De lo que hay en el corazón habla la boca. Y ¿qué hay en el corazón de la Comisión Episcopal de Liturgia?

Reconozco que escribo con escasa simpatía a los liturgistas. Porque pienso que cuanto tocan lo empeoran. Y hay que ver la que nos han dejado después de entrar a saco en cuanto había. La proliferación, diría mejor la multiproliferación, de lo chabacano, lo irreverente, lo "creativo" y hasta en ocasiones lo sacrílego.

Pues eso es lo que tenemos y lo que se ve en bastantes de nuestras iglesias. Parafraseando aquel lema que tanto se oyó en mi juventud: Por el Impario hacia Dios, podríamos decir de estos muchachitos: Por la pretendida esquisitez a la horterada. Que hoy preside Su Ilustrísima Don Julián López, obispo de León y presidente de la Comisión Episcopal de Liturgia. En mi humilde opinión un penoso integral. Como obispo y como liturgo. De lo primero ya hablan los leoneses. De lo segundo podríamos hacerlo todos los españoles.

Julián López tiene una extraña virtud que él se encarga de patentizar. Por dondequiera que va el cabreo le acompaña. Su capacidad de crear anticuerpos excede a lo habitual. Es antipático, chulesco, desconsiderado..., una joya. Pero se cree litiurgista. Y en ese nido corporativista que es la Conferencia Episcopal le alientan sus creencias. Presidente de la Comisión ad hoc me parece que ya por el tercer y último mandato. Pero por disposición de los estatutos. Que impiden un cuarto. Algo así como lo de Uriarte paseado por no sé cuantas diócesis de España para adoctrinar al clero. Si no estamos peor debe ser por la misericordia de Dios y no porque no se empeñen nuestros amadísimos pastores.

Debe ser responsabilidad directa del López de marras la organización de las Jornadas Nacionales de Liturgia que van a celebrarse ya mismo en Palencia. Con un invitado de relumbrón. El arzobispo presidente de la Comisión Pontificia para los Congresos Eucarísticos Internacionales, Piero Marini, que pronunciará su conferencia el próximo 30 de octubre a las 10 horas.

Marini es un arzobispo católico, no soy yo quien para negarle esa condición, y como tal puede participar en actos de la Iglesia. Además es otro liturgista. Aunque Benedicto XVI prefiriera otras liturgias y le exonerara de su cargo de ceremoniero mayor vaticano. Pues, ¿cómo para no traerlo? Yo no diría que sí. Su línea no era la que agradaba al Papa y por eso le sustituyó. No le mandó a Irán pero más o menos.

Nuestro responsable de la liturgia en España debe ser de la línea marinista. De Piero, que no de Guido. Y lo pasea. Pero los afectos particulares deberían pagarse con los peculios particulares y no con los de la Iglesia. Porque si se exteriorizan de ese modo es inevitable que se recuerde la escasísima sintonía del obispo de León con Benedicto XVI en cuestiones litúrgicas en las que sin duda él se cree que sabe mucho más que el Papa. Y sus desdichadísimas declaraciones sobre la decisión pontificia sobre la misa tradicional, tan desaforadas que él mismo tuvo que envainárselas diciendo que había dicho digo donde todos le oímos el diego. Ese mismo día debió dimitir la presidencia de la Comisión que nuestros obispos se equivocaron adjudicándole. Yo hasta creo que se equivocó la Santa Sede nombrándole obispo.

Supongo que será también responsabilidad del presidente de la Comisión de Liturgia nombrar al currante de la misma. O la de convencer a sus condescendientes hermanos de que nombren al sujeto. Pues una vez más Dios los cría y ellos se juntan. El claretiano Juan María Canals es clon de su señorito. Y el escrito que figura en las páginas de la Comisión de la que venimos hablando, ¿Dos formas para un solo rito? A propósito del regreso de la misa preconciliar, una vergüenza. Aunque muy en la línea del jefecillo de esa comisioncilla. En la que también está el emérito Tena. ¿Casualidad?

Aquí ya todos tenemos percebes en los perendengues y con queso no nos la da nadie. Si alguien trae como estrella invitada a un Congreso a Casaldáliga ya sabemos de que va el evento. Y si trae a Piero Marini, aunque ciertamente no sean comparables, también. A usted, López, y a su edecán, Canals, se les ha pasado el arroz. Y resulta intragable. Renuncien, váyanse y déjennos en paz. Al menos en Liturgia. Pero si quiere irse también de León no sabe la felicidad que dejaría en la diócesis. Allí no le quiere nadie,
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