Hay nuncios y nuncios. Altos y bajos, rápidos y lentos, trabajadores e indolentes... Hoy voy a hablaros de un nuncio trabajador. Ya podrían aprender otros.
Hoy el Papa ha aceptado la renuncia del arzobispo de Perugia y en el mismo acto nombró en su lugar al hasta hoy arzobispo de Arezzo. Los de este último arzobispado, de haber estado en España, habrían permanecido muchos meses, seguramente más de un año, en sede vacante. Pero en Italia el nuncio debe ser de otra pasta y el mismo día se nombró para Arezzo al arzobispo de Spoleto. Que a su vez fue cubierta la diócesis en el mismo segundo por el Secretario General del Gobierno del Estado Vaticano. Y para más asombro también se nombró en el día de hoy al sustituto de este último.
Yo me pido un nuncio así para sustituir a nustro queridísimo monseñor Monteiro. Se debe hacer, se puede hacer, ¿por qué en España no se hace?
Monseñor Boccardo, a quien algunos temían como nuncio en París ya no puede serlo pues es el nuevo arzobispo de Spoleto-Norcia. Puede algún amigo quedar tranquilo.
Y en el día de hoy no ha habido ningún nombramiento referente a España como algún lector había augurado.