En menos de un par de meses se ha encontrado al sustituto de monseñor Monteiro. No me parece una proeza pues en el Vaticano conocen de sobra a varias personas que pueden desempeñar este cargo. No pido explicaciones de esa celeridad que me parece muy bien.
Lo que no se entiende es que para puestos de mucha menos dificultad e importancia se tarden meses y meses y todavía sigan buscando. Para Córdoba llevan casi un año. Guadix lleva meses con su obispo impedido de andar y con la fecha más que caducada. San Sebastián más de un año repateando a la mayoría de los católicos. Oviedo ya ha roto aguas, por el tiempo, pero la criatura no sale.
En cambio Cartagena, impresentable, fue visto y no visto. Como la nunciatura madrileña. Ambas sin duda mucho más fáciles de cubrir que el dificilísimo obispado accitano. Todo esto crea un pésimo ambiente. Esperemos que monseñor Fratini, al que desde aquí damos ya la bienvenida, no sea tan parsimonioso como el portugués.