De una humilde cigüeña a un fingido gorrioncillo.

Ya no cabe la menor duda. Es el P. Masiá, de la Compañía de Jesús, quien ha tenido la amabilidad de volar hasta la torre de esta cigüeña fingiéndose un gorrioncillo. Y digo fingido porque él sabe que de gorrioncillo no tiene nada. Él es un ave de mucha más envergadura y muchos más altos vuelos.

Tanto en mi Blog como en el suyo ha hecho gala de una extraordinaria educación y de una redacción incluso afectuosa. Que le agradezco mucho.

No quiere entrar en polémicas y sólo pretende aclarar algún extremo. Más bien tangencial. Yo no quiero ni puedo. Porque no soy teólogo. Mi fe es absolutamente fiduciaria. Dios me la ha dado por don suyo, la Iglesia me la confirma y yo vivo feliz en ella. No voy a entrar pues en discusiones y exégesis en las que el que no es un gorrioncillo podría apabullar a este otro pájaro sencillo y humilde que es la cigüeña. Cierto que el tamaño puede engañar pero es un ave de lo más pacífica que vive encantada entre los hombres, observando su vida desde lo alto de la torre de la iglesia. Y a veces contándola.

Pues, Padre Masiá, en estos días neoarrianos, hace un par de días un sacerdote decía que no lo era aunque a algunos les parezca que sí, y con los ecos de la homilía de ayer del cardenal Rodé todavía en los oídos, simplemente creo que es obligación mía acusar recibo del post que me ha dedicado.Por elemental educación en respuesta a la suya.

Y regocijarme, además, de su afecto personal a la Virgen de la Fuensanta y a María, Madre de Jesús, Madre de la Iglesia y Madre de los hombres. Que usted proclama. Repito que con gran alegría por mi parte.

Pero entre vuestra paternidad, fórmula hoy perdida pero que rescato encantado, y yo, siempre termina habiendo algo que, aunque no impida un abrazo personal, rechina en uno eclesial. Y bien que lo siento. Se lo digo con toda franqueza. Repito: Y bien que lo siento. Claro que todos estamos de acuerdo en que María fue la Madre de Jesús. En eso no tendría mayor mérito ni especiales prerrogativas. Doña Leticia fue la madre de Napoleón. Personaje también extraordinario.

Para mí, y quiero creer que para usted, María fue sobre todo la Theotokos, la Madre de Dios. ¿Por qué no nos lo dice? ¿En estos días neoarrianos? Si Jesús no fuera Dios ser su madre tendría poquísima importancia.

Ya ve usted, Padre Masiá, que siempre terminamos en la Virgen. Unas veces porque algunos pensamos que usted niega. Tal vez interpretándole mal o estando equivocados nosotros en lo que creemos. Por eso pedimos una declaración de la Iglesia. Y otras porque creemos que no proclama.

No me extiendo más. Le ruego acepte un abrazo personal. Tiene usted muy buena pasta. Es brillante e inteligente y con esas personas da gusto tropezarse. Me recuerda mucho a un querido amigo que tiene opiniones análogas y con quien me encanta encontrarme. En el gozo de la amistad compartida. Pero lo que más me satisfaría es que ese abrazo pudiera ser también eclesial. Y sobre eso tengo muchas dudas. Tal vez porque con la que está cayendo hasta los dedos se me pueden antojar huéspedes.

Ojalá un día, próximo, podamos darnos ambos abrazos. Rezo a la Virgen por ello.

En la espera esperanzada beso con fe católica su mano consagrada.
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