La soledad del cardenal de Barcelona.

Para algo que hace bien le sale mal. El cardenal de Barcelona parece que se tomó en serio el año sacerdotal convocado por Benedicto XVI, por cierto tan desapercibido en tantas diócesis, y se apuntó a él decididamente. Pero ha comprobado que no le sigue nadie salvo el Turull de sus amores y sus fracasos.

Los progresistas a los que ha dado el poder pasan olímpicamente del santo Cura de Ars. Es más, les repele. Y además muchos de ellos son ya tan mayores que no están para muchos trotes. Y Martínez sigue siendo Nostach. Porque aunque en esta ocasión él Sistuvo los que Nostaban eran sus sacerdotes.

Convocó un acto en el seminario al que invitó al clero y no le apareció nadie. Salvo los que okupan aquello. Los Turull boys. Me dicen que de fuera sólo se vio a un sacerdote párroco de la iglesia que tiene como titular al cura de Ars y al que da la impresión de que le pareció debía acudir a un acto en honor de su santo patrón. El mismo día, y con el mismo motivo, en una céntrica parroquia barcelonesa se había convocado un acto similar. Muchísimos fieles y ´veinte sacerdotes concelebrando.

Y la segunda. El cardenal decide acudir a Ars con el clero ordenado por él en estos años. Muy bien por la iniciativa. Y el lector supondrá que de los veinticinco jóvenes sacerdotes que se encontraban en ese grupo la asistencia sería masiva. Unos por convencimiento, otros por peloteo, todos por la ocasión de pasar un tiempo de convivencia con su obispo a quien tan poco ven y a quien tanto quieren. Pues aunque el cardenal Sistuvo los que Nostuvieron fueron sus curas. Turull, cómo no, y ocho de veinticinco.

Pues eso es lo que hay y lo que ha conseguido el cardenal de Barcelona. Estar más solo que la una. Bueno, que las dos. Porque Turull siempre está con él.
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