Adviento: en actitud de espera (27.11.16)

“A la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre”

1. Porque los seres humanos siempre buscamos más, la espera nos constituye. Lo importante es que esta espera madure en esperanza o mirada confiada en porvenir. Pero siempre corremos el riesgo de huir hacia el futuro, pensando que la salvación llegará después de la muerte. Y en esa idea interpretamos el evangelio: “estad preparados porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre”

2. “Hijo del hombre” se refiere a Jesucristo que ha venido ya y está viniendo continuamente. Ha venido ya no con una metralleta para ajustar cuentas sino como expresión de la ternura infinita de Dios que nos ama ni sólo cuando somos buenos sino también cuando somos malos. Y está viniendo, llamando a nuestra puerta para que abramos nuestro corazón y dejemos que inunden nuestra conducta la compasión y el apasionamiento de Jesucristo por construir la fraternidad o reinado de Dios.

3. “Daos cuenta del momento en que vivís”((San Pablo) Según el evangelio, hay dos formas de conducta en las tareas que cotidianamente hacemos: “comer, beber, casarse, trabajar, divertirse”. Unos cierran los oídos a Jesucristo, el Hijo del hombre, que como Palabra de Dios ha llegado ya y está llegando en todas las situaciones de la vida incluso “cuando menos se piensa”; caminan por el mundo distraídos y flotando en la superficialidad. Otros en cambio realizan esas tareas no instalándose obsesionados por su propia seguridad, sino en actitud de espera y a la escucha de la Palabra que continuamente llega en todas las personas y en todos lo que ocurre. Esa debe ser nuestra actitud de Adviento.
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