Andrés Torres Queiruga: la fe cristiana en el mundo moderno
Alguna vez lo comenté con él, me impresionó mucho una breve pero densa y original publicación de 1977: Recuperar la salvación.Destaca la primacía del amor de Dios manifestado en Jesucristo. Su enfoque positivo de la revelación o salvación cristiana desmonta un esquema religioso común muy metido incluso en muchos cristianos a la hora de representarse la muerte de Jesucristo como sacrificio para pagar una deuda y aplacar a una divinidad insobornable y celosa de su honor. Según el evangelio, Dios es siempre mejor de lo que nosotros podemos pensar: es amor y no sabe más que amar: pero esa novedad inaudita e inabarcable todavía no cala en nuestra dura cerviz. Aquel librito de Torres Queiruga, que luego ha salido en otras editoriales, sigue teniendo actualidad máxima.
Se comprende que con avidez y en gallego, antes de que salieran en castellano, leí otras dos publicaciones suyas en los primeros años de los 80: “A revelación como mayéutica histórica” y “A revelación de Deus na realización do home”. En ellas se amplía el horizonte destacando tres vertientes fundamentales en continuidad non las orientaciones del Vaticano II:
-en la forma de interpretar la revelación; aún no hemos tomado en serio lo que implica la invitación del Concilio: discernir en las caracteristicas de nuestro tiempo los signos del Espíritu como lugar de revelación; no acabamos de creer en la densidad telogal de la historia.
-en el modo de articular lo humano y lo divino. Hay correspondencia y cmplementalidad entre verdadera humanización y autocomunicación gratuita de Dios, pues “en la misma revelación del Padre, Jesucristo revela al ser humano su propia vocacion”.
-insistiendo en que Dios se revela a todos todo lo que puede. Por tanto es necesario avanzar en el diálogo interreligioso, pues todas las religiones tienen su verdad.
Recuerdo todavía el revuelo que se armó cuando, por los años 80, Torres Queiruga habló en Salamanca sobre la oración de petición. Lo más piadosos se lanzaron contra mí porque le había invitado para darnos la formación permanente. Aún no había salido su libro Creo en Dios Padre. El Dios de Jesús y la autonomía humana, 1986. Pero, en la forma de entender la oración cristiana. Ya estaba planteado el problema que sin duda hoy es decisivo en nuestra situación española: no si existe o no existe Dios, sino de qué Dios estamos hablando los cristianos con nuestra cobducta religiosa,moral y social
Hace cosa de un año tuve el gusto de saludar a Torres Queiruga. Fue en La Habana. Tuvimos una conversación breve. Suficiente sin embargo para comprobar nuestra común apuesta por una Iglesia en diálogo y servidora del mundo.Y por una reflexión teológica que sirva de verdad a esta presencia evangelizadora de la Iglesia.
2 de agosto,2010