Culto en espíritu y en verdad (19.3.17)
”Llega la hora en que quienes quieran dar culto verdadero, adorarán al Padre en espíritu y en verdad”
1. Jesús de Nazaret fue un judío piadoso. Su intimidad única con Dios que es “Abba”, amor entrañable para todos sin discriminaciones, descartaba unas prácticas religiosas que no expresaban ni alimentaban el amor fraterno: “no basta decir ´señor, señor´; hay que hacer la voluntad del Padre, que todos nos relacionemos como hermanos. Por eso Jesús reacciona cuando ve que judíos y samaritanos practican religiones distintas que los dividen y los enfrentan como enemigos.
2. Jesús propone un culto religioso en el que se pueden unir todos los seres humanos. Un culto “en espíritu y en verdad”. Espíritu es el principio original y originante de la vida divina en nosotros; y esa vida es amor que se da gratuitamente para que también el otro tenga vida. Sencillamente porque habitados por una Presencia de amor, el otro también es algo nuestro, de nuestra ´misma familia. El Espíritu ha sido dado sin medida en la conducta histórica de Jesucristo cuyo alimento -lo que le agradó y le mantuvo- fue hacer la voluntad del Padre,darse a todos derribando los muros de separación. Cuando las prácticas religiosas son expresión y fortalecimiento de esa conducta re-creada en nuestra propia conducta, tiene lugar el culto “en espíritu y en verdad”
3. Jesús simbolizó el significado de su vida y de su muerte celebrando una última comida con sus discípulos: “mi cuerpo y mi sangre”, toda mi persona con sus anhelos y proyectos, que se entrega por todos, "tomad y comed", haced vuestro mi estilo de vida . La última cena, lavar los pies a sus discípulos, las comidas con los pobres fueron gestos proféticos de una existencia como “culto en espíritu y en verdad”. Cuando celebramos la comida eucarística, evocamos y actualizamos aquellos gestos proféticos. No debemos separar la celebración litúrgica de nuestra vida cotidiana pues en todo momento somos templo de Dios donde se puede celebrar el culto en espíritu y en verdad.
1. Jesús de Nazaret fue un judío piadoso. Su intimidad única con Dios que es “Abba”, amor entrañable para todos sin discriminaciones, descartaba unas prácticas religiosas que no expresaban ni alimentaban el amor fraterno: “no basta decir ´señor, señor´; hay que hacer la voluntad del Padre, que todos nos relacionemos como hermanos. Por eso Jesús reacciona cuando ve que judíos y samaritanos practican religiones distintas que los dividen y los enfrentan como enemigos.
2. Jesús propone un culto religioso en el que se pueden unir todos los seres humanos. Un culto “en espíritu y en verdad”. Espíritu es el principio original y originante de la vida divina en nosotros; y esa vida es amor que se da gratuitamente para que también el otro tenga vida. Sencillamente porque habitados por una Presencia de amor, el otro también es algo nuestro, de nuestra ´misma familia. El Espíritu ha sido dado sin medida en la conducta histórica de Jesucristo cuyo alimento -lo que le agradó y le mantuvo- fue hacer la voluntad del Padre,darse a todos derribando los muros de separación. Cuando las prácticas religiosas son expresión y fortalecimiento de esa conducta re-creada en nuestra propia conducta, tiene lugar el culto “en espíritu y en verdad”
3. Jesús simbolizó el significado de su vida y de su muerte celebrando una última comida con sus discípulos: “mi cuerpo y mi sangre”, toda mi persona con sus anhelos y proyectos, que se entrega por todos, "tomad y comed", haced vuestro mi estilo de vida . La última cena, lavar los pies a sus discípulos, las comidas con los pobres fueron gestos proféticos de una existencia como “culto en espíritu y en verdad”. Cuando celebramos la comida eucarística, evocamos y actualizamos aquellos gestos proféticos. No debemos separar la celebración litúrgica de nuestra vida cotidiana pues en todo momento somos templo de Dios donde se puede celebrar el culto en espíritu y en verdad.