¿Defender al papa Francisco?
Lamento posiciones cerrilles dentro de la misma Iglesia. Ya está uno acostumbrado. Pero la experiencia viene indicando que la verdadera reforma, si bien acarrea conflictos inevitables, no se logra con luchas intra-eclesiales.
El papa Francisco destaca un acento decisivo para la reforma: ”Sin Jesús no puede existir la Iglesia; Jesús es la base; la Iglesia ha de llevar a Jesús; si alguna vez sucediera que la Iglesia no lleva a Jesús, sería una Iglesia muerta; Cristo llama a la Iglesia hacia una permanente reforma”. Y en consecuencia debe ser misionera, contemporánea del mundo, y con la mirada en los excluidos.
Es la línea marcada por el Concilio: la Iglesia se constituye en la misión, nada humano es ajeno a los discípulos de Jesucristo, tiene que ser Iglesia de todos particularmente de los pobres. Tal vez en el postconcilio quedó un poco en la sombra el rasgo “particularmente de los pobres”. Pero el Espíritu a suscitado un Sucesor de Pedro que viene del hemisférico empobrecido para recordarnos: “existe un vínculo inseparable entre nuestra fe y los pobres; nunca los separemos”.
Está orientación se impone por sí misma e irá calando poco a poco, gracias en buena parte a la conciencia de los mismos creyentes cristianos que despiertan al evangelio. Gracias también a la humanidad que quiere actuar con autonomía. Y gracias sobre todo al clamor inarticulado de los empobrecidos cuya mirada está pidiendo un cambio hacia más humanidad.
Hay que impulsar a la comunidad cristiana en la orientación que está dando el papa Francisco. Con todas las energías, pero sin agresividades que no conducen a nada. Son necesarios el coraje de futuro y la paciencia.