Despertar al Evangelio de la paz
Festividad de Santa María, Madre de Dios
Evangelio: Lc 2,16-2
En aquel tiempo los pastores fueron corriendo y encontraron a María y a José y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, les contaron lo que les habían dicho de aquel niño.
Todos los que lo oían se admiraban de lo que decían los pastores. Y María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.
Los pastores se volvieron dando gloria y alabanza a Dios por lo que habían visto y oído; todo como les habían dicho.
Al cumplirse los ocho días tocaba circuncidar al niño, y le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.
Para meditar:
Cuando en el 431 un concilio proclamó que la Virgen María era Madre de Dios, el pueblo cristiano con antorchas encendidas esperaba la salida de los conciliares. No estamos solos en el mundo: “envío Dios a su Hijo nacido de mujer”. Dios mismo ha puesto su tienda en nuestro campamento y podemos seguir caminando confiadamente.
En esta fecha se hace también la proclamación de la Paz como un anhelo todavía frustrado por tanta injusticia, tanta guerra y tanto sufrimiento inútil Los pastores encontraron a María, y a José y al niño “acostado en el pesebre”. Las guerras para eliminar al que nos estorba son cono el iceberg de unas relaciones sociales en la lógica del individualismo: el otro solo me interesa en la medida en que me resulta rentable . De lo contrario, lo elimino como material sobrante. Encontrar “ en un pesebre” al niño que, según la fe cristiana, es camino de salvación para todos, puede ser llamada para corregir el instinto imperialista que llevamos dentro.
“Todos se admiraban de lo que decían los pastores”. Decían algo tan gozoso como inaudito: el Salvador no está lejos de nosotros, sino dentro de nuestra misma humanidad. No como el poderoso que se impone por la fuerza. Sino en el pobre y desvalido que está pidiendo nuestra limosna de amor. La verdadera perspectiva para programar y realizar nuestra existencia en el nuevo año que hoy iniciamos.