Evocando la figura del dominico el día de su festividad Jesús Espeja: "Tomas de Aquino abrió la puerta a la modernidad"
La “auto-nomía” del ser humano encuentra su apoyo y consistencia en su “teo-nomía·. Cuando escucha la voz del Creador que le habla en el sagrario dee su conciencia, el ser humano puede actuar siendo de verdad él mismo
En Salamanca celebré muchas veces, en un ambiente académico la fiesta de Santo Tomás . Era el 5 marzo, fecha que venía muy bien no solo como respiro en el rollo del curso sino también para romper un poco el rigor cuaresmal. Hoy ha cambiado no solo la fecha de la celebración sino también la sociedad; ha cambiado el contexto cultural vivido a mediados del siglo pasado y hoy nos encontramos en una etapa de la modernidad muy compleja e incapaz de darse nombre. Sin embargo en este nuevo contexto, y ya jubilado de tareas académicas, sigo teniendo como maestro a Tomás de Aquino ¿Por qué?
Alguno pensará que mi admiración por ese gran pensador medieval está justificada. Son admirables su conocimiento de la tradición, su capacidad de escucha, su respeto a los diferentes, su espíritu renovador y su capacidad de síntesis. Pero también otros pensadores han tenido esas cualidades y son igualmente ejemplos a seguir. Entonces ¿dónde radica hoy la singular actualidad deTomás de Aquino?
Esa actualidad radica en el viraje que dio a la filosofía griega de la que, no sin escándalo de tradicionales maestros en la universidad de París, se atrevió a utilizar como medición en su reflexión teológica. El viraje consistió en pasar de un cosmocentrismo -el ser humano es uno más sometido a un orden y unas leyes comunes para los seres del cosmos- a un antropocentrismo: el ser humano es centro del cosmos, de algún modo capaz de interpretar y dar sentido a los demás seres.
Sin embargo esta centralidad corresponde al ser humano como imagen del Creador. Por tanto el antropocentrismo se fundamenta en el teocentrismo. Bien entendido sin embargo que para Santo Tomás Dios es una realidad inabarcable -“le conocemos como a un desconocido”- presente en todos y en todo esencialmente; como realidad más radical, como la misma entraña de todas las criaturas. El autor de la Suma Teológica partía de la encarnación o humanización de Dios; y como gracias al Espíritu, la encarnación tiene lugar a lo largo de la historia, “toda verdad venga de donde viniere procede del Espíritu Santo”.
Bien podemos concluir que con este viraje Tomas de Aquino abrió la puerta a la modernidad donde el individuo emerge como sujeto liberándose del anonimato en las instituciones y gremios medievales. Pero ¿qué ha pasado para que en la modernidad distintas corrientes humanistas hayan creído conveniente excluir a Dios?
Según los relatos evangélicos Jesús de Nazaret, a quien los cristianos confesamos Hijo, Palabra de Dios , en su forma de actuar y de hablar dejó claro que el “ser humano es señor del sábado”, y que los ritos sagrados son nefastos si niegan o aminoran la dignidad de las personas. Por eso debemos preguntarnos: los que para defender el humanismo creen necesario excluir a Dios ¿han percibido en la conducta de los cristianos el Evangelio sobre Dios revelado en Jesucristo?. En el fondo está el interrogante sobre qué decimos cuando decimos Dios.
La cuestión es de máxima importancia no tanto y solo para la credibilidad de la Iglesia. También para la buena salud del mundo actual lanzado a un desarrollo técnico sin límites, pero sin un puerto donde amarrar el barco. Ya en 1947 el clarividente pensador H. de Lubac, consciente del ciego desarrollismo, avisaba:
“No es verdad que el hombre, aunque parezca decirlo algunas veces, no puede organizar la tierra sin Dios. Lo cierto es que sin Dios no puede, en fin de cuentas más que organizarla en contra del hombre”
Veinte años después el concilio Vaticano II, reconociendo la legítima autonomía de los seres humanos en la gestión de ls tareas para desarrollar la creación, advertía: “ Si autonomía de lo temporal quiere decir que la realidad creada es independiente de Dios y que los hombres pueden usarla sin referencia al Creador, no hay creyente alguno a quien se le escape la falsedad envuelta en tales palabras; la criatura sin el Creador desaparece”.
Se comprende por qué todavía celebro como maestro a Tomás de Aquino cuyo antropocentrismo está fundamentado y garantizado por el teocentrismo. La “auto-nomía” del ser humano encuentra su apoyo y consistencia en su “teo-nomía·. Cuando escucha la voz del Creador que le habla en el sagrario dee su conciencia, el ser humano puede actuar siendo de verdad él mismo .