Guardaos de toda clase de codicia”(31.7.16)

“Pues aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes"

1. En la experiencia de cada día constatamos la sabiduría del pueblo que trae el libro del Eclesiastés: cuando menos pensamos se corta la trama de nuestra existencia; el que trabaja y consigue bienes, al final “tiene que legar su porción al que no ha trabajado”. Sin embargo por un ciego instinto continuamente nos afanamos por tener más y asegurar posiciones. La crisis económica mundial que estamos sufriendo y que causa tantos estragos en los más débiles, en el fondo es una crisis de codicia.

2. Según la breve parábola que hoy leemos, el rico hacendado que almacenó la gran cosecha en graneros nuevos y se echó a dormir tranquilo porque ya tenía bien asegurada su vida en los meses de invierno, es tachado de insensato, estúpido. Está poniendo su seguridad absoluta en realidades sin consistencia: “necio, esta noche te van a quitar la vida, ¿para qué te sirve lo acumulado?”. Y el relato termina con la moraleja: “así es todo aquel que acapara para sí y no según Dios”

3. A Dios sólo de conocemos de modo inequívoco en la conducta humana de Jesucristo que vivió y murió compartiendo con todos sin discriminaciones de ningún tipo y entregando la propia vida para vida de todos. Luego proceder “según Dios”, significa un camino totalmente opuesto al camino de individualismo y de muerte por el que fácilmente discurrimos. No es fácil concretar este proyecto en la organización sociopolítica, que debe articular igualdad de oportunidades para que todos los ciudadanos satisfagan sus derechos fundamentales, y libre iniciativa de los mismos en orden al bien común. Pero en cualquier caso esa articulación exige y supone “un hombre y una mujer nuevos”, que no se dejan atrapar por la fiebre posesiva.
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