Navidad: Un Dios solidario (25.12.15)
“La Palabra estaba en Dios y era Dios, se hizo carne y ha puesto su tienda entre nosotros”
1. En todo tiempo y lugar Dios se revela todo lo que puede a todos los seres humanos. Todo lo que puede según nuestra capacidad de acogida. Los cristianos creemos que la Biblia es un espacio singular de esta revelación, y que Jesucristo es Palabra que siempre permanece. En cambio el término “carne” significa debilidad y caducidad, lo más alejado de la Palabra permanente; según el profeta, la carne es como la hierba que nace hoy y muere mañana. Carne también significa solidaridad; al encontrarse con Eva, Adán exclama: “esta sí que es carne de mi carne”. El evangelio proclama la novedad de la encarnación: “la Palabra se hace carne”. Palabra que es Dios mismo, se hace cargo y carga con nuestras debilidades para avanzar con nosotros en el proceso de humanización.
2. La celebración de Navidad, fiesta del amor universal, es buena ocasión para que pasemos de una imagen de Dios intervencionista que sólo actúa desde fuera y de cuando en cuando, a una percepción de Dios que continuamente nos habla desde dentro, y que como Amor quiere emerger en nuestra conducta. No debemos acudir a él para ponerle de nuestra parte, pues ya está con nosotros y en favor nuestro antes de que le invoquemos. Navidad proclama que Dios nos sostiene y acompaña siempre como amor gratuito. Somos invitados a caer en la cuenta y abrirnos incondicionalmente a esa Presencia
3. Fiesta cósmica.Los seres humanos deberíamos dar gracias a los animales, a las plantas y a la tierra, porque sin ellos no podríamos existir. Y la Navidad está proclamando que también ahí como realidad fundante se hace presente Dios mismo como amor que a todo da vida: “no hay brisa que no alientes, monte si no estás dentro, ni soledad en que no te hagas fuerte, todo es presencia y gracia”. La celebración de la Navidad es buena ocasión para sentirnos y actuar como lugartenientes de Dios en el mundo, “co-creadores” que transmiten vida, la cuidan y la promueven.
1. En todo tiempo y lugar Dios se revela todo lo que puede a todos los seres humanos. Todo lo que puede según nuestra capacidad de acogida. Los cristianos creemos que la Biblia es un espacio singular de esta revelación, y que Jesucristo es Palabra que siempre permanece. En cambio el término “carne” significa debilidad y caducidad, lo más alejado de la Palabra permanente; según el profeta, la carne es como la hierba que nace hoy y muere mañana. Carne también significa solidaridad; al encontrarse con Eva, Adán exclama: “esta sí que es carne de mi carne”. El evangelio proclama la novedad de la encarnación: “la Palabra se hace carne”. Palabra que es Dios mismo, se hace cargo y carga con nuestras debilidades para avanzar con nosotros en el proceso de humanización.
2. La celebración de Navidad, fiesta del amor universal, es buena ocasión para que pasemos de una imagen de Dios intervencionista que sólo actúa desde fuera y de cuando en cuando, a una percepción de Dios que continuamente nos habla desde dentro, y que como Amor quiere emerger en nuestra conducta. No debemos acudir a él para ponerle de nuestra parte, pues ya está con nosotros y en favor nuestro antes de que le invoquemos. Navidad proclama que Dios nos sostiene y acompaña siempre como amor gratuito. Somos invitados a caer en la cuenta y abrirnos incondicionalmente a esa Presencia
3. Fiesta cósmica.Los seres humanos deberíamos dar gracias a los animales, a las plantas y a la tierra, porque sin ellos no podríamos existir. Y la Navidad está proclamando que también ahí como realidad fundante se hace presente Dios mismo como amor que a todo da vida: “no hay brisa que no alientes, monte si no estás dentro, ni soledad en que no te hagas fuerte, todo es presencia y gracia”. La celebración de la Navidad es buena ocasión para sentirnos y actuar como lugartenientes de Dios en el mundo, “co-creadores” que transmiten vida, la cuidan y la promueven.