Orgullo gay y evangelio
El evangelio no da soluciones inmediatas a los problemas de la vida humana, pero sí una luz para discernir la presencia de Dios en todos los acontecimientos. Por eso nos fijamos en una frase del evangelio que leímos en nuestra celebración: “el que guarde su vida, la pierde; mientras el que pierde la vida, la gana”. En otras palabras: el que acapara para sí, desentendiéndose de los demás, no se realiza , mientras sí crece en humanidad, quien pensando qué será del otro, es capaz de arriesgar sus seguridades. Y desde este evangelio tratamos de discernir el significado del orgullo gay. Como resumen quedaron tres sugerencias.
Primera. Según el evangelio, los derechos humanos tienen algo de divino. El derecho a ser uno mismo pertenece a la dignidad de la persona. Debemos celebrar que mujeres y hombres, silenciados y hasta despreciados socialmente, puedan ser y manifestarse siendo ellos mismos. Quizás esa manifestación pública rompa esquemas o patrones culturales. El evangelio no define las formas de ser persona sexuada ni da recetas para el ejercicio de la sexualidad. Lo natural y lo humano va emergiendo a lo largo de la historia; lo que pareció humano en un tiempo -pensemos por ejemplo en la esclavitud o el sometimiento de la mujer al varón- hoy lo vemos como aberración de la humanidad. Por otro lado ¿cómo nos atrevemos a juzgar al diferente sin la misericordia con que nosotros somos juzgados por Dios revelado en Jesucristo? “Perder la vida”, esa invitación del evangelio que hoy escuchamos. Es invitación a dejar atrás nuestras seguridades para, en la lógica de la gratuidad, aceptar la singularidad del otro. Eso quiere decir una Iglesia “en salida”.
Segunda. En el evangelio no hay recetas para el ejercicio de la sexualidad, pero sí una orientación para realizar la vida de la persona siempre sexuada. Y esa orientación está en la frase: “perder la vida” para realizarnos como personas. Es decir, salir de nosotros mismos en la lógica del amor que se da para que el otro se desarrolle con dignidad y así crecer juntos. Esta lógica que de algún modo responde a l intención comunitaria de la sexualidad, vale para el ejercicio de la misma entre hombre y mujer, o entre personas del mismo sexo.
Tercera. En estas manifestaciones públicas del orgullo gay se pide la igualdad a la hora de satisfacer los derechos fundamentales de las personas. Es laudable que las autoridades políticas den cobertura y apoyo a esta manifestación. Pero esa igualdad la están pidiendo también miles de ciudadanos desvalidos que, durante los últimos meses, sin carrozas aplaudidas por gobernantes políticos, desde la pobreza y la impotencia, reclaman un trabajo digno para vivir como personas. Cuando el evangelio dice “quien guarde su vida, la pierde” está sugiriendo que la lógica de la comercialización y la fiebre posesiva de acaparar dinero, no es camino para el verdadero desarrollo humano. Hay que introducir la lógica de la gratuidad -“perder la vida”, salir de las falsas seguridades - para que todos puedan vivir con dignidad.
Y estas sugerencias no salieron sólo del presbítero que presidía la eucaristía. Era lo que pensaba y sentía la comunidad al escuchar a la vez el evangelio y el estruendoso reclamo del orgullo gay .