¿Resucitarán los muertos? (6.11.16)

La esperanza en la resurrección de los muertos no se encuentra en los primeros libros de la Biblia, pero sí en el s. II a. Cristo.

En tiempo de Jesús la mayoría de los judíos, excepto los saduceos, creían en la resurrección de los muertos . Por otra parte, según una ley judía, si un hombre moría sin descendencia, su hermano debía unirse con la viuda para subsanar el vacío En ese contexto se explica el caso que traen los saduceos para negar la resurrección: si hay resurrección ¿de quién va a ser mujer la que tuvo siete maridos?

Dentro del pueblo judío también Jesús creía en la resurrección. En un momento de su actividad como profeta itinerante decidió ir a Jerusalén donde estaban las autoridades religiosas y políticas que posiblemente le juzgarían y condenarían a muerte. Mientras iba de camino con sus discípulos conscientes del peligro, comentó con ellos los riesgos que implicaba ir a la ciudad santa; era como meterse en la boca del lobo. Y lógicamente les manifestó su confianza: el “Abba” que es amor y dueño de la vida no le abandonaría en la muerte. Así lo transmitieron los evangelistas ya con la experiencia de su encuentro con el Resucitado: “ el Hijo del hombre será condenado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, sufrirá la muerte y resucitará a los tres días”(Mc 8,21)

Y esa convicción de que Dios no le abandonaría en la muerte la justificó Jesús arguyendo desde la Escritura contra la cerrazón de los saduceos: “ignoráis las Escrituras y el poder de Dios”. En el libro de la Zarza se refiere al libro del Exodo pues Dios se manifestó a Moisés en una zarza ardiendo sin consumirse; en ese libro Dios se revela como “el protector de Abrahán, de Isaac y de Jacob”; el que ama y continuamente protege a los seres humanos. Si por otra parte ese Dios es dueño de la vida ¿cómo abandonará en la muerte a sus protegidos? Dios es Alguien que desde dentro de nosotros mismos nos fundamenta, nos sostiene y nos impulsa; es el Creador, dueño de la vida, que no abandona jamás a sus criaturas; y es el Padre con entrañas de misericordia, que siempre nos ama. Capaz de dar vida a los muertos y de llamar a las cosas que no son para que sean, en la resurrección de Jesús ha sellado definitivamente su sí a la Alianza de vida a favor de la humanidad y de la creación entera. El amor de Dios que continuamente nos da vida, perfeccionará en nosotros la obra ya en proceso de realización
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